Revista Comunicación

Nuestro cerebro es capaz de seguir clasificando palabras que llegan del exterior mientras dormimos

Por Jorge Luis Barrios Mejia @BlueScire

cerebrodormir

Cuando alguien practica tareas simples de clasificación de palabras antes de dormirse, sabiendo que un “gato” es un animal o que “flipu” no está en el diccionario, por ejemplo, su cerebro continuará haciendo esas clasificaciones de forma inconsciente incluso durante el sueño. El sorprendente hallazgo muestra que algunas partes del cerebro se comportan de forma similar tanto si están dormidas como si están despiertas, y esto abre un camino fascinante hacia nuevos estudios sobre la capacidad de procesamiento de nuestros cerebros mientras dormimos.

El equipo internacional de Sid Kouider, de la Escuela Normal Superior de París en Francia, ha demostrado que el cerebro dormido puede estar mucho más “activo” durante el sueño de lo que uno podría pensar. Lejos de caer en un limbo cuando nos dormimos, partes de nuestro cerebro pueden procesar rutinariamente lo que está pasando en nuestro entorno y aplicar un esquema de respuesta adecuado. Esto explica algunas experiencias de la vida cotidiana, tales como la sensibilidad a nuestro nombre cuando dormimos y alguien lo pronuncia, o al sonido específico de nuestro reloj despertador, ante el que reaccionamos más que cuando suenan ruidos de igual volumen pero menos relevantes para nosotros.

El estudio extiende asimismo trabajos previos sobre el procesamiento subliminal, mostrando que el procesamiento del habla y otras tareas complejas pueden ser hechos no solo sin ser conscientes de lo que percibimos, sino incluso estando profundamente dormidos. Kouider sospecha que tal procesamiento inconsciente no está limitado por la complejidad de la tarea, sino por si puede hacerse de forma automática o no.

Dormirse lleva a una pérdida de consciencia sensorial y a una falta de capacidad para interactuar con el entorno. Si bien se pensaba tradicionalmente que esto era una consecuencia del cierre por parte del cerebro de sus entradas exteriores, se reconoce ahora que aún se pueden procesar los estímulos que llegan desde fuera, al menos hasta cierto punto, durante el sueño. Por ejemplo, los participantes en experimentos pueden, mientras están dormidos, crear asociaciones sensoriales nuevas entre sonidos y olores.

 


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