Revista Opinión

Oposición tranquila en un país que está de los nervios

Publicado el 22 octubre 2012 por Carmentxu

El socialismo cruzó anoche la velocidad del sonido en caída libre. Sin ánimo de quitarle mérito al austríaco que lo hizo hace unos días, hay que destacar que el PSOE con sus satélites autonómicos lo hicieron sin paracaídas. Tampoco se vislumbra un suelo más abajo del cual ya no sea posible la caída. Siempre es posible caer en un foso subterráneo o en un Gran Cañón formado por urnas fósiles formadas a lo largo de largos años de aburrimiento y dejación de funciones. Hacer una oposición tranquila no es la forma en un país como éste, nada tranquilo, donde la más mínima atonía es capaz de provocar un big bang a escala.
Veo este país más raro que nunca. Suelo verlo así cada día de resaca postelecciones y eso que el desenlace de la fiesta de la democracia era más que previsible. Nos machacan y aún así les votan como nunca. La fragmentación de los partidos de izquierda y la abstención han hecho el resto. Así que la conclusión es que el personal continúa desencantado con el PSOE. Dado que no gobierna desde hace casi un año, el desencanto que fue por su actuación en el Gobierno ha mutado a desencanto con su forma de hacer oposición, translúcida, prácticamente inexistente, sin atreverse a proponer alternativas, cobarde porque, como es sabido, aquí quien gobierna y manda es Angela Merkel y todas los recortes provienen de un designio divino al que es ajeno el Gobierno del PP, al que solo le queda cumplirlo para evitar un mal mayor. Y con esta idea fueron seguramente muchos a votar ayer sin rechistar. En el País Vasco no pasan esas cosas: allí el PP no tiene nada que rascar y lo sabe: territorio comanche, como lo es también Catalunya, donde ya tenemos nuestro PP autóctono: se llama CiU y aunque están explotando al máximo el estandarte del independentismo porque queda progre y oportuno, y así abarca todo el espectro político, está en territorio ideológico hostil.

El PSOE dice que Rubalcaba no dimite y que seguirá con su oposición útil.

Útil: (del latín utilis)
1. adj. Que trae o produce provecho, comodidad, fruto o interés. (¿Para quién o para qué? No para quien la pone en práctica).
2. adj. Que puede servir y aprovechar en alguna línea. (¿Hacia dónde se dirige esa línea?)
3. adj. Der. Se dice del tiempo o días hábiles de un término señalado por la ley o la costumbre, no contándose aquellos en que no se puede actuar. Fuera del lenguaje jurídico se extiende a otras materias y asuntos. (Aquí se refiere a la oposición, claro).
4. m. Cualidad de útil. (Una cualidad que en este caso es defecto).

Y no sabría decir qué hay de raro en todo esto ni de dónde sale ese tufillo a chamusquina, pero presiento que, tras la noche, vendrá la noche más larga.

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