Revista Cultura y Ocio

Opinión de fin de pelayo muñiz (con la colaboración de nicolás gaude)

Por Miss_cultura @miss_cultura
OPINIÓN DE FIN DE PELAYO MUÑIZ (CON LA COLABORACIÓN DE NICOLÁS GAUDE)
Mauro, Alba y Ángel no se conocen entre sí, pero sus vidas están mucho más relacionadas de lo que parece. Seremos testigos de algunos momentos muy concretos de sus historias personales, y aunque parece que ocurren más o menos simultáneamente, pronto descubriremos que no es así y que las escenas no siguen un orden cronológico estricto. Mauro entra en un bar al reconocer en él a alguien de su pasado reciente, con quien tuvo un encuentro que, aun siendo efímero, todavía perdura en su memoria. Ángel está a los pies de la cama de un hospital donde alguien permanece en coma. Alba intenta disimular en un restaurante, intentando ocultar el pensamiento que le taladra la cabeza: ¿por qué la vida la pone a prueba AHORA?

Serán los espectadores los únicos que podrán juntar las piezas para entender qué pasó y qué es lo que les une. Aunque para entonces, con el sonido del fin del mundo abalanzándose sobre ellos, ya no tenga mucho sentido. O quizá precisamente por eso, sea lo único que lo tenga.

El sonido de la lluvia cayendo hipnotiza al espectador al entrar en la sala, un cartel luminoso que dice, find your happiness y tres figuras sentadas en tres sillas, a oscuras de las que no sabes nada.

La escenografía es escasa, pero no hace falta nada más, ya que el texto y los personajes inundan todo el escenario.

La oscuridad y la luz se dan de la mano en unos monólogos duros y que te golpearan continuamente. Fin es como la lluvia constante y densa que no te deja ver, pero como si todo lo que tienes dentro saliese a borbotones, lo soltases por la boca y te quedases en paz.

Con esta producción no des nada por sentado, ya que todo está relacionado, pero no te das cuenta de hasta qué punto, hasta que terminas de verla.

Es muy intensa y lo agradezco, de corazón, porque no va contando las cosas y se queda en la superficie, se te va metiendo hasta que un escalofrío te hace temblar.

Gema Zelarayán, Pelayo Muñiz y Nicolás Gaude son los encargados de llevarte a estos últimos momentos, a este fin, en donde las palabras se escapan a borbotones, en donde todo lo que tienes dentro se escapa en últimos alientos, en donde los recuerdos te persiguen constantemente, en donde las despedidas se van escapando de las manos, en donde la culpa, el remordimiento salen...

Gema, Pelayo y Nicolás se comen el escenario a bocados. Cambian un estado de ánimo por otro y la forma en la que nos van narrando las situaciones en segundos, pero no sacan al espectador de la obra. Lo que hacen es mágico y ha habido momentos fascinantes que no quería que se acabasen. Crean como micro momentos, dentro de su viaje, de sus relatos, de su forma de contar las cosas muy sorprendentes.

Las figuras paternas y maternas son importantes en esta producción, al igual, que otras cosas materiales e inmateriales, pero no nos damos cuenta hasta que sales del teatro y dejas reposar lo que has visto.

Hay nombres que no se olvidan, momentos que nos persiguen eternamente, conversaciones que son como fantasmas. Fin nos habla muchas cosas, esta obra se va vaciando según van pasando los segundos y minutos.

El espectador empieza preguntándose ¿Quién ese ese personaje que tanto se nombra? ¿Quién es Mateo? ¿Qué ocurre con Alba?

Sabéis que voy al teatro sin saber nada de las obras, a oscuras, pero esta obra me ha iluminado como ese cartel de: Find your happiness.

Es verdad, que al principio no entiendes que tendrán en común los personajes o que les unirá, pero todo va desvelándose lentamente.

Cuando todo llega a su fin ya sea metafóricamente o realmente, como que todo sale atropelladamente, como que sientes que tienes que cerrar ciclos, conversaciones pendientes...

Fin es de esas obras en las que entras de una manera y sales con la cabeza a mil, porque ha hecho algo increíble: te ha pellizcado el estómago y no estamos acostumbrados.


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