Revista Cultura y Ocio

Nuestra Señora de París. Víctor Hugo

Por Mientrasleo @MientrasleoS
Nuestra Señora de París. Víctor HugoNuestra Señora de París. Víctor Hugo
     "Ella, sin decir una sola palabra, se aproximó al reo, que se retorcía en vano para librarse de ella, y soltando una calabaza que a guisa de recipiente tenía atada a la cintura, la acercó muy despacio a los labios áridos del desdichado."
     Qué difícil es recomendar un clásico, y que necesarias son algunas lecturas. Hoy traigo a mi estantería virtual, Nuestra Señora de París.
     Estamos en París en el siglo XV, allí conocemos a la gitana Esmeralda, a Quasimodo, un joven deforme campanero de Notre Dame y protegido del archidiácono Frollo, al poeta Gringoire, enamorado de Esmeralda y al capitán Febo, de quien se enamora la gitana. La historia comienza cuando Frollo encarga a Quasimodo que secuestre a Esmeralda y Febo lo impide, deteniendo al joven. a partir de ahí, la historia se complica.
     Una vez más una editorial, esta vez gracias a Benjamin Lacombe y sus ilustraciones, eleva un libro hasta convertirlo en una joya. Y en este caso elige al gran Víctor Hugo, y una de las obras cumbres del romanticismo, Nuestra Señora de París. Dividida la novela en dos partes que respetan el texto, que de hecho se compone de once libros, un simple vistazo al diseño y calidad de sus cubiertas puede parecer suficiente para decidirse a la compra, sin embargo, y como sucede con otros libros de Lacombe, lo mejor está en el interior.
     Pero hablemos de la historia, una historia conocida por todos pero leída por mucha menos gente de la que pudiéramos pensar. Una historia que, además, fue tocada y trastocada por Disney, que la adaptó a sus necesidades pervirtiendo el significado de la novela en muchas de sus partes, y llevando a mucha gente a error amén de quitar lectores por eso de saber ya lo que sucede en el libro. Esmeralda, tachada muchas veces de mujer fatal, es un personaje que en realidad se aleja mucho de lo que pudiéramos pensar de dicha etiqueta y, si bien tiene momentos de bondad, como su trato hacia Quasimodo, también gira burlándose del poeta sin pudor alguno. Los personajes masculinos, en cambio, están mucho más definidos, destacando, cómo no, Quasimodo. Pero no es una historia a dos, es una historia de amor trágica llena de trabas para sus protagonistas, en la que todo parece indicar que el autor nos dirige con pulso firme hacia un final trágico. La obsesión malsana de Frollo, el carácter ególatra y engreído del capitán, la multitud, el poeta enamorado, el secreto descubierto... y las gárgolas. Porque todo sucede de una forma u otra, al amparo de la sombra proyectada por Notre Dame, todo bajo la mirada de sus ya famosas gárgolas que, por supuesto, ni se pasean, ni cantan como hicieran en la película de Disney que pretendió hacer pasar por infantil una historia que está a años luz de serlo. No pensemos sin embargo que en el libro solo hay catedral. Víctor Hugo habla de la ciudad entera, pero la imponente presencia de Notre Dame la convierte en un personaje más de la novela, y eso es justo lo que ha sabido captar y recrear Lacombe en sus magníficas ilustraciones.
     Comenzaba diciendo que recomendar un clásico es una tarea complicada. Sin embargo, la lectura de estos libros que han sido capaces de resistir el paso de los años inmutables, emocionando a generaciones de lectores, es algo necesario. En ellos encontramos las fuentes de los que en otro tiempo serán clásicos y se están escribiendo hoy en día, y descubriremos como placer añadido, que pasadas las primeras páginas, pueden ser tan atractivos y adictivos como cualquier otro libro. Y es que, la palabra clásico, provoca muchas veces un cierto rechazo del lector que lo identifica con tedio nada condensado en una extensión de 700 páginas.
     Mi experiencia en esta relectura ha sido fantástica. Me he descubierto presa de las letras de Víctor Hugo igual que lo estuve la primera vez. Os recomiendo este título, al autor, la edición... pero, sobre todo, os recomiendo que os acerquéis a los clásicos sin reparos.
     Y vosotros, ¿sois lectores de clásicos?
     Gracias.

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