Revista Cocina

Odio el plátano y él me odia a mí.

Por Lapastanoengorda
Odio el plátano y él me odia a mí.

Holi... Este no es un post divertido, es una trágica historia de odio, rencor y venganza... Tengo que decir que yo soy pacífico con el plátano, siempre empieza él. Yo intento pasar, he seguido los consejos de mis amigos e intento ignorarlo y hacer como si no estuviera pero él siempre vuelve, me persigue, no tengo ni idea de cómo sabe dónde voy pero aparece cuando menos me lo espero. Ahora hasta lo hace por Instagram. Basta ya, joder.

Lo primero que tengo que decir es pensaba poner una foto de un plátano real y pixelarlo para que no se viera, pero para hacerlo, tenía que coger un plátano, hacerle una foto y todo ese rollo y la verdad es que paso, descarté enseguida esta opción. También pensé hacer una ilustración pero me pasaba lo mismo, tendría que fijarme en una foto de un plátano, o lo que es peor, un plátano físico y también lo descarté enseguida. La mejor opción era poner un plato de cerámica bonito, que concretamente está hecho por Turbot Design y que cada cual se imagine su horrible forma, color y textura.

En efecto odio el plátano, mucho. Es una cosa con la que nací, mi familia dice que cuando era un bebé y todavía no había desarrollado mi gusto personal hacia nada ni nadie, me ponían un plátano en la mano y ponía caras de repugnancia. No quiero ni imaginarme cuando lo tenía que comer, supongo que para el plátano era muy divertido hacerme rabiar cuando aún era un pequeño indefenso que lo más que podía hacer era llorar y escupir.

Odio el plátano por muchas cosas. La primera de ellas es su olor ¿hola? huele horrible, además se expande con la facilidad que tiene el gas de ocupar el mayor espacio posible. Si alguien se está comiendo un plátano en la habitación de al lado, su olor tiene la capacidad de atravesar las paredes para venir a atacarme. La gente que me conoce sabe que es mejor evitar comer plátanos en el mismo lugar en el que me encuentro. Quiero dar las gracias a toda la gente que me quiere y evita comer plátanos delante de mí. También quiero dar las gracias a todas las personas que cuando quieren comerse un plátano se van a otra sala y antes de volver donde estoy yo, se duchan y se lavan los dientes finalizando con enjuague bucal.

Otra cosa que hace que el plátano me parezca repugnante es su textura. Es como una especie de puré condensado que han intentado reconstruir y darle una forma fálica para que a la gente le guste más, pero en realidad es arenoso y supongo que se deshace muy fácilmente cuento lo masticas. Tengo una imaginación muy explícita y prefiero no seguir hablando de su textura.

El color del plátano tampoco viene a cuento ¿esas manchas negras qué significan? Significan peligro, es la forma que tiene la naturaleza de decirnos que no hay que comérselo y no le hacemos ni caso. Además cuando madura se vuelve oscuro de repente, sin previo aviso, llegando a tener un color horrible que mi intuición me dice claramente que se trata de algo no comestible que debería estar siento material de compost y aun así hay gente que no se da cuenta y se atreve a pelarlo tocándolo sin guantes, descubriendo un interior que es aún más blando que cuando estaba en buen estado y tiene zonas oscuras horribles con pinta medio gelatinosa y aun así se atreven a meterlo en su boca masticándolo y desprendiendo un olor aún más fétido e intenso que el original y que me ataca todavía más.

Pero el plátano tiene mucho potasio Cristian... Enserio te crees que es el único alimento del mundo que tiene potasio? Sabes lo que tiene mucho potasio también? El brócoli 🙂 No hay ninguna necesidad de comer plátano, no te montes historias para excusarte.

Cuando alguien me pide que le acerque un plátano le digo que no y me voy corriendo. Paso de tocarlos. Alguna vez me ha tocado hacerlo cuando los plátanos se ponen encima de alguna fruta que me gusta mucho como un mango o unas mandarinas para que no pueda verlas ni comérmelas hasta que se pongan malas. Para tocar el plátano, lo mejor es coger una servilleta del suficiente grosor como para que ningún milímetro de su blanda piel entre en contacto con los dedos y con una distancia más que prudente, los agarro con extrema prudencia de la parte dura, la parte que une con el árbol del que nunca tendrían que haber salido y rápidamente los muevo a otro sitio para poder disfrutar de las frutas que sí merecen la pena y que los plátanos pretenden ocultarme.

De los ambientadores que huelen a plátano no pienso dar detalles. Reconozco que algunos estampados de plátanos pueden resultar bonitos cuando están muy sintetizados, el de Warhol me parece demasiado explícito.

Paso de seguir hablando, me voy a comer mandarinas. Muak.

Odio el plátano y él me odia a mí.

Volver a la Portada de Logo Paperblog