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Organizarse o morir: La falla del Tercer Sector

Publicado el 02 febrero 2012 por Dexposito @DA
Desorganización: la gran falla

Desorganización: la gran falla

Llevo varios años trabajando como voluntario en el tercer sector, en diferentes tipos de entidades, grupos y movimientos de diversas disciplina e ideales. Sin embargo, en todos ellos, he encontrado una falla común, la falta de organización. Concretamente la falta de organización del voluntariado; lo cual, todo sea dicho, resulta irónico. Porque, si de algo están necesitadas las organizaciones y grupos del Tercer Sector, es precisamente de recursos humanos y monetarios; y los primeros no pueden ser adquiridos a través de subvenciones o vías alternativas.

No puedo evitar relacionar esto con los trabajos voluntarios, de prácticas o gratuitos; mal hechos. Parece que existe la absurda creencia de que, cuando realizas algo de forma voluntaria, has de hacerlo peor; como si por ello fuese a bajar tu caché o considerarse que no tienes mayores capacidades.

Por supuesto, por encima de ello, existe algo llamado entusiasmo. El entustiasmo es maravilloso, y muy necesario en el Tercer Sector. Pero, sin organización, lo único que tenemos es una sala de gente muy entusiasmada corriendo de un lado para otro sin hacer nada y, en este caso, el entusiasmo precisamente no hace más que agravar la caótica situación.

Otro mito que puede ser raíz de este problema, es la creencia de que una estricta organización es algo puramente empresarial, y que aplicarlo a voluntariado o el Tercer Sector en general es algo totalmente autoritario (e incluso con segundas y aviesas intenciones). Y, mientras seguimos discutiendo eso, el gallinero ha comenzado a desmadrarse aún más.

Lo más lamentable, es que este gallinero, es un gallinero de gallinas de oro.

Cada gallina, necesita un lugar para poner sus áureos huevos, y otro en el que alimentarse, y otro en el que beber, y dormir, y necesita unos límites y unas directrices; una organización. Lo mismo sucede con nuestros entusiasmados diamantes en bruto.

Hay quien considerará que una organización no pasa por la creación de una estructura, y probablemente estén en lo cierto y sea mi mente analítica y mi estudios los que deriven en que lo lo considere una condición sine qua non. Creo que todos conocemos el famoso estudio en el que, los niños de una clase elegían orgánicamente a un líder de entre ellos, cuando este se les retiraba, elegían a otro, e incluso cuando todos los líderes potenciales fueron extraídos del grupo, eligieron a otro. Con esto pretendo plasmar que «las estructuras organizativas» son inherentes al ser humano y necesarias para este.

 

El comienzo

 

Los comienzos siempre son el pico del entusiasmo: «¡Sí! ¡Hagámoslo! ¡Ahora!» Son realmente inspiradores, y mueven masas. Y, tal vez, ese sea el mayor problema; todo flujo necesita un cauce, una mínima delimitación, por amplia que sea, o este se desparrama.

Un brainstorming es una forma adecuada para comenzar un proyecto de 2 a 10 personas. Estas pueden llegar a ponerse de acuerdo, aunque no con dificultades. Los roles, probablemente, se irán definiendo durante el mismo. Lamentablemente, eso no funciona de la misma forma para 100 personas. En este caso debemos de adelantar un punto: la creación de un grupo organizador.

Llamémoslo grupo organizador, junta directiva, coordinadores… lo mismo da. El hecho es que es necesario que exista un grupo de persona que sepan «a dónde va esto», que tengan la capacidad de encauzarlo hacia allí y, sobre todo, que sean profesionales de lo que hacen o, al menos, tengan conocimiento sobre ello.

¿Por qué?

Porque, si no lo hacemos, nos encontramos ante un brainstorming interminable que termina convirtiendo la sala de entusiasmados en la sala de cabreados: nadie llega a conclusiones, todos tienen sugerencia, nadie se atreve a coger el timón, si alguien lo hace, a otro no le gusta,etc…

 

Definir

 

Duplicidad en las acciones desorganizadas

Duplicidad en las acciones desorganizadas

¿Cual es el primer punto de un plan de empresa? Si, la introducción… Pero ¿y después? El objetivo.

Los objetivos son cruciales. A priori puede parecer una tamaño tontería, al fin y al cabo, todos sabemos lo que queremos ¿no?, si no no estaríamos aquí. Correcto. Pero es probable que lo que tu objetivo varíe ligeramente del de al lado. Y dentro de una semana, esa variación se habrá convertido en un objetivo completamente diferente. Si está escrito, puede consultarse y recurrirse a él; y siempre podrá ser reformulado en caso de insatisfacción.

Existen, por supuesto, casos excepcionales como el Movimiento 15-M. Sin embargo, en este movimiento era necesaria la abstracción frente a la concreción; precisamente para evitar que se vinculase con determinadas ideologías políticas. En el resto de casos, es necesario.

El objetivo, no ha de ser uno, han de ser varios. O, como mínimo, un objetivo y un desarrollo de este. Deben de ser concretos, tener un lugar en el tiempo… Todos nos conocemos la teoría ¿cierto? «Quiero más comida» no es un objetivo, es un deseo; muy efusivo y entusiasta, pero un deseo.

 

Clasificando gallinas

 

Volvamos a la sala de entusiastas. Pero ahora vamos a ponernos nuestras gafas especiales de coordinadores, y vamos a dejar de ver entusiastas: vemos un experto en marketing, un excelente orador, una diseñadora gráfica innovadora, un mini Mark Zuckerberg, una persona que mantiene a un grupo en calma…

Ahí están los futuros huevos de oro.

El voluntariado no es voluntariado hasta que es no es exprimido. De hecho, las personas vienen a nosotros para ser exprimidos; no están diciendo: «quiero ser de utilidad». ¡Nos lo imploran! Un «haz lo que puedas» o «lo que puedas aportar estará bien» no es algo educado, es algo completamente irrespetuoso a la intención que ha depositado esa persona en el proyecto. Es insultante. 

No estamos de comenzar a lanzar órdenes a diestro y siniestro. Hablamos de evaluar potenciales, ya sea a través de formularios que rellenen, o entrevista… Después, seguro que tenemos varias opciones entre las que elegir;a a algunas podremos pedirles más y a otras menos.

 

Ofreciendo la plataforma

 

Bien, ya tenemos a nuestros entusiastas organizados. Y, antes de que pierdan su entusiasmo, debemos de encontrar un sitio en el que depositen sus huevos de oro.

¿No habías pensado en ello?

¿Cómo puede hablar dos personas, por intención que tengan para ello, si no tienen un espacio o contexto en el que hacerlo? La labor de los coordinadores, directivos (o como queráis llamarlos) es, precisamente, garantizar esas plataformas.

Herramientas online, herramientas físicas, horarios, ideas, guías, vías de comunicación… ¡todo! Los grupos de trabajo que has creado necesitan algo en lo que trabajar, un lugar en el que hacerlo (físico o virtual), unas fechas, unos límites, unos recursos a su disposición, personalizados. No vale sacar la caja de material de pre-escolar y decir: «mirad a ver si hay algo que os sirva».

Hoy en dia, las herramientas online nos permiten abaratar casi la totalidad de los costes de un pequeño proyecto, sobre todo en sus inicios, recurriendo a ellos para creación, desarrollo y difusión.

 

Seguimiento

 

La función del coordinador no es sólo estar ahí, con un estupendo y brillante pin en su hombro. La siguiente función de estos es empujar el flujo, recoger las ideas o resultados que lleguen desde los grupos, analizarlas, si es necesario discutirlo con mas grupos por una cuestión de alusión o conexión, reunirlos, intentar acotar cuando no se está llegando a ninguna lado y, sobre todo, mimar.

Si queremos mantener nuestra producción de huevos de oro, debemos de mimar a nuestras gallinas; y debemos de invertir los beneficios del oro en mejores camas, para obtener aún mejor huevos y, sobre todo, gallinas más satisfechas.

Ahora bien, esto no funciona sin los puntos anteriores. De hecho, es algo bastante recurrido; entrar en la sala de entusiastas a gritar: «¡Vamos chicos! ¡Nosotros podeeemos! ¡Somos los mejores!» y escuchar un «¡Seeeeeeeh!», que avive el entusiasmo otro par de horas. Lamentablemente, a la cuarta vez, lo que obtenemos por respuesta es una asesina mirada cargada de incredulidad e ironía.

 

Pero… ¡Esto no es Tercer Sector! ¡Es una empresa!

 

Organización = satisfacción + beneficio

Organización = satisfacción + beneficio

La única diferencia entre una empresa y una ENL es que el «beneficio» o los «resultados» se miden en base a la consecución de los objetivos, y que el trabajo, muchas veces, es voluntario (aunque ciertos trabajos tienen sueldos que merecen ser considerados «voluntariado»).

Si nuestro proyecto es una protectora de animales, el número de animales que podamos salvar estará determinado por nuestro capacidad de organización y eficacia. Podría decir que la gran diferencia es que en la ONG el «beneficio» no repercute en los «trabajadores»; pero entiendo que el verdadero voluntario obtiene su recompensa de la propia consecución de los objetivos.

 

Ahora, salid ahí fuera y dad todo lo que tenéis. ¿Marketing? ¿RRHH? ¿Publicidad? Todos ellos son huevos de oro para las ONGs. Si te esfuerzas en tu puesto de trabajo y das lo mejor de tí ¿por qué no hacerlo con el doble de esfuerzo y seriedad por algo que realmente te mueve?

La actividad en el Tercer Sector, no tiene por qué ser mediocre.


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