Revista Opinión

Obama, el débil

Publicado el 08 septiembre 2013 por Cronicasbarbaras

Inmediatamente después del supuesto ataque con gases tóxicos del dictador Bashar al-Asad contra su población, el 21 de agosto, el premio Nobel de la Paz Barack Obama prometió responderle militarmente con todo el poderío de EE.UU., igual que habría hecho George W. Bush.

Pero, poco a poco, ha ido dudando como un nuevo Jimmy Carter, el presidente entre 1977 y 1981 al que ridiculizó en ayatolá Jomeini.

Mientras repite que fue elegido “para la paz, no para la guerra”, debate el alcance de su acción, y aunque realmente su gran objetivo tras Siria sea el Irán que prepara bombas nucleares, ha trasladado sus decisiones a un Congreso estadounidense dividido, además de a unos consensos internacionales que no consigue.

Igual que se presenta como negro, pero también es mitad blanco, en política mantiene esa bivalencia mestiza que parece volverlo indeciso.

Así, desde su primer mandato anunció el cierre inmediato de la prisión de Guantánamo, pero cinco años después quedan allí 165 jihadistas semiolvidados.

Ha sido incapaz de aprobar el sistema de seguridad social que había prometido, y lo ha suavizado tanto que terminará en una reforma de los actuales Medicare y Medicaid, que atienden ya a necesitados y ancianos.

Mientras, se le escapan los espías que denuncian el espionaje al que su Gobierno somete al resto del mundo, incluidos los países amigos.

Obama mostró su liviandad, hoy culposa, en su discurso de junio de 2009 en la universidad musulmana de Al-Azhar, El Cairo, al presentar al islam como motor de la democracia, cuando son exactamente contrarios.

Sus palabras despertaron a los Hermanos Musulmanes que pretenden adueñarse ahora, rivalizando con el wahabismo saudita y el chiísmo, del Oriente Próximo, incluida Siria, donde quizás su cercana Al-Qaida fue la autora de los bombardeos tóxicos.

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