Revista América Latina

Otra cumbre que se les fue de las manos

Publicado el 16 abril 2015 por Jmartoranoster
Carola Chavez.
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Entonces llegamos a la Cumbre. Obama llegó tarde porque ”La Bestia” como que no quería arrancar. Mientras su jefe de seguridad le daba unos taconazos a los bornes de la batería, Obama, veía los discursos en la tele que hay dentro de su monstruoso carro presidencial. – Apúrate, Steve, que Correa está tirándonos piedras con el cuentico de historia de los Estados Unidos y se me acaba de ocurrir una respuesta genial -Dijo Barack dándose auto palmaditas en la espalda. ¡Broooom! -Arrancó la Bestia mientras Dilma tomaba la palabra. Barack no le paró mucho porque su sistema de ciber espionaje presidencial ya le había anunciado lo que Dilma iba a decir. Justo cuando hablaba Peña Nieto, entró Obama, dando esos ágiles brinquitos que los presidentes de Estados Unidos dan, esos que dicen “estoy sobrado y como una pepa”. El momento Peña Nieto era un momento tranquilo para llegar -pensó- aunque, viéndolo bien, habría sido más lindo llegar en el turno de Ollanta Humala, quien segurito habría interrumpido su discurso para aplaudirlo de pie, llevarlo hasta su silla y hasta traerle un vaso de Toddy frío, pero a Humala le tocaba hablar mucho después. Terminó el chic presidente mexicano y tomó la palabra Barack: “Los Estados Unidos no será prisionero del pasado”. Hemos cometido errores, pero “la guerra fría terminó y yo no estoy interesado en entablar batallas por cosas que pasaron antes de que yo hubiera nacido”. Yo empiezo mis propias guerras frías, gafitos, y pongo a otros pendejos a pelear mis batallas -se dijo. “Podemos gastar el tiempo hablando de sufrimientos pasados, y también podemos usar a los Estados Unidos como excusa para los problemas políticos domésticos…” Como lo hacen esos libios, sirios y ucranianos llorones que ahora nos echan la culpa de sus miserias cuando lo único que nosotros hicimos fue traerles democracia y libertad. En fin, que yo no estaba ahí cuando me atraparon, así que les propongo una cosa novedosísima que ya propuse en Trinidad: olvidemos la historia, borrón y cuenta nueva y avancemos… avancen mansitos, sin pararle a “ideologías ni a argumentos teóricos” -Dijo el lobo a los que supuso eran ovejas. Thank you very much. “Ya era hora de que yo hablara aquí en nombre de Cuba” – Dijo Raúl Castro para comenzar  un discurso apasionado que nos paseó, otra vez, por la historia, mientras Obama mascaba chicle y hojeaba unos papeles en su asiento, hasta que una frase de Raúl lo sacudió: “El presidente Obama es un hombre honesto. Su forma de ser obedece a ese origen humilde”. Entonces vi bajar la mirada al Obama de “Change we need”, el mismo de “Yes we can”, el que quizá soñó que sí se podía, el que hizo soñar a los suyos, y que ahora estaba ahí, preso de la maquinaria del Estado, preso de su historia sangrienta, dando un tímido paso hacia Cuba con un pie y una arrogante patada a Venezuela con el otro. Raúl, como quien no quiere la cosa, desarmó el discurso de Obama con la sabiduría de quien conoce la historia, no porque se la contaron sino por ser parte de ella. Raúl pidió se derogara el decreto de Obama “no you can’t” y recordándonos por qué no se puede olvidar el pasado cuando este es aún presente, agregó: “Nosotros, creo, somos de los pocos que mejor conocemos el proceso de Venezuela, no porque estemos metidos allí, ni estemos influyendo allí, ni porque nos cuenten todas las cosas a nosotros. Lo sabemos porque están pasando por el mismo camino por el que pasamos nosotros. Están sufriendo las mismas agresiones que sufrimos nosotros.” Después de Raúl, Cristina que habló de sinceridad con una sinceridad afilada. Y bueno, hablo del tema del que la mayoría de los presidentes hablaron: del rechazo al decreto de Obama contra Venezuela. “Es inverosímil” rayando en lo “ridículo” que se pueda pensar en Venezuela como amenaza para EE.UU”, una potencia cuyo presupuesto militar es de 640 mil millones de dólares… “Es una sinrazón y es realmente una pena, presidente Obama, no sé si estará presente o si se habrá retirado, porque alcanzo a ver, tendría que ponerme los anteojos y no tengo ganas. No está, no importa, alguien se lo contará”… No se lo contaría nadie. Barack, acurrucado dentro de la Bestia”, estaba escuchando ya con el alivio de no tener que dar la cara. Y seguía Cristina: “Pedimos, junto a los demás hermanos países, que ese decreto sea dejado de lado, pero no voy a apelar a la soberanía y a discursos lacrimógenos, voy a apelar al sentido común. Decía el general Perón que se vuelve de cualquier lugar menos del ridículo y la verdad es que resulta absolutamente ridículo considerarnos, a cualquiera de nosotros, una amenaza”. – Steve ¿Esa señora me dijo ridículo? -preguntó Barack a su jefe de seguridad que deba otros taconazos a los bornes de la Bestia. – Sí, señor, menos mal que nos fuimos porque ahora vienen Maduro, Evo y Ortega… – Y todos los demás, Steve. Ahí todos están alborotados. – Todavía tenemos a Humala, señor. – Así estaremos, si ese es el único cartucho que nos queda. Arranca Steve y asegúrate que la prensa disimule bien este fracaso. – No podemos, Señor, hay que quedarse para la foto. Y así, mientras esperaba por la foto, llegaron las palabras de Nicolás: “Nosotros hablamos de historia por que estamos orgullosos de ella, de la que construyeron nuestros libertadores y de la que estamos construyendo hoy. No tenemos una historia oscura de la cual arrepentirnos porque nunca hemos bombardeado ni asesinado a pueblos hermanos en ningún lugar del mundo”. – ¡Y dale con la memoria de estos pueblos! -Suspiró agotado Barack.

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