Oda al padre

Hace unos días me preguntaron que si al conocer a mi pareja no pensé en él como padre. Confieso que no, que al principio no tenía eso en mente, confieso que no comencé una relación pensando en mis futuros hijos sino en mi corazón loco. Confieso que en realidad lo que pensé fue a ver si le gustará a mi padre jajaja

Me he criado bajo la placenta virtual de un padre entregado, un padre único al que adoro, al que quiero mucho y con el que comparto muchas cosas. Con el que discuto, me rio y hasta sigo compartiendo muchas decisiones de mi vida. Hoy escribo esto mientras escucho Sabina y sostengo mi lágrima en el ojo. Hace unas horas el monillo me ha preguntado qué haría si mi padre se muriera. Y en soledad delante del mi teclado he pensado, en lo mucho que lloraría, en lo difícil que se me haría seguir para adelante, pero sobre todo en que me quedaría sin mi mejor referencia, mi mejor escudo y mi mejor crítica.

A veces vivo conversaciones donde se ensalza el papel de madre hasta unos límites insospechados y sinceramente me rebelo. Considero que me he criado en una casa donde la corresponsabilidad era patente y dónde el padre era tanto o más que la madre. A veces nos olvidamos de esos hombres que pierden la vida por sus hijos cruzando el mar, que trabajan horas para llevarles comida a casa o sencillamente se pasan horas en el parque jugando y compartiendo con ellos.

No voy a escribirle a mi padre, porque ya lo hice en su día. Hoy le escribo al hombre que se acuesta cada noche a mi vera, a ese que la paternidad le sonaba a chino hace años y que seguramente le daba hasta alergia. A ese que se ha levantado mil noches , que ha dado biberones por doquier, que ha cambiado pañales, que baña cada noche, que nos lleva a todas partes, que recoge y ordena con más ahínco e ímpetu que yo. Pero sobre todo a ese que ha sido el mejor padre que podrían tener y que nunca podrán imaginar. A ese que reciben gritando y despiden llorando, a ese que les levanta por los aires o les permite los caprichos. A ese que grita cuando la paciencia se agota pero ríe las tonterías y canta con alegría.

Sencillamente ese que un día me robó el corazón y ahora se lo ha robado a ellos.

Aita es la palabra que resume amor, entrega, tiempo, lucha, protección y dolor. Cada una en su justa medida. A veces se nos olvida que compartimos el mejor regalo de nuestra vida con ellos...

Hoy si eres padre y lees esto quiero que sepas que para tu hijo eres una pieza clave en su vida. Su puzle vital se terminar cuando tu pones tu parte de las piezas. Qué el solo ve un héroe en el que reflejarse y salvaguardarse. No le falles, porque la vida es muy larga y ya tendrá tiempo de tropezarse, que mejor que saber que habrá alguien para levantarle.

¡Feliz día del padre a todos pero en especial al mío y al de mis hijos!