Revista Salud y Bienestar

Olor

Por Pedsocial @Pedsocial

OlorLos órganos de los sentidos son esenciales en la vida de relación. Ya os he contado alguna otra vez que no son sólo cinco. Una vez, discutiendo con un cura, me salieron diecisiete sentidos. Pero de los clásicos cinco, al que solemos dar menos consideración es al olfato. Y decimos consideración que no importancia. La biológica claramente, pero también la social. Todas las culturas dedican grandes esfuerzos a modificar los olores ambientales. Los perfumes forman parte de las sociedades desde tiempo inmemorial, especialmente en Asia, de donde proceden la mayor parte de los productos aromáticos. En este lado del Mediterráneo el romero, el tomillo y el espliego perfuman nuestra realidad.

Un colega pediatra me confesó que se perfumaba con una conocida colonia de bebés (el nombre es el diminutivo que usan en Cantabria para niño pequeño) porque a los niños–y a las mamás–les inspiraba confianza.

Pero esos son los olores añadidos, los perfumes. La gente huele y, a veces, no siempre bien. Los bebés huelen a esa mezcla de leche, regurgitación, cacas y pipís si no se les cambia a menudo. Los adultos también huelen. A veces es el cuerpo, el olor corporal, pero también huele el aire que exhalan, vinculado a la alimentación y a la digestión. Algunas actividades laborales, y no sólo el sudor, acaban impregnando piel y ropas: pescadores y pescaderos, pintores, químicos, etc.

Los hospitales olían hasta hace poco. Un olor característico generado por la utilización de algunos carburos aromáticos como el eter o el alcohol. Y eso mezclado con el de los fármacos. El más característico: la vitamina B1. O la tintura de yodo. Como esos productos se emplean menos ya apenas se nota. Aunque el laboratorio de bacteriología continua oliendo a indol y el de Anatomía Patlógica a formol.

Los adolescentes, en una combinación de efluvios hormonales y resistencia a la higiene cotidiana, huelen. Bastante. Más si frecuentan ambientes cerrados, aunque ahora, con la prohibición de fumar, se nota menos.

Hoy día pocos facultativos añaden observaciones sobre el olor en los registros de historias clinicas, pero los textos clásicos de Propedéutica eran bastante explícitos en sus descripciones: hay que explorar a los pacientes con los cinco sentidos. Y valorar lo que los olores representan en las relaciones sociales.

X. Allué (Editor)


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