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Otra quisicosa

Publicado el 01 junio 2017 por Angeles

Quizá recuerden ustedes que hace poco les hablé de una pregunta que me habían hecho, que me resultó difícil de responder y sobre la que, por cierto, entablamos aquí un interesante debate.Pues bien, recientemente me han hecho otra pregunta sobre otro asunto peliagudo y que, cómo no,  me gustaría compartir con ustedes.
Otra quisicosaMe contaba un amigo que unos días antes, paseando por su barrio, se había sentado en un banco con unos señores mayores a escuchar lo que hablaban; no por curiosidad indiscreta, sino por verdadero interés en las conversaciones de las personas de edad. Y en esa actitud suya de pasear por el barrio fijándose en sus habitantes y hablando con ellos, me pareció que mi amigo era como un personaje de Vila-Matas, de quien precisamente en esos días estaba yo leyendo Mac y su contratiempo.
La cuestión es que mi amigo, recordando lo que hablaban aquellos señores,  sobre sus vidas, sobre la vida,  me preguntó: “¿Tú qué crees que nos aporta más, las pequeñasexperiencias de cada día o leer obras literarias?”
En esta ocasión, al contrario que la vez anterior, respondí enseguida, pero sin comprometerme mucho, lo reconozco. Porque mi respuesta fue que las experiencias reales son, por supuesto, insustituibles, pero que las obras literarias nos ayudan en gran manera a manejarnos en esas experiencias.
Por eso mismo, entre otras razones, nos gusta leer literatura: porque a través de las experiencias de los personajes aprendemos sobre las personas y sobre el mundo. Nos dan ejemplo de las actitudes que dan buen resultado y las que no. Vemos escenificadas situaciones, conflictos, muy diversas clases de relaciones humanas… Vemos, en resumen, modelos o "simulaciones" de situaciones y de comportamiento.
Todos los buenos libros se parecen en cierta manera,ya que contienen más verdad que si hubieran ocurrido realmente,y cuando terminas de leer uno, te parece que todo lo ocurrido te ha pasado a ti,
 y te pertenecerá para siempre.
-Ernest Hemingway-
Y así las páginas del libro, la  historia que leemos, se convierten en una gran ventana que nos permite una observación detallada y serena del mundo. O en un curso de formación emocional, en el que la teoría y la práctica se ven al mismo tiempo.En la vida real necesitaríamos mucho tiempo para conocer a toda clase de personas y situaciones. En los libros, en cambio,  las tenemos todas, y nos sirven para comprender mejor las cosas que ocurren, las actitudes, las reacciones diversas que pueden darse en cada situación… Las historias literarias son, en este sentido, un muestrario de realidad vestida de ficción. La verdad disfrazada de mentira. Por eso yo creo que la realidad y la ficción no se pueden desligar la una de la otra; que son consustanciales e inherentes la una a la otra. Que son, como la proverbial moneda, dos caras de una misma cosa. Porque la vida da origen a los relatos y los relatos explican  la vida. Por algo existen desde que el hombre tiene lenguaje y conciencia de sí mismo.
En los tiempos de las cavernas nuestros ancestros se reunían alrededor del fuego por la noche. Los lobos aullaban en la oscuridad, más allá del resplandor del fuego. Y una persona empezaba a hablar. Y contaba una historia, para que la oscuridad no nos diese tanto miedo.                                                                 -“El editor de libros” (Genius, Michael Grandaje, 2016)-
Otra quisicosaComo ya comentamos hace tiempo en otra entrada, todo esto, que puede parecer una cuestión puramente sentimental, tiene en realidad una explicación científica. Y es que nuestro cerebro procesa y retiene mejor la información si ésta le llega con estructura narrativa que si la recibe como una mera comunicación de datos.

Por eso tantas veces vemos que la mejor manera de explicar algo es, sencillamente, mediante un ejemplo en forma de “historia”. 

Y creo yo que ésta es la razón por la quemi amigo se sentó a escuchar a aquellos hombres del barrio, y por la que a todos nos gusta que otras personas nos hablen de sus experiencias: porque al contárnoslas las están convirtiendo en historias.

Como decíamos en aquella ocasión, cuando el cerebro recibe una historia se ponen en funcionamiento no sólo las áreas que procesan el lenguaje, sino  también las que se activan cuando vivimos situaciones reales y las emociones asociadas a esas situaciones. Por eso una historia bien contada nos hace reír, llorar, indignarnos, compadecernos, etc, como si se tratase de hechos reales. 

Y esto, me parece a mí, indica que existe una relación indisoluble entre narración y existencia humana. Y entre lo que nos aporta una cosa y la otra.
Curiosamente, el protagonista de Vila-Matas tiene el afán de viajar al lugar donde hubiera nacido el primer relato de la humanidad; el afán de encontrar el origen de las narraciones, el primer cuento. Y lo más curioso de todo es que  un par de días después de esta conversación con mi amigo, leyendo ya las últimas páginas del libro, dice el personaje al escuchar una teoría sobre el origen de la vida:
¡El origen de la vida! Eso también debía concernirme a mí, que tanto me interesa el origen de los cuentos.
Una vez más, y justo a tiempo, como me suele ocurrir, la literatura se utilizó a sí misma para confirmarme que alguna de esas ideas mías sobre la literatura no van mal orientadas.Y creo que también me da la razón en que, tal y como sospeché, mi amigo es, en efecto, un personaje de Vila-Matas.
Otra quisicosa


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