Revista Coaching

Nuestro castillo de arena

Por Mbbp

NUESTRO CASTILLO DE ARENA

Siempre me ha gustado hacer castillos y figuras en la arena de la playa, desde que era niño! Sentarme en la orilla del mar junto a donde casi llegan las olas y dejar volar mi imaginación. Disfruto tomando la arena húmeda en mis manos, buscar un espacio plano y empezar a modelar lo que surje de mi interior. A veces son castillos, otras veces simplemente figuras humanas o de animales, depende de la ocasión. Sé que no siempre están bien hechas, ni de lejos pretenden ser las mejores de la playa. Hay mucha gente que lo hace mejor, pero yo me siento satisfecho porque las he hecho yo, con mis manos… y mi corazón! Hoy mi hija es quien me trae la arena húmeda, quien me ayuda allanando el espacio y me recuerda la ilusión, mientras yo voy esculpiendo poco a poco la figura, ante su asombro. Qué le vamos a hacer, amor de hija! Hasta hace bien poco, así pasamos horas y horas dejando volar juntos la imaginación y sin tener miedo a que una ola se llevase solo nuestra construcción!

Aún recuerdo que, cuando era pequeño, en la playa de Salou con mis abuelos, en más de una ocasión, haciendo castillos de arena, mi espalda acabó quemada por el sol, obligándome el resto de verano a llevar camiseta para ir a la playa e incluso para bañarme en el siempre divertido mar. Las quemaduras, a veces, me hacían daño, pero no por eso dejé de hacer mis castillos de arena, bajo el sol! Como tampoco me preocupaba de que alguien lo pisara a mi menor distracción o si una ola atrevida llegara a él y lo destruyera bajo mi mirada perpleja, aunque hubiera invertido horas y horas bajo el ardiente sol y aun con riesgo a quemarme! Quizás me enfadaba en el primer instante, pero siempre volvía a reconstruirlo, aunque siempre fuera sólo! Ni que decir tiene que, quisiera o no, el siguiente día que llegaba a la playa mi fantástico castillo de arena había desaparecido del todo y de él solo quedaba mi satisfacción de haberlo hecho siempre lo mejor que pude y una enorme ilusión en mi corazón! Pero eso me invitaba, dia tras día, a hacer menos frágil mi castillo de arena…

Hoy, muchos años después, aún me gusta hacer castillos de arena, ahora ya siempre con mi querida hija. Nunca perdí esa ilusión, aunque reconozco que hubieron épocas en que pensaba que era una tontería hacerlos con esmero, para que luego una ola brava o un distraído paseante los destruyeran delante mío! Pero mirando los ojos brillantes de mi niña al hacerlo, redescubrí que valía la pena correr el riesgo de vivir el “ahora”, solo por la ilusión que traía hacerlo y lo que provocaba en nuestro corazón! Y así, poco a poco, volvi a recuperar mi afición, buscando siempre mi ilusión -y la de ella- para volver a empeñar horas y horas en hacer nuestro fantástico castillo de arena que, como siempre, salía de dentro de nuestro propio corazón!

Ahora me parece que, ante la vida, como el mar, siempre tienes la opción de dejar fluir lo que sientes en tu interior si te hace sentir feliz y así contruir día a día un fauloso y siempre soñado castillo de arena… o bien resistirte a ello y solo sufrir! Seguramente la única diferencia estriba en concentrarte en el placer de construir día a día y vivir así tu sueño… o en dejarte arrastrar por el dolor, que te obliga a concentrarte solo en ese bañista desaprensivo o en esa ola del mar presuntamente malvada, que podrían destruir la costosa construcción en un solo instante! En todo caso, siempre queda la ilusión en nuestro corazón de habernos sentido felices mientras contruíamos nuestro propio castillo de arena y el ansia de volver a reconstruirlo como nuevo, tantas veces como podamos! En cambio, el sufrimiento solo nos impede sentir lo que ahora realmente sentimos en nuestro corazón y creernos erróneamente que el culpable de nuestro intenso dolor es el mar, ese mismo mar que humedece la arena a cada instante… y que siempre nos permitirá rehacer con ella tantas veces como queramos este, nuestro mejor castillo…

Quizás hoy ya he aprendido que el mar no tiene nada en contra mío, sino que quiere que, día tras día, hagamos más fuerte y sólido nuestro propio y soñado castillo de arena! Vale menos el tiempo que pasemos hasta lograrlo, que el enorme privilegio de poder mantener nuestra ilusión… y ya para siempre solo con amor, pues ambos ya están en nuestro corazón esperando para fluir y asi hacernos sentir felices, para siempre! El mar y yo siempre sabremos esperar…

 

VN:R_U [1.9.10_1130]

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Dossier Paperblog