Uno de los placeres de trabajar en verano (y hay unos cuantos..) son los cafés de media mañana con mis compañeras, en la terracita de la plaza del pueblo.
A mi me resulta un momento divino. La temperatura es agradable, todavía no hace mucho calor, el cortado con hielo me despeja los últimos retazos de sueño matinal... Me gustan. Y las conversaciones de lo más variadas: niños, casas, parejas, perros, herencias, escatologías varias, recetas de cocina, depilaciones, coches, deportes, política...todo cabe si lo que se trata es de desconectar
No es el único placer que encuentro a trabajar en verano. Tengo la suerte de que los abuelos secuestren a las niñas desde el 21 de junio hasta el 30 de agosto, así que las semanas que me toca trabajar, a pesar del madrugón (digan lo que digan levantarse a las 6:15 a.m. es inhumano) me gusta venir a la oficina. Llego más tranquila, sin los nervios de levantar a las peques y que lleguen al cole a tiempo
Se aparca mejor. Esto creo que en las grandes ciudades lo notarán más, pero como llego antes al pueblo, hay más sitio para aparcar (aunque en verano hay más coches por los veraneantes) y además lo dejo a la sombra. Mi trasero lo agradece cuando salgo a las 3 de la tarde. Y mis únicos atascos los provoca esto
Llamadme cursi, pero encuentro un enorme placer de venir a currar en verano, poder trabajar con la ventana abierta. Escuchando los pajaritos, los ruidos del pueblo despertando. Me entra un fresquito desde el balcón que me espabila
Y no puedo olvidarme del placer que es trabajar con el jefe de vacaciones. ¿O no se rinde más cuando estás tranquila? :-P