Revista Europa

Olvidando el segundo idioma

Por Alba Alba Jiménez Romero @fromSpaintoUK

Muchos de los que estáis leyendo esto, al igual que nosotros, contáis con un segundo idioma – gallego, catalán, euskera… o español, si vuestra lengua materna es otra.

Jesús y yo hemos crecido y vivido la mayor parte de nuestra vida en Cataluña, de ahí que el catalán haya sido siempre nuestro segundo idioma (nuestras familias son castellano parlantes, por lo que la lengua materna de ambos es el español).

bocadillos de conversación

Para nosotros, al igual que para todos los que hayáis crecido en un entorno prácticamente bilingüe, el segundo idioma es casi tan natural como la lengua materna, algo interiorizado y casi subconsciente, que se da completamente por sentado. No obstante, esto puede llegar a cambiar al emigrar o vivir durante un tiempo en un país donde se habla un idioma diferente, ya que, según nuestra propia experiencia personal y la de otras personas de nuestro entorno en UK, el “nuevo” idioma se convierte en una especie de invasor a medida que empieza a ser más fuerte y común en nuestro día a día.

Mezclando inglés y catalán

En nuestro caso personal, en nuestro entorno cercano en Londres tenemos a personas cuya lengua materna es el español, pero ni Jesús ni yo estamos en contacto con personas que hablen catalán. A esto se le suma el hecho de que nuestra familia y amigos cercanos en España hablan casi siempre en español, por lo que nuestras oportunidades de mantener conversaciones en catalán de un modo espontáneo y natural han ido disminuyendo a medida que el tiempo que llevamos viviendo en UK ha ido aumentando.

La primera vez que tuvimos conciencia de que el catalán había entrado en conflicto con el inglés fue hace dos veranos, en unas vacaciones en Menorca. Fuimos a alquilar un coche y la chica de la tienda, al ver en nuestros documentos de identidad que éramos de Barcelona, empezó la conversación en catalán, algo que a ambos nos pareció de lo más normal. No obstante, a medida que Jesús iba respondiendo a preguntas que la chica le iba realizando, la situación se volvía de lo más cómica, ya que inconscientemente Jesús mezclaba en sus repuestas palabras y expresiones en inglés y en catalán. La chica, como es de entender, se lo pasó en grande, llegando a decir que habíamos sido los clientes más divertidos del verano…

Dos idiomas convertidos en flatmates

A nosotros el “incidente menorquín” nos pareció una anécdota divertida, y yo me mofé de Jesús un montón, pues a mí –todavía- no me no me había sucedido nada parecido. No obstante, en las siguientes visitas a Barcelona, empezamos a notar que esto se repetía y que a mí también me empezaba a suceder.

Es como si cada vez que surgiese una conversación espontánea en catalán (cuando pedimos la comida en un restaurante, por ejemplo) nuestro subconsciente fuera a buscar en el edificio de los idiomas de nuestro cerebro, y al abrir la puerta del piso del segundo idioma, donde siempre había vivido solo y cómodamente el catalán, se encontrara a éste compartiendo piso con un nuevo inquilino, el inglés, haciéndole no tener muy claro a quién invitar a la fiesta del habla en esa situación.

¿Sólo nos pasa a nosotros?

Al principio de ser conscientes de esta circunstancia, pensamos que era una paranoia nuestra, y que sólo nos pasaba a nosotros, que debíamos estar volviéndonos más tontos cada día… No obstante, hemos comentado esto con más personas bilingües que han vivido largas temporadas en otros países, sufriendo una inmersión casi total en una lengua diferente a la materna y al segundo idioma, y les ha sucedido algo parecido.

Una de estas personas que nos confirmó que no se nos está yendo la cabeza, y que esto no nos pasa sólo a nosotros, es el profesor Ronan O’Donell, que ha publicado varios artículos en este blog, en la sección “Tu cita con el inglés”. Ronan es de origen irlandés, aunque ha pasado la mayor parte de su vida adulta en Inglaterra. El inglés es su lengua materna, y el idioma irlandés (o gaélico irlandés) ha sido siempre su segundo idioma. Hace un tiempo, Ronan pasó varios años viviendo en Italia. La inmersión lingüística le hizo aprender el idioma rápidamente, pasando la mayor parte de su tiempo en Italia hablando inglés e italiano. Cuando su etapa en Italia finalizó, Ronan fue de visita a Irlanda, y se encontró en la misma situación que Jesús y yo cuando viajamos a Barcelona – al no haber hablado en irlandés durante su estancia en Italia, Ronan mezclaba palabras de las dos lenguas cuando intentaba expresarse en el que siempre había sido su segundo idioma.

Parte de nuestra indentidad

Imaginamos que, siguiendo con el símil anterior, a medida que los años vayan pasando, y por mucho que el inglés se mude a la habitación principal del piso que comparte con el catalán en el edifico de los idiomas de nuestro cerebro, este último ha sido siempre nuestro segundo idioma, y mucho tendrían que cambiar las cosas para que llegáramos a ser completamente incapaces de hablarlo.

Si volviéramos a Barcelona en unos años, estamos convencidos de que, tras unos días de inmersión lingüística, el catalán volvería ocupar el sitio que ocupaba antes – seguiría compartiendo piso con el inglés, pero volvería a hacerse con la habitación principal. Si, por el contrario, nuestra vida a medio y largo plazo sigue estando en UK, tendremos que esforzarnos para mantener el catalán activo, y evitar así parecer lerdos o incluso pedantes cuando vamos a tomar una cerveza al bar de nuestro barrio en Barcelona y nos salen palabrejas en inglés… Además, si algún día tenemos hijos y estos nacen y crecen en Reino Unido, a ambos nos gustaría que aprendieran el catalán, ya que es un idioma que forma parte de nuestra identidad, de quiénes hemos sido, somos y seremos.


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