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Órdago a lo grande

Publicado el 08 enero 2020 por Trescuatrotres @tres4tres

El 26 de mayo de 1996, Jesús Gil entró a su despacho y encontró allí la petición que había realizado la tarde anterior, antes de iniciar la que sería una larga celebración, la más intensa desde que asumió el cargo de presidente del Atlético de Madrid.

Un ramo de flores reposaba sobre su mesa. Un operario lo había recogido de la esquina donde estaba depositado para cumplir la orden del presidente. Gil retrocedió mentalmente al verano del año anterior cuando, con la temporada recién terminada, su Atleti había sufrido una barbaridad, al terminar a solo un punto de la promoción de descenso a Segunda División.

Ese vaivén de desencantos propició, aquel año, el desfile por el banquillo del Calderón de cuatro entrenadores: Maturana, D'Alessandro, Basile y Aguiar, que se hizo cargo del equipo al final para evitar el desastre.

El presidente colchonero apostó fuerte al contratar, para la siguiente temporada, a un serbio apenas conocido como entrenador para que llevara las riendas de la plantilla. El mayor logro de Radomir Antic había sido clasificar al Oviedo en una meritoria novena plaza.

Al mandatario le costó mucho aceptar las primeras decisiones del nuevo entrenador. Pesos pesados como Abel, López o Manolo, desaparecían del equipo y eran reemplazados por Molina, Santi o Lubo Penev. Era, sin duda, un gran riesgo, pero, pensaba Gil, la cosa no podría ir a peor.

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Milinko Pantic (fuente: pinterest)

Aunque cuando Jesús Gil frunció el ceño fue al escuchar la última petición de Radomir. Setenta y cinco millones de pesetas (450.000 euros al cambio actual) por un jugador de 29 años que había repartido su carrera entre el Partizán de Belgrado y el Panionios griego. Antic, a pesar de las protestas del presidente, aguantó el tipo y siguió insistiendo. Para colmo, la Liga se presentaba más difícil que nunca, ya que, por primera vez en la historia, la disputarían 22 equipos.

Gil dijo que lo pensaría detenidamente, mientras que Antic preparaba un último intento. Pero ese as que guardaba el serbio en la manga no fue necesario ya que Milinko Pantic pudo, para alivio de su entrenador, completar su fichaje por el club de la ribera del Manzanares.

La contratación fue todo un acierto desde el principio. Pantic debutó con su nuevo equipo marcando un gol de falta directa (una de sus grandes especialidades) para contribuir al triunfo en la primera jornada del campeonato.

Durante toda esa temporada, que resultó ser inolvidable, Milinko ofreció todo un recital de colocación, pases y asistencias, hasta el punto de llegar a convertirse en un jugador fundamental.

Gil tomó de la mesa el ramo de claveles rojos y blancos, que una aficionada colocaba en una de las esquinas del terreno de juego en agradecimiento a los magistrales lanzamientos del jugador, que hacía que la afición jalease cada córner como si de un penalti se tratara. El máximo mandatario rojiblanco esbozó una inmensa sonrisa de felicidad que dejaba atrás todos los malos momentos sufridos por la mala marcha del club.

Esa temporada, el Atletico de Madrid ganó la copa del Rey con un gol de cabeza de Pantic (el primero de su carrera con la testa), días antes de derrotar al Albacete con dos goles Simeone y Kiko Narváez para conquistar la Liga y completar de esa forma un más que ansiado doblete.

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Celebración del doblete del Atlético de Madrid (fuente: marca.com)

Radomir Antic consiguió que esa alineación se convirtiese en mítica para muchos aficionados colchoneros, que aún la recitan de carrerilla:

Y todo sin hacer uso del as que tenía en la manga para convencer al presidente de la necesidad de contratar a Milinko Pantic. El último recurso del entrenador era ofrecerse a costear el fichaje de su propio bolsillo.


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