Cuando te inscribes para mi boletín bisemanal (muy personal, porque no comparto su contenido ni aquí ni en las redes sociales), te suelo preguntar sobre el reto que no te deja dormir en este momento. Las respuestas son muy variadas, aunque destacan dos problemas: caos en casa y caos en la agenda.
Ambas situaciones generan estrés y agobio hasta el punto de que no te puedes concentrar en nada. Sientes que llegas tarde, que no encuentras nunca lo que necesitas, y que tu mal humor espanta hasta al perro. Para distraerte te conectas un ratito al Facebook solo para que te recuerdan de lo importante que es la meditación diaria, el deporte regular, la alimentación sana y los encuentros con los amigos. Estarías encantada en cumplir con todo, si tan solo alguien te concedieran unas dos o tres horas adicionales al día.
Cosas vs casos
Comparado con el sobrepeso de la agenda, tener demasiadas cosas parece casi una situación trivial. Basta invertir un minuto cada día para despejar el caos que te rodea, un minuto que te permite por lo menos reconquistar la tranquilidad de tu hogar. Te encantaría poder hacer lo mismo con tu agenda: aliviarla de todas aquellas actividades como si fueran atrapa-polvos de otra época.
¿Qué esperas?
En el fondo las actividades no son muy diferentes a las cosas. Es fácil añadirlos a tu día a día. Nadie te ha enseñado a rechazar un regalo, una invitación o una obligación. Ya encontrarás un lugar en tu agenda para que nadie se sienta ofendido. Y mientras guardas las cosas superfluas en el trastero o el altillo, las tareas y actividades poco deseadas se guardan al final de la lista de tarea - postergados hasta la eternidad.
Imprevistos, exigencias, procrastinación...
Yo divido estas tareas obsoletas en dos tipos de actividades. Hay aquellas tareas que desde hace meses voy arrastrando en mi lista semanal. Cada semana me propongo nuevamente que ahora sí las voy a resolver, mientras busco el ángulo perfecto para una foto de mi perro en Instagram. Son tareas puntuales y cualquier libro de productividad me diría de sacármelas encima cuanto antes en vez de enrollarme más. Mientras tanto, mi cerebro está ocupado de buscar otra razón por la que primero habrá que hacer otra cosa.
Además hay obligaciones que son buenas para mi salud física y mental (o eso se supone). Y si no fuera por los imprevistos y la planificación semanal, estoy segura que los cumpliría al pie de la letra. Me encantaría caminar una hora al día, hacer otra hora de yoga, asegurarme de que nunca haya que recurrir a la pasta fresca (digamos dos horas para cocinar - y comprar los ingredientes?) y meditar como mínimo media hora. Claro que también me gustaría dedicarle más tiempo a la lectura, escribir más e irme a dormir más temprano.
Y prometo que cuando alarguen el día a 27 horas o más, me ocuparé de ello.Una tarea menos - una exigencia menos
Ni hoy, ni mañana, ni nunca. Porque la lista de tareas se ha convertido en tu altillo de actividades. Es urgente que empieces a deshacerte de algunas de las obligaciones que tanto te agobian.
Cuando se trata de tus pertenencias, te pregunto: si no lo has utilizado en seis meses, ¿para que lo guardas? En caso de tu agenda te pregunto: si lo has postergado más de seis semanas, ¿por qué lo sigues arrastrando contigo? Delégalo, bórralo, o si es demasiado doloroso aceptar que no podrás, guárdalo en una lista aparte. La "lista de algún día" siempre estará ahí por sí deciden alargar el día.
Aprende a decir que no - a los demás y a ti misma
Revisa tu agenda y date cuenta de todas aquellas cosas que haces de mala gana. O porque lo has hecho siempre, o porque te lo ha enchufado otra persona. ¿A cuáles de estas actividades puedes renunciar - o evitar que se "renueven" en tu nombre? Practica a decir que no, siempre que no estés super entusiasmada.
¿Y tu salud física y mental? Aquí también tienes todo el derecho del mundo de hacer compromisos. Científicamente 10 min de meditación al día ya generan efectos positivos en tu cerebro. Mientras tanto he renunciado a mi exigencia personal de cumplir todo al 100%. Lo importante es que haga algo positivo para mi todos los días (o la caminata o el yoga o una mega sartén de verduras salteadas...) sin exigirme de hacerlo todo. Lo importante es sentirme orgullosa de lo que sí he hecho en vez de machacarme por todo aquello que teóricamente haría si fuera un yogi en las montañas del Himalaya.
¿Qué puedes sacar de tu agenda esta semana? ¿Y qué tareas puedes archivar para siempre?