Revista Arte

Olvidémonos del miedo: 7ª Bienal de Berlín

Por Camilayelarte @camilayelarte
¿Qué puede hacer el arte en concreto para propiciar un cambio político? Buscar la respuesta a esta pregunta es la base del trabajo que Artur Zmijewski y Joanna Warsza han desarrollado como comisarios de la séptima edición de la Bienal de Berlín. No es una bienal de tesis es una bienal de acción, de una acción que trata de ampliar los límites de la función del arte en la sociedad. No se trata de abordar la política en el arte del modo en que lo ha hecho la Bienal de Estambul con la sutileza y la estética de la obra de Félix González-Torres como trasfondo, sino de buscar qué acciones concretas están llevando a cabo algunos artistas de modo que estén provocando un verdadero cambio político y social.

Olvidémonos del miedo: 7ª Bienal de Berlín

Vista exterior del KW Institute for Contemporary Art durante la 7ª Berlin Biennale. Foto: Camilayelarte

El resultado de este No a la estética es el de una bienal que incluye en su discurso cuestiones incómodas que el mundo del arte, incluso aquél que se considera político a menudo evita plantear, que consigue acercar un evento artístico e institucional a las problemáticas y a los movimientos que están sacudiendo las bases del sistema económico y social europeo, una bienal que se aleja del elitismo y del discurso cerrado sobre sí mismo que tan a menudo encontramos en el mundo del arte. La práctica artística se entiende aquí como una pieza más dentro de una mecánica social que provoca el cambio, cualquiera que éste sea, una herramienta capaz de desequilibrar las bases del sistema cuando entra en contacto con otros elementos que no le son ajenos sino complementarios.

Olvidémonos del miedo: 7ª Bienal de Berlín

Pasillo de acceso a la zona ocupada del KW, 7ª Berlin Biennale, 2012. Foto: Camilayelarte

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Occupy Biennale. 7ª Berlin Biennale, 2012. Foto: Camilayelarte

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Occupy Biennale. 7ª Berlin Biennale, 2012. Foto: Camilayelarte

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Occupy Biennale. 7ª Berlin Biennale, 2012. Foto: Camilayelarte


La exposición se desarrolla en cuatro sedes, la principal el KW Institute of Contemporary Art y el resto en la Akademie der Künste, la DeutschlandHaus y la iglesia St. Elisabeth-Kirche. La ocupación por parte de los distintos movimientos de indignados europeos de uno de los espacios del KW es tal vez el gesto más significativo de los organizadores de la Bienal. El peligro que corre su inclusión en un espacio institucional  es el de caer en la escenificación del movimiento en sí y no en trasladar su esencia. Algo de escenografía se respira, inevitablemente aquí no se trata de una ocupación espontánea sino de una invitación bajo total libertad de movimiento. Pero pararse a mirar la ocupación de los indignados desde fuera sería erróneo, el valor de su presencia se halla en el proceso que han activado dentro de ese espacio, en las cuestiones que abordarán y los temas que se tratarán a lo largo del periodo que dure la bienal. Posibilitar la presencia de un movimiento social dentro de un marco institucional es ampliar los límites de éste y cuestionar su significado. En los tres días que visitamos la ocupación pudimos ver la película La classe operaia va in paradiso de Elio Petri, por cierto, también estaba por allí Tere Recarens, ver cómo se preparaban las manifestaciones para el 1 de mayo, y atender alguna de las asambleas que se celebran cada día al mediodía. Veremos cómo se progresa.

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 Key of return, 7ª Berlin Biennale, 2012. Foto: Camilayelarte


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Vista de la oficina desde donde se ha creado la ArtWiki, gracias al trabajo de 18 voluntarios que han digitalizado el contenido de 6.000 solicitudes de artistas. 7ª Berlin Biennale, 2012. Foto: Camilayelarte

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Solicitudes todavía por incluir en la ArtWiki. 7ª Berlin Biennale, 2012. Foto: Camilayelarte

No sólo de ocupaciones está hecha la muestra en el KW Institute, otra de las iniciativas que marca la diferencia en el modo en cómo la Bienal entiende el sistema del arte es el da la creación de una ArtWiki, una base de datos de libre acceso para que todo artista que así lo desee pueda compartir su trabajo en la red. Este proyecto que nos recibe en la entrada de la exposición no es otra cosa que un ejemplo del modelo de conocimiento compartido aplicado a un evento artístico como es una bienal. Lo que vemos en el KW es la oficina que ha recogido la información de todos los artistas que han respondido y están respondiendo a la Open Call, junto con un mapa conceptual creado por Burak Arikan sobre el pensamiento político y las ideologías de los artistas que participan en la Wiki y en la misma bienal.

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Burak Arikan, Network Map of Artists and Political Inclinations, 2012. 7ª Berlin Biennale. Foto: Camilayelarte

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Vista parcial de la instalación de Martin Zet, German gets rid of it, 2011-2012, 7ª Berlin Biennale. Foto: Camilayelarte

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Jonas Staal, New World Summit, 2012. 7ª Berlin Biennale. Foto: Camilayelarte

La exposición en sí no exhibe tanto obras/objeto, con excepción de la llave que nos recibe en el patio del  KW como símbolo palestino del hogar perdido y transportado en un viaje simbólico desde el campo de refugiados de Aida hasta el cortile del KW, sino instalaciones de proyectos que se han llevado a cabo o se están llevando a cabo y que indagan cuestiones políticamente incómodas. Este es el caso de la instalación de Martin Zet, Germany Gets Rid Of It, que cuestiona el nazismo latente en la sociedad alemana analizando el éxito que ha tenido en los últimos tiempos la publicación de un libro de extrema derecha escrito por Thilo Sarrazin. Zet lanzó una campaña de recolecta de los más de 60.000 ejemplares vendidos, un gesto de por sí incómodo (recordemos la quema de libros del tercer Reich) logrando únicamente recolectar cuatro ejemplares que son los que están en muestra. Otro de los proyectos que pone el dedo en el ojo, es el de New World Summit de Jonas Staal, un ejercicio que pone en tela de juicio el sistema democrático actual al plantear la posibilidad de crear un parlamento formado por todos aquellos grupos políticos considerados externos al juego democrático. La violencia es una mala forma de expresar ciertas ideas y reivindicaciones, defiende Staal, pero no por ello hay que darles la espalda. Reconozco que la proliferación de banderas con sables y metralletas inquietaban un poco.

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Antanas Mockus, Blood Ties, 2012. 7ª Berlin Biennale. Foto: Camilayelarte

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Teresa Margolles, PM 2010, 2012. 7ª Berlin Biennale. Foto: Camilayelarte


Ahora bien, la pregunta de la Bienal es ¿qué puede hacer el arte de concreto? Pues bien, concreto es el reto lanzado por el alcalde de Bogotá, Antanas Mockus con Blood Ties, en una instalación que nos pide la donación de sangre para disminuir las muertes por narcotráfico en la capital colombiana: una bandera suspendida sobre un barreño de agua baja cada día tres centímetros, para que no se moje debemos donar simbólicamente un poco de nuestra sangre, si así lo hacemos él como alcalde de Bogotá se compromete a bajar los niveles del crimen de su ciudad. Menos teatral que Mockus pero de más larga duración es el proyecto Gentifrication program que el Institute for Human Activities desarrollará en los próximos años en el Congo, las reflexiones que esta asociación plantea entorno a los conceptos de recepción y intervención del arte en la sociedad son altamente recomendables.

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Marina Naprushkina, Self #Governing 2011-2012.  7ª Berlin Biennale. Foto: Camilayelarte


Olvidémonos del miedo: 7ª Bienal de Berlín

Yael Bartana y los esquejes de Auschwitz para replantar. 7ª Berlin Biennale. Foto: Camilayelarte


Por algunos momentos a uno se le olvida que esté visitando una bienal de arte, la búsqueda del objeto y de la experiencia estética nos abandona ya en las primeras salas del KW, las instalaciones que equilibran en cierto modo el binomio arte/política son las de Teresa Margolles con los titulares sensacionalsitas de PM o los murales de Marina Naprushkina.  En cuanto a la poética que se puede esconder tras una acción, de los pocos que le saca provecho Yael Bartana al invitarnos a replantar los árboles de Auschwitz a otros lugares de Berlín (o del mundo) como símbolo de regeneración de la memoria histórica.

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Joanna Rajkowska, Born in Berlin, 2012. 7ª Berlin Biennale. Foto: Camilayelarte

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Vista exterior de la St. Elizabeth Kirche, 7ª Berlin Biennale. Foto: Camilayelarte

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Vista interior de la St. Elizabeth Kirche, 7ª Berlin Biennale. Foto: Camilayelarte

La obra que podríamos haber encontrado en otra bienal y sensible de adaptarse a otros discursos curatoriales, es la videoinstalación de Joanna Rajkowska, Born in Berlin, continuación del Letter to Rosa que vimos en el Gallery Weekend. Se trata de  un viaje en paralelo entre el embarazo y nacimiento de su hija Rosa con el pasado político que Berlín prefiere no mirar, un acto de regeneración de las heridas, algunas de ellas irreversibles,  donde el componente político se vuelve íntimo, poético y también triste. En la St. Elizabeth Kirche en cambio se respira alegría de vivir, Pavel Althamer ha habilitado el espacio de  la antigua iglesia para que aquél que así lo deseé exprese lo que crea conveniente. Se puede ver un poco de todo, en cierto modo el gesto recuerda a la plastelina moldeable en la Bienal de Venecia, esa necesidad de participación por parte del público, de incluirlo como agente activo.

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Ludwig Peter Kowalsi, Vitrales con los escudos de las regiones de Alemania, 7ª Berlin Biennale. Foto: Camilayelarte

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Vista del dibujo de uno de los exiliados en muestra en la exposición sobre los procesos migratorios en Alemania. 7ª Berlin Biennale. Foto: Camilayelarte

El uso de la Deutschlandhaus como sede para la bienal es un gesto en sí mismo, el continente, independientemente del contenido es un gesto político en sí mismo. Sede del ministerio de trabajo durante el tercer Reich, en los años 60 se convirtió en la casa de la defensa de la memoria de los territorios germanos (tanto del bloque comunista como del occidental). En su interior, la decoración del propio edificio se ha incluido como parte del discurso de la bienal. Los vitrales con los escudos de las distintas regiones alemanas, de Ludwig Peter Kowalsi y una escultura en conmemoración a los exiliados del artista del Tercer Reich, Hermann Joachim Pagels, entran en contexto con el trailer de una de las acciones del programa de la bienal,  la recreación de la Batalla de Berlín, así como con la exposición organizada por la Flight, Expulsion, Reconciliation Foundation para conmemorar y preservar la memoria de los procesos migratorios (forzados o no) de la historia de Alemania. Ante estas dos propuestas es donde adquiere valor y sentido el título de esta bienal, Forget Fear, olvidémonos del miedo, del miedo a entender qué somos, qué fuimos y hacia donde vamos, atrevámonos a plantear cuestiones incómodas a mirar lo que no nos gusta, a señalar con el dedo lo político y lo incorrecto. La Bienal de Berlín es valiente porque abre la puerta a entender lo que es Europa hoy en día teniendo presente su pasado, porque plantea los retos a los que debemos enfrentarnos, pero sobretodo porque se atreve a demostrar que el arte es una de las herramientas para provocar ese cambio.

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