Revista Salud y Bienestar

Nuevos sonidos de auscultación

Por Saludyotrascosasdecomer
A la entrada del pueblo en el arcén, un tresillo de terciopelo verde con jirones en las costuras y parcialmente cubierto por hojas de abedul te dio la bienvenida. Más tarde Leo te explicó que en las tardes de verano a contar los coches blancos que pasaban se sentaban Jero, el Trono y Fermín, los tres locos del pueblo. Y se partía de risa diciéndole a todo el mundo en el café que habías hecho esperar más de treinta minutos al alcalde. Más serio después, se peinaba el flequillo blanco y relataba a media mañana subiremos a Riocastiello. Espero que se acordaran de enceder la estufa en las escuelas. Si no, vamos a morirnos de frío. Ni se te ocurra pedirle a un paciente que se desvista para auscultarle.
Posabas entonces la campana sujeta con el pulgar y el índice y cerrabas los ojos y de las olivas se aparecían sonidos que nunca antes habías escuchado. Muelles, lentos, con los perfiles redondeados y el tacto suave. Descubriste al fin las letanías de la pana, el palmeo de la lycra, el silencio hermético del algodón. Las dentelladas diminutas de los tejidos sintéticos. Y más allá, en lo profundo, piel, músculos, huesos, rincones flexibles de colágeno, crepitación de alveólos escasos de surfactante, cuerdas tendinosas a punto de reventar en cada diástole.

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