Revista Cultura y Ocio

Ol’ Waylon. Waylon Jennings, 1977

Publicado el 05 septiembre 2015 por Eduardodefrutos

ol' waylon
Hoy vamos a escuchar uno de los mejores discos de Waylon Jennings, Ol’ Waylon. En 1977, Waylon estaba en el punto álgido de su carrera y, con este álbum, el público cayó rendido a sus pies. Si Wanted! The Outlaws (1976), que recopilaba trabajos de cuatro artistas diferentes, entre ellos del propio Jennings, fue el primer disco de platino de la música country, Ol’ Waylon lo sería de un artista en solitario.
Luckenbach, Texas (ya escuchada aquí) es la primera canción del álbum y “culpable”, en gran medida, de este éxito sin precedentes. Otra de las obras cumbre es una versión del clásico de Kenny Rogers Lucille, que también hemos escuchado aquí. El disco, editado por RCA Victor y reeditado en tres ocasiones en CD (1997, 2000 y 2009), fue producido por Chips Moman (el de Elvis Presley), y concentra 11 canciones en su poco más de media hora de duración.
Sweet Caroline, de Neil Diamond, es otra de las versiones que incluye el álbum. Diamond la escribió en 1969, y en una entrevista declaró que se había inspirado en la hija de John Fitzgerald Kennedy, Caroline, que a la sazón tenía 11 años. Escuchemos la interpretación country de Waylon.

Satin Sheets, que nada tiene que ver con el tema homónimo de Jeanne Pruett, fue escrita y grabada por primera vez por Willis Alan Ramsey en su disco de debut de 1972. Waylon Jennings la recuperó para este.

Belle of the Ball es el único que escribió Waylon personalmente. La letra habla de una belleza sureña que “como Scarlett O’Hara no amaba a nadie pero los quería a todos”, y causa sensación en el baile.

Uno de los grandes compositores de country, Jimmy Webb, le ofreció If You See Me Getting Smaller.

Buddy Knox escribió I Think I’m Gonna Kill Myself que, en la voz de Waylon, suena así.

Till I Gain Control Again, de Rodney Crowell, la han grabado artistas como Emmylou Harris, Willie Nelson o el propio autor. Jennings nos brinda una potente versión del tema, que habla de la adoración que siente un hombre hacia su pareja (“me encanta pasar las mañanas como un rayo de sol bailando sobre tu piel”) y espera que, ante las dificultades, le abrace hasta que recobre el control.


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