Revista Opinión

Objetivo: pensiones

Publicado el 30 noviembre 2012 por Germán García Tomás @Prima_lamusica
La tan temida intervención en el sistema público de pensiones por parte del Gobierno español ha tenido ya anuncio. Al final el Gobierno ha tomado la decisión de no aplicar a los pensionistas la desviación de la inflación en 2012, por lo que nuestros jubilados tendrán una pérdida de poder adquistivo de 1,9 puntos, al situarse el IPC actualmente en 2,9% y haberse aumentado este año las pensiones únicamente en un 1%.
Objetivo: pensiones
Lo único que se aplicará en 2013 será una ridícula (e inapreciable en los bolsillos) subida mensual de un 1% para las pensiones mayores de 1.000 euros y un 2% para las que sean inferiores a dicha cantidad.
La causa esgrimida de esta notable pérdida de poder adquisitivo de los jubilados en relación al coste real de la vida: la de ahorrar en las menguadas cuentas de la Tesorería de la Seguridad Social, ya que les es imposible afrontar la actualización al 1,9%. Las cuentas públicas no cuadran respecto a lo que exige Bruselas y ahora se ha tenido que tocar la hucha de las pensiones. Y se vuelve a presentar como otra medida necesaria, para asegurar el propio sistema de pensiones.
Por si fuera poco, el Gobierno, en un nuevo ejercicio de cinismo por haber incumplido una promesa electoral más, ¡pide un esfuerzo solidario a los jubilados! Esto ya adquiere cotas de un caradurismo y una desfachatez bochornosos. Al final los mayores, que se han labrado una vida de duro y constante trabajo cotizando, tienen también que pagar los efectos de una crisis que ellos no han provocado. Con subirles los medicamentos no ha sido suficiente. Zapatero les congeló las pensiones y ahora el PP les da la puntilla.
Nuestros gestores políticos parecen estar alejados de la realidad cotidiana y el crudo día a día de la gente, en su permanente nebulosa dialéctica. Por ello, parecen ignorar que muchas familias con niños pequeños o con todos los miembros en edad de trabajar en situación de desempleo, viven únicamente llegando malamente a final de mes con la pensión mensual de los abuelos. Es más, el colmo del mal de algunos pensionistas es que en plena burbuja inmobiliaria cometieron la fatal imprudecia de avalar a sus hijos o parientes más cercanos para que éstos pudieran adquirir el tan ansiado préstamo hipotecario.
Lo que es aún más penoso es que al final los que dirigen nuestros destinos vuelven a escaquearse del tan urgente reto: el de adelgazar un monstruo administrativo colosal, fuente principal de todos los despilfarros pasados. Pero claro, unos señores que forman parte de una megaestructura de complejas relaciones e interconexiones, muchas de ellas unidas con la argamasa de los favores, no pueden asestar la tijera a las firmes cuerdas de las que está atado. Sería cortar una de ellas y ahorcarse a sí mismos.

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