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On était beau

Publicado el 01 mayo 2021 por Claudia_paperblog

Me pide que ponga música para que no se oigan nuestros gemidos. ¿Sueño o realidad? Cuando me inclino sobre el portátil, posa su mano sobre la curva de mi espalda y empuja suavemente. Se agacha. Me muero de placer. Abro Spotify y aparece Billie Eilish, lo que estaba escuchando antes de que llegase. Dudo. No sé si darle al Play. ¿Sueño o realidad? No me parece música para follar, pero se me escapa un jadeo y mi mente ya no puede pensar con claridad. Suena “Party favour”. Me sorprende, pero le gusta y nos pega, todo nos pega.

Quiero que me bese más, no puedo separar mi boca de la suya. A veces me mira con docilidad, otras con control, sus movimientos son seguros. Lo quiere todo, mi cuello, mi pecho, mi pelo, no mi vientre, como me prometió.

¿Lo prometió de verdad? Se me queda una imagen grabada, una gota cayendo de la punta de su pene al suelo. ¿Sueño o realidad?

Su piel es mi piel ahora, su sexo es el mío, y me gustaría alargar este momento para siempre. Si muriese haciéndolo con él, moriría feliz, le digo a Miguel. “El santo grial”, responde él, divertido, pero no es divertido, hablo en serio. No dejo de repetir “Esto es demasiado”, siento que explotaré con tantas sensaciones y me corro unos segundos antes que él, que se corre con un gemido largo y ronco.

Se tumba a mi lado y me abraza. ¿Sueño o realidad? ¿Lo he pensado o ha pasado?

Se limpia con la toalla de las iniciales. ¿Estoy cometiendo una ofensa? Y se queda triste. Bueno, ya lo estaba cuando ha venido. Él dice que es cansancio, pero es tristeza, es confusión. No entiende el motivo, yo creo que sí. Esto seguirá pasando, a veces con más frecuencia, otras con menos, pero yo no me cansaré. Yo estaré ahí, sonriéndole a esa boca fina, a esa nariz que pide besos, a esos ojos doloridos.

El otro día escribí sobre Zúrich y lo mucho que echaba de menos cuando me daba la mano. Le di la mano, aún tengo el tacto de su piel en la palma y las yemas. ¿Verdad o mentira? Me sentí feliz, los dos con unas cervezas de más, riendo, la foto, bajando la cuesta con las manos entrelazadas, el abrazo, hablando sobre nuestros sentimientos, nuestros planes de futuro. Me escribe el domingo, me pregunta si estoy en la playa, le gustaría verme, está con unos amigos. Me gusta pensar que se acuerda de mí cuando ve el atardecer.

“Le amo, le amo, le amo”, pensaba sin parar mientras le abrazaba por la espalda en la moto y él corría a toda velocidad esquivando coches. ¿Me pasó o fue en una película?

Tengo ganas de salir a la calle, él mira el móvil cuando salgo, la mosca recorre el mundo en mi mapa, la pizza se hace en el horno de gas, le gustan mis pantalones hippies.

Me dice que soy única, más única que él. No es cierto. Los dos somos únicos. ¿Sueño o realidad? ¿Verdad o mentira? Le despido en la puerta y su lengua se abre camino en mi boca, me aprieta contra sí y me dan ganas de no soltarle. Se esfuerza, pero se queda raro. Se pasará esta sensación, te lo prometo.


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