Revista Cultura y Ocio

Nuestro amor fueron tres cajas de condones

Publicado el 21 octubre 2015 por Debarbasyboinas @DeBarbasYBoinas

Nuestro amor fueron tres cajas de condones.
Nos conocimos un jueves, nos enamoramos un lunes, nos dimos cuenta de ello un viernes y al miercoles siguiente compramos niestra primera caja de condones.
Malgastamos el primer condón, aprendimos a no usar las uñas. Con el segundo echamos nuestro primer polvo. Un polvo torpe y breve, pero muy bonito.
La primera noche que dormimos juntos gastamos nuestro quinto, sexto, séptimo y octavo condón, la pasión es lo que tiene, te mantiene despierto.
Con el noveno condón ya habíamos llegado al climax, lo gastamos durante una tarde de verano y nos dimos cariño y placer de manera eficiente. Aprendimos a acoplar nuestros cuerpos de manera casi perfecta.
Durante una noche de vino y rosas no encontramos ningún condón en el cajón de la mesilla, pero sin desanimarnos experimentamos con otras partes de nuestros cuerpos.
Esa misma noche, insaciables caminamos media hora para comprar nuestra segunda caja de condones. La estrenamos mientras amanecía.
A la semana siguiente comenzó a hacer frío y gastamos nuestros tres primmeros condones bajo las mantas, lo que nos faltó en placer por la incomoda situación lo  derrochamos en cariño.
Con el comienzo de las clases nos empezó a faltar el tiempo, pero sin desanimarnos aprendimos a echar polvos rápidos en los que perdimos parte del cariño. Cuando acababamos nos sentíamoos vacíos, pero aun sin saber porque.
Sin darnos apenas cuenta, acabamos nuestra segunda caja de condones, pero esta vez ni nos levantamos de la cama para comprar otra. Nos resignamos y nos dormimos cada uno en su lado de la cama.
Una mañana de domingo estrenamos nuestra tercera caja. Pensabamos pasarnos de sol a sol trabajando nuestro amor, pero nos aburrimos al segundo asalto.
Con el tercer condón, de la tercera caja, tuve el primer gatillazo. No te pusiste triste, ni te enfadaste. Casi fue un alivio para ti.
Con el cuarto condón echamos un polvo por aburrimiento, y con el sexto un polvo, en el que ni tú ni yo nos corrimos.
Pasaron los días, y las semanas y la caja no se acababa, hasta que, después del sexo, también se acabo el amor.
Silvestre Santé


Nuestro amor fueron tres cajas de condones

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