Revista Política

Origen de las religiones y su relación con estados excepcionales de conciencia

Publicado el 04 enero 2016 por Gabrielvl @gabrielvl05
Fragmentos de: El doble y el espiritu,  de Madeleine John.  Centro de estudios parque de estudio y reflexión punta de vacas Marzo 2014 [email protected]
LO COMÚN DE LOS TEXTOS RELIGIOSOS
Con esta rápida y arbitraria pincelada por algunos de los textos vinculados a diversas religiones he querido destacar que, independientemente de los diferentes paisajes post-mortem, todas las espiritualidades y religiones tenían en común: La creencia, intuición y/o experiencias de que había “algo más” que solamente el cuerpo físico y que a la muerte y descomposición del cuerpo, ese “algo más” llamado de diversas maneras podía continuar en otros paisajes; que la existencia en otros planos sería según las acciones realizadas en la vida aquí, en este plano, y para ello se daban pautas de orientación para la vida indicando lo que se debía hacer y lo que se debía rehuir; • Que es posible, siguiendo cabalmente las pautas establecidas por cada espiritualidad o religión, alcanzar un estado de certeza de dicha inmortalidad en vida como el de la iluminación o budeidad en el budismo o la divinización del hombre en el cristianismo; • Que es posible una “comunicación” o interrelación entre los distintos planos, entre los vivos y los muertos, por lo menos por un tiempo más y los vivos pueden ayudar a los fallecidos a guiarse en el camino post-mortem como explícitamente se explica en el libro 26 . Tibetano de los muertos o en la intercesión por medio de la oración y las ceremonias y rituales por el bienestar de los muertos.
En el origen de las religiones está la experiencia de contacto con realidades y paisajes propios de estados excepcionales de la conciencia que independientemente de las traducciones posteriores, daban al que vivía esas experiencias la certeza de una trascendencia y un sentido en la vida.
Más allá de experiencias accidentales u ocasionales de gran impacto para la conciencia, capaces de darle dirección, en las diferentes religiones se habla de seres referenciales que gracias a un Propósito sostenido lograban una transformación permanente y radical de sus vidas que se experimenta como el nacimiento de un nuevo ser. Es el caso de la budeidad en el budismo y de la divinización del hombre en el cristianismo.
Sin embargo, ese tipo de experiencias y trasmutaciones aparecían como muy difíciles y casi exclusivamente experimentables por gente “especializada” que dedicaba su vida al desarrollo espiritual como las sacerdotisas, profetas, monjes y monjas albergados en monasterios, templos y conventos.
Estas experiencias son difícilmente trasmisibles y se perdían rápidamente en el tiempo ritualizándose y externalizándose. Además las enseñanzas originales con el correr del tiempo y con su expansión geográfica se iban modificando influenciadas por las creencias y prácticas de las nuevas regiones a las que llegaba, derivando en innumerables ramas y vertientes, algunas de ellas en franca oposición.
Así el budismo que originalmente se opone a la idea de reencarnación y es una espiritualidad sin deidades que más bien impulsa hacia el desarrollo de la propia mente, hoy llega a nosotros como sinónimo de reencarnación y con la deidificación de Buda.
Sin duda también han influido sobre las religiones numerosos factores más bien terrenales. Así encontramos hoy en el cristianismo un enorme abanico de variantes y vertientes. Al interior de su institucionalidad tuvieron a lo largo del tiempo acaloradas discusiones sobre estos temas: ¿Los 20 animales tienen alma? ¿Y los indios? ¿Y las mujeres? ¿Cuándo entra el alma al cuerpo del feto y por dónde? Y aún subsisten debates entre los “bipartitos” quienes afirman que en el ser humano hay un cuerpo y un alma y los “tripartitos” quienes además reconocen un espíritu en el hombre.
A lo largo del tiempo las diferentes místicas que se desarrollaron a la sombra de las religiones, trataron de recuperar la experiencia de contacto con los espacios profundos y la dimensión sagrada, dejando maravillosos testimonios de ello.27
¿Y qué quedaba para el hombre común y corriente que vivía sumergido en su vida cotidiana? Todas trataron de trasmitir herramientas que permitieran al ser humano avanzar en su evolución: -  Códigos morales que orienten la conducta hacia el Bien y la coherencia; - Procedimientos que llevaran a la profundización del espacio de representación produciendo el acceso a zonas del espacio donde se registran las experiencias de unidad, comunión y sentido.
La oración y meditación fueron mecanismos fundamentales. Los dioses, como representaciones lejanas, en lo alto del espacio de representación, permiten dirigir la atención a regiones más altas y profundas del espacio interno.
Con el correr del tiempo, los códigos morales externos se vaciaron de sentido y los dioses externalizados se “alejaron y enmudecieron”. Dicho de otro modo, las experiencias de suspensión o supresión del yo y la entrada a lo Profundo son muy difíciles. Estaban reservadas a los místicos y “especialistas” que se dedicaban a ese camino como iniciados en alguna escuela u orden.
Para la gente común las religiones propiciaron experiencias de contacto con otras profundidades del espacio de representación. Por ello pusieron dioses e intermediarios en las alturas como imágenes apoyo para acceder a los límites del espacio de representación y sus registros.
LA EXTERNALIZACIÓN DE LAS RELIGIONES
Silo distingue entre una religión externa y una interna:
“10.- Llamo “religión externa” a toda religión que pretende decir sobre Dios y la voluntad de Dios en lugar de decir sobre lo religioso y sobre el íntimo registro del ser humano. Y aún el apoyo en un culto externalizado tendría sentido, si con tales prácticas los creyentes despertaran en sí mismos (mostraran) la presencia de Dios.”
“11.- Pero el hecho de que las religiones hayan sido hasta hoy externas corresponde al paisaje humano en que nacieron y se desarrollaron. Es posible el nacimiento de una religión interna o la conversión de las religiones a una religiosidad interna si es que aquellas van a sobrevivir. Pero eso ocurrirá en la medida en que el paisaje interno esté en condiciones de aceptar una nueva revelación. Esto, a su vez comienza a vislumbrarse en aquellas sociedades en que el paisaje humano está experimentando cambios tan severos que la necesidad de referencias internas se hace cada vez más imperiosa.”31
Las diferentes religiones y místicas plasmaron un horizonte espiritual que daba dirección a la vida y conducta de sus creyentes abriendo el futuro más allá de la muerte, función importante sabiendo las consecuencias negativas y las alteraciones que produce la cerrazón de futuro para la conciencia cuya  característica fundamental es la de estar abierta y lanzada a futuro.
También todas ellas dieron pautas y orientación al comportamiento del ser humano y en el afán de ser coherentes con su sistema de creencias contribuyeron a la humanización de las sociedades humanas.
Además de abrir el futuro para la conciencia más allá de la muerte física colocando en el paisaje un horizonte prometedor y dando pautas de conducta que orientaron al ser humano en su vida cotidiana hacia la coherencia y la unidad interna, en las religiones del libro se puso especial énfasis en la alegoría de dios como imagen- apoyo para acceder a los espacios altos del espacio de representación a través del mecanismo de la oración.
Ese paisaje sin embargo se externalizó y los cielos e infiernos dejaron de ser alegorías de direcciones y estados internos y los dioses de traducciones alegóricas de la profundidad del ser humano para convertirse en jueces temidos. Las pautas de conducta dejaron de ser orientadores en la vida cotidiana para convertirse en normas rígidas e inflexibles que supuestamente eran la voluntad de esos dioses y que había que cumplir para agradarles.
Esta externalización produjo numerosos atropellos y violencia contra el ser humano como las guerras “santas” justificadas como queridas y en defensa de un dios o el brutal asesinato de seres humanos por “atentar contra la voluntad y las normas de dios”. En el cristianismo, de Dios dependía la “gracia”, él enviaba el espíritu, lo daba. No dependía de un proceso que uno realizaba para su desarrollo, sino de ser “escogido”. La alegoría cobró vida propia y era temida y anhelada al mismo tiempo. La vida cotidiana era tan difícil, tan llena de zozobras e injusticias que el Propósito de unión con la divinidad fue desplazado para el “más allá”, y el “más acá” se convirtió en el valle de lágrimas, la cruz que había que cargar para pasar las pruebas y ser merecedor del cielo.
El ser humano que había surgido desprotegido e indefenso frente a los peligros que lo rodeaban y sometido a las vicisitudes de la naturaleza se volcó a avanzar en el mundo para poder comprenderlo y dominarlo. Es decir, desplego su vigilia con sus mecanismos hasta llegar a sus límites. En esa larga etapa, por necesidad estaba volcado hacia el mundo externo, y así las religiones que creó. El impulso a avanzar, crecer, comprender, lo llevó a desarrollar la ciencia que le permitió explicarse y manejar una cantidad de fenómenos que antes se atribuían a la acción de los dioses, ya sea como premio o castigo y las normas fijas y rígidas perdieron vigencia y credibilidad en un mundo interconectado entre diferentes culturas con normas distintas y también en un mundo de cambios cada vez más veloces.
En ese proceso el ser humano desplegó su vigilia con todos sus mecanismos hasta llegar a sus límites. Hoy en un mundo globalizado, habiendo construido las sociedades actuales desplegando su intención y su vigilia hacia sus límites de expansión y enfrentando la crisis que implica su implosión como momento de síntesis, necesitará acceder a un nuevo nivel de conciencia volviendo la mirada interna hacia su propia interioridad para dar un salto y abrirse al mundo en una nueva escala.
Cuando se habló de las ciudades de los dioses, adonde quisieron arribar numerosos héroes de distintos pueblos; cuando se habló de paraísos, en que dioses y hombres convivían en original naturaleza transfigurada; cuando se habló de caídas y diluvios, se dijo gran verdad interior.” “Luego los redentores trajeron la Palabra y llegaron a nosotros en doble naturaleza, para establecer aquella nostálgica unidad perdida. También entonces, se dijo gran verdad interior.” “Sin embargo, cuando se dijo todo aquello, colocándolo fuera de la mente, se erró o se mintió.” “Inversamente, el mundo externo confundido con la interna mirada, obliga a ésta a recorrer nuevos caminos.” “Así, hoy vuela hacia las estrellas el héroe de esta edad. Vuela a través de regiones antes ignoradas.” “Vuela hacia afuera de su mundo y, sin saberlo, va impulsado hasta el interno y luminoso centro.”32
Notas: 26 EL ZOHAR, El libro del Esplendor. Ediciones Obelisco, 6ª edición. 2011.. 27 Algunos ejemplos de experiencias renovadas de contacto con lo numinoso las podemos encontrar en las siguientes monografías: La vía devocional del sufismo en Irak del siglo VIII al IX, Alain Ducq, Parque de Estudio y Reflexión La Belle Idée, julio 2011; La mística femenina en la región Renanoflamenca (Siglos XII y XIII), Claudia Salé, Parque de Estudio y Reflexión La Belle Idée, enero 2013; Estudio sobre ´La oración del corazón´, José Gabriel Feres, Parque de Estudio y Reflexión Punta de Vacas, agosto 2010; La entrada a lo Profundo en Juan de la Cruz, Juan Espinosa, Parque de Estudio y Reflexión Toledo, septiembre 2011. 31 SILO. Humanizar la Tierra, El Paisaje Humano. Santiago. Virtual Ediciones. P. 84. 32SILO. El Mensaje de Silo, La Mirada Interna. Lima. Editorial Cuásar. PP. 85-86.

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