Revista Cine

Oslo Pix Festival 2019: (2ª Parte)

Publicado el 18 junio 2019 por Enprimera
Tras una semana de proyecciones, encuentros cinematográficos y premios, el festival Oslo Pix se despidió el pasado domingo con las últimas películas, la ceremonia clausura y un tiempo inestable que en algunos momentos impidió celebrar los actos previstos. En esta segunda y última entrega de nuestra cobertura al festival hablaremos sobre todo de documentales, quizás el género que está representado con más acierto en la programación, frente a una bastante irregular lista de películas de ficción. Pero también haremos mención a los galardones y la presencia española en el festival. 
Quizás uno de los documentales más esperados del año es Diego Maradona (Asif Kapadia, 2019), que se estrenó en el pasado Festival de Cannes rodeado de cierta controversia debido a la ausencia del ex-jugador argentino que, a pesar de participar en la película, finalmente acabó rechazándola, no se sabe bien si por motivos económicos o por la razón que se ha argumentado oficialmente, y es que no aprobaba el calificativo de "estafador" que aparece en el cartel: "Rebel. Hero. Hustler, God" (Rebelde. Héroe. Estafador. Dios.). En todo caso, la película viene firmada por Asif Kapadia, director inglés que ha logrado notables trabajos en el género documental como Senna (Asif Kapadia, 2010) y Amy (Asif Kapadia, 2015), dos espléndidos ejemplos de cómo sacar el mejor partido a materiales de archivo, con una notable capacidad para crear tensión y ritmo. En este sentido, se podía esperar lo mejor de esta película, que en cierto modo sigue la misma pauta que aquellas: la utilización de ingente material de archivo para contar una parte de la historia del astro argentino, especialmente su etapa en el Nápoles, que incluye sus escarceos con la mafia, su época de mayor adicción a las drogas y su descalabro final como figura futbolística, pasando solo de puntillas por su paso por el Barcelona F.C. Aunque el director aporta, ayudado por un buen trabajo del compositor brasileño Antonio Pinto, su habitual colaborador, ese ritmo frenético en algunos momentos (desde ese misterioso y trepidante comienzo mientras vemos dos coches dirigirse rápidamente hasta el estadio del Nápoles) que hace que el documental no resulte pesado a pesar de sus más de dos horas de duración, lo que no consigue del todo es ofrecernos una visión más compleja del personaje.

Oslo Pix Festival 2019: (2ª Parte)

Uno de los documentales más esperados del año

Quizás en este sentido resulta más difícil ofrecer una visión completa de un personaje cuando él mismo participa en el documental (solo escuchamos las voces de los entrevistados) y realmente tampoco aporta informaciones especialmente relevantes ni clarificadoras. Y en esa búsqueda de tratar de captar la atención del espectador, Asif Kapadia a veces se detiene en exceso en anécdotas (especialmente en los partidos de fútbol) que, por ser ya conocidas, no logran ese efecto de tensión y suspense, como sí se lograba en algunas las carreras que mostraba en el documental Senna (Asif Kapadia, 2010). Lo que en buena medida acaba lastrando un buen trabajo de recopilación de archivos, pero que aportan poca información añadida a lo que el gran público ya conoce del personaje. Diego Maradona (cuyo título juega con esa dicotomía entre el hombre (Diego) y el mito (Maradona)) es un trabajo formalmente atractivo pero narrativamente pobre. 
Precisamente la camorra italiana, presente en la etapa napolitana de Maradona, es también la protagonista del documental Shooting the Mafia (Kim Longinotto, 2019), directora también londinense curtida en el género que aquí se acerca a la vida de la fotógrafa Letizia Battaglia, una de las primeras mujeres que se dedicó a la fotografía periodística en los años de mayor crueldad de la camorra italiana. Aunque de forma tangencial, su historia está también presente en la película Palermo shooting (Win Wenders, 2008), ya que ha sido ella una de las que ha mostrado con mayor acierto la proliferación de asesinatos que fueron cometidos por los principales capos de Palermo durante los años sesenta y setenta. Shooting the Mafia es un documental que se apoya principalmente en una larga entrevista a la fotógrafa, ya prácticamente retirada, y en la revelación de parte de su trabajo fotográfico que, a pesar de estar realizado en blanco y negro, resulta a veces poco agradable de ver, por la explicitud de sus imágenes. Es un documental no demasiado complejo que cumple bien su función pero no destaca especialmente.

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Violencia en las calles de Palermo

Más interesante es el trabajo periodístico que realiza el danés Mads Brügger en Cold case Hammarskjöld (Mads Brügger, 2019), una nueva muestra de esa manera particular que tiene este director de acercarse al género, que ya hemos visto con espléndidos resultados en The ambassador (Mads Brügger, 2011) y The great European Cigarette Mystery (Jeppe Rønde, 2017), del que fue guionista. Lo mejor que tienen los documentales de Mads Brügger es que posiblemente no terminen de la misma forma que empiezan, porque como periodista asume con honestidad (y ese particular sentido del humor siempre presente en sus películas) que quizás una idea original puede acabar deparando sorpresas inesperadas. Es lo que ocurre en Cold case Hammarskjöld, que él mismo director dice que "podría ser el mayor misterio criminal del mundo, o la más estúpida teoría de conspiración de la Historia". Así, mientras investiga las teorías sobre el posible asesinato del Secretario Nacional de la Naciones Unidas, Dag Hammarskjöld, en lo que siempre se definió como un accidente aéreo, el periodista danés acaba descubriendo la existencia de un grupo clandestino de paramilitares amparados por la CIA para desestabilizar los gobiernos africanos y tratar de extender la epidemia del SIDA por el continente. Quizás en este sentido, parte del documental puede ser cuestionable, ya que sus revelaciones se basan exclusivamente en una entrevista a un supuesto miembro de ese grupo paramilitar que, sin embargo, no ha mostrado ninguna prueba de ello, por lo que la argumentación que ocupa buena parte de la película parece poco seria. Es más, el New York Times investigó a comienzos de año las revelaciones hechas por Mads Brügger y planteó serias dudas sobre la veracidad de los hechos descritos por esa fuente. En todo caso, Cold case Hammarskjöld, que parece que sí acierta en su verificación de la conspiración contra el Secretario General de las Naciones Unidas, es un documental que ritmo, está narrado con claridad, a pesar de la complejidad del tema, y tiene ese sentido del humor que el periodista siempre aporta a sus trabajos.

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Buscando los restos de un avión siniestrado hace treinta años.

Ese sentido del humor que también está presente en la película española Muchos hijos, un mono y un castillo (Gustavo Salmerón, 2017), reconocido documental que ganó el Premio Goya y ha tenido una larga trayectoria en festivales internacionales. El actor y director, debutante en el largometraje, estuvo presente en Oslo explicando el desarrollo de este largo trabajo de rodaje durante 14 años en que tiene como protagonista a su propia familia, y especialmente a su madre, un personaje entrañable y al mismo tiempo algo desquiciado que sin duda es uno de los principales alicientes de este documental. Ha sido una de las escasas presencias españolas en el festival, junto a El reino (Rodrigo Sorogoyen, 2019), que compitió en la Sección Grand Prix. 
Aunque modesto y corto, tan solo sesenta minutos, el documental danés Q's barbershop (Emil Langballe, 2019) tiene mayor trasfondo del que podría parecer. Básicamente se sostiene sobre las conversaciones que tienen lugar en una barbería de Odense, la tercera ciudad con más población de Dinamarca. Pero, al margen de las, a veces intrascendentes conversaciones de los clientes y el peluquero que los atiende, un joven de origen africano, el hecho de que la barbería esté situada en el suburbio de Vollsmose, un proyecto urbanístico surgido en los años setenta que se ha convertido en uno de los mayores centros neurálgicos de la presencia de inmigrantes en el país. Esta condición de extranjeros en un país que ha conocido en los últimos años diversos conflictos sociales, se convierte en el principal elemento de interés de las reflexiones que hacen los clientes de la barbería, casi el 100% de origen africano también. Y esta condición de habitantes de una ciudad en la que no terminan de sentirse del todo aceptados es también uno de los principales elementos que hacen de este documental algo más que una anecdótica descripción de la vida en un suburbio.

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Cortes de pelo e inmigración en Dinamarca.

Honeyland (Tamara Kotevska, Ljubomir Stefanov, 2019) puede que sea una de las películas más destacadas del año en el género documental. Ganadora de premios en todos los festivales por los que ha pasado, entre ellos en Sundance, donde consiguió el Gran Premio del Jurado y el de Mejor Fotografía, o Docsbarcelona, donde logró el Premio TV3, se trata de una película que surgió como un encargo para un proyecto medio ambiental y acabó descubriendo a un personaje inolvidable, Hatidze Muratova, la última mujer que se dedica a recolectar miel de forma natural en Europa, tierras remotas de Macedonia. Durante tres años los directores han seguido la trayectoria de su protagonista, que en cierto momento se enfrenta a cierta competencia desleal por parte de unos ruidosos vecinos. Pero al margen de esta trama narrativa que funciona bien para mantener cierto suspense en la historia, es el personaje de Hatidze y su relación con su madre enferma la que despiertan mayor ternura y emoción.  La cámara capta la aridez y la belleza del espacio en el que se mueven los personajes con enorme capacidad de fascinación, y la narración de los directores es honesta y fiel a la realidad, pero saben utilizar con acierto los tiempos narrativos, de forma que casi parece que estamos viendo una película de ficción protagonizada por actores amateurs. Se trata quizás de uno de los documentales más logrados en ese difícil equilibrio entre el lenguaje cinematográfico y la visión más periodística, y sin duda vamos a seguir oyendo hablar de esta película en los próximos meses.

Oslo Pix Festival 2019: (2ª Parte)

Sin duda uno de los mejores documentales del año.

Película de inauguración y Premio del Público, Dronningen (May el-Toukhy, 2019), también conocida como Queen of hearts, es una producción danesa que sin duda también tendrá relevancia internacional. La historia tiene cierto grado de controversia, porque establece una relación entre un joven adolescente y su madrastra, una mujer madura, con escenas de sexo que contienen ciertos momentos explícitos. Y acaba siendo, no solo por estas escenas sino también porque supone un trabajo de gran profundidad emocional, uno de los mejores trabajos interpretativos de la veterana actriz Trine Dyrholm, una auténtica institución en los países escandinavos a la que hemos visto recientemente en Conociendo a Astrid (Pernille Fischer Crhistensen, 2018), y que afronta con valentía un personaje difícil. Dentro de este subgénero de historias sobre relaciones amorosas envenenadas, Dronningen juega bien la baza de la sorpresa y de la narración medida y precisa. Se trata así de una trama que se va desarrollando lentamente, a medida que el personaje principal va modificando su estado emocional, y que sobre todo en la última parte desgrana unas dosis de drama oscuro y perverso que sin duda hacen que su desenlace resulte inesperado pero al mismo tiempo lógico. Es, sobre todo, el personaje principal el que mantiene nuestra atención en todo momento, porque al mismo tiempo lo vemos frágil pero también tiene un lado perverso. Y es ahí donde radican buena parte de las virtudes de esta inteligente película.

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¡Te pillaron!

Entre los títulos más destacados que hemos visto en el festival se encuentra la película británica Ray & Liz (Richard Billingham, 2018), debut en la dirección de quien hasta ahora era director de fotografía y una obra excelsa en la composición de personajes que nos atrapan desde el principio, embutidos en ese trasfondo de podredumbre y pesimismo que también define la época en la que se desarrolla la historia, en mitad del oscurantismo de las políticas thatcherianas. Ray & Liz es una película en la que importa sobre todo la mirada pasiva, pero al mismo tiempo indulgente, de una cámara que se mantiene estática en medio de las cuatro paredes en las que transcurre buena parte de esta historia contada en dos tiempos. También hay que destacar el claustrofóbico thriller danés Cutterhead (Rasmus Kloster Bro, 2019), que transcurre en el interior de una máquina tuneladora en la que se encuentra una relaciones públicas que quiere mostrar la cooperación europea en la construcción de los túneles del metro, y que acabará metida en una situación de alto riesgo cuando ocurre un accidente. Esta historia de supervivencia transcurre con un buen trabajo de dirección en la dosificación de los momentos de tensión, pero sobre todo es un espléndido trabajo, nada condescendiente, como retrato de unos personajes que se encuentran en una situación extrema, y cómo esto modifica radicalmente su comportamiento. Es especialmente interesante la ultima parte de la película, en la que se refleja con crudeza la condición despiadada del alma humana.

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Claustrofobia en la tuneladora.

En cierto modo, también pretende reflejar eso la producción australiana The nightingale (Jennifer Kent, 2018), una trama de venganza que transcurre en el siglo XIX en Tasmania, y que recibió el Premio Especial del Jurado en la Mostra de Venezia 2018. La directora de la interesante Babadook (Kennifer Kent, 2014) de nuevo nos plantea una historia extrema en la que la violencia está presente con brutalidad. Funciona mejor una primera parte en la que asistimos a la conversión de una mujer que intenta vivir una vida pacífica en un animal sediento de venganza, pero cuando la historia plantea la re-humanización del personaje gracias en buena medida a su relación con un aborígen que la acompaña como guía, el desarrollo de la trama se torna más inverosímil. Por su parte, el director Harmony Korine regresa al cine tras varios años de ausencia con su película The beach bum (Harmony Korine, 2019), que tiene en su reparto a un desatado Matthew McCounaghey interpretando a un personaje de esos que amas u odias, sin término medio. En realidad, la película plantea uno de esos temas recurrentes en la filmografía del director, una especie de canto al hedonismo y al disfrute de la vida sin concesiones ni reglas, y en este sentido, hay secuencias que por su tendencia al esperpento resultan divertidas, como la de la breve aparición de Martin Lawrence, pero el resultado general acaba siendo excesivo y exagerado.

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Historia de venganza y violencia. 

Oslo Pix se clausuró con la película finlandesa Aurora (Miia Tervo, 2019), una comedia romántica que pretende ser poco convencional pero que acaba cayendo en el convencionalismo, a través de la relación entre una chica desenfadada y un refugiado iraní al que ella trata de ayudar buscándole una mujer con la que casarse para poder conseguir la residencia. La película inauguró el pasado mes de enero el Festival de Cine de Götteborg, lo que indica su relevancia en el circuito de cine escandinavo, y posiblemente podría tener un remake norteamericano a poco que su paso por los festivales estadounidenses la encuentren un hueco en las agendas de las productoras de Hollywood. Es una historia disfrutable, pero poco trascendente, a pesar de hablar de temas tan importantes como la inmigración o la soledad. 
PREMIOS
Oslo Grand Pix: Internacional
Systemsprenger (Nora Fingscheidt, 2019)Alemania
Oslo Grand Pix: Ficción Nórdica
Goliat (Peter Grönlund, 2019)Suecia
Oslo Grand Pix: Documental Nórdico
Transnistra (Anna Eborn, 2019)Suecia-Dinamarca-Bélgica
Premio del Público
Dronningen (May el-Toukhy, 2019)Dinamarca-Suecia
Aurora se estrena el 1 de julio en Atlántida Film Fest
La muerte de Hammerskjöld se estrena el 6 de julio en Atlántida Film Fest
Diego Maradona se estrena el 11 de julio
El reino se puede ver en Movistar+

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