Revista Coaching
Es probable que su estrategia sea la resistencia contenida. Casi con toda seguridad, ya ha recurrido a activar todos los posibles cauces de ahorro, eliminando lo superfluo, pero acabando también con elementos que, sin llegar a ser productivos, potenciaban la cohesión de las personas y su identificación con la organización. Quizás se encuentre en ese momento en el que debe decidir cuántas personas deben abandonar la empresa. Es probable que ello suponga un golpe emocional considerable aunque también puede quedar en una amarga sensación de fracaso personal. En cualquier caso, sus perspectivas de futuro apenas si existen. Se contenta con vivir al día, quizás al mes. No tenía miedo a los retos, menos aún al trabajo, pero ha llegado a la convicción de que nada depende ya de usted y sus personas. La coyuntura, los mercados, la crisis, la mediocridad política, la ambición financiera, el caciquismo de nuevo cuño, la derrota social y algunas otras cosas más han acabado por convencerle de que ya sólo queda resistir y confiar en que, algún día, pueda pensar en algo más que en el mañana.
Si es así, siento decirle que se equivoca. Es cierto, los proveedores aprietan, los clientes escasean, las administraciones lo acosan, los bancos no existen. Pero resistir no es la estrategia. Resistir equivale a aceptar una lenta agonía resignándose a admitir que todo ha sido un fracaso.
Fracasados son los políticos, esos amigos de los banqueros que serán citados en los libros de historia como ejemplos de cobardía, trapicheo y mediocridad. Nadie duda de la existencia de políticos honrados y con deseos de servir a la sociedad, pero serán igual de cobardes si no se atreven a provocar la refundación de sus partidos o apartándose de ellos, fundan aquellos que deben ser el futuro.
Fracasados serán los consejeros y altos directivos de esta y aquella entidad financiera, esos mecenas groseros de los políticos, endiosados en su bruta ignorancia, uniformados de seda y oro, soberbios y prepotentes, sus nombres serán olvidados, cuando no maldecidos en su ambición sin límite.
Pero usted no es un fracasado, nunca lo será si desiste en su resistencia. No poder encontrar las respuestas no quiere decir que no deba formularse preguntas. Pero quien pregunta asume el riesgo de encontrar la nueva respuesta, aquella que le incomoda por ser tan evidente que parece llamarle idiota, aquella que le exigirá sacrificio, pero basado en el futuro, nunca en la miseria. Este país ha sobrevivido a turbas de truhanes peores que las que ahora nos acechan y lo ha hecho gracias a personas que se preguntaron por qué no podía ser de otra forma aunque, en muchas ocasiones, pretendieron haber alcanzado la verdad absoluta. Quien no se pregunta por el futuro es porque apenas puede soportar su pasado.
Abandone la resignación, tenga miedo a tener miedo, no confié en la resistencia, no admita la miseria de quien intenta hacerle pagar por sus pecados. Niéguese a admitir un fracaso que no le corresponde, asuma el error de haber confiado en la fortuna sin apenas buscarla, haber renunciado a sus deberes por tres o cuatro derechos de aquellos que todo lo regalan porque nada es suyo. No retroceda porque no volverá a encontrar la senda. No resista porque renunciará a soñar. No llegarán tiempos mejores por el hecho de esperarlos. No habrá más suerte con sólo desearla.
No se deje engañar por quienes ya lo hicieron. Ellos están muertos aunque quizás no lo sepan. Carecen de futuro y padecen el presente mientras añoran un pasado de excesos y mentiras. Deje que se pierdan en el olvido al que están condenados. Usted no es un fracasado, nunca lo será si continua adelante. Abandone los probables, construya lo posible y sólo entonces dejará atrás este mal sueño que otros intentan convertir en pesadilla.
Queda mucho por hacer, prácticamente todo. ¿Qué espera para empezar a convertir su futuro en presente?