Revista Opinión

Pablo no es para los demócratas

Publicado el 01 marzo 2016 por Jrobertogonzalez
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Ante el mostrador de la carnicería esperaba a que le dijeran la cuenta para pagar. Con gorra y americana tenía aspecto desaliñado y sucio, con olor a cigarro, alcohol y sudor. Una impertinente señora de exterior limpio, que hacía cola, lo apuraba de forma burlona, sin gracia alguna y con presunta superioridad social y moral. Mientras él esperaba a que le entregaran el vuelto insistía la otra en sus prisas, lo que aún le incomodaba más y le hacía volver la cabeza en busca de aquella conocida estúpida. Cuando se encaminaba hacia la puerta, mirándola y señalando al espacio que había dejado le espetó “Ahí lo tienes sonormal”.

España es un país de “sonormales”, de toletes hechos a conciencia desde la estupidez y la infracultura con un merecimiento ganado a pulso. Una sociedad que no reprueba y penaliza con la irrelevancia política a quien con conocimiento de la verdad y plenamente expuesto al escarnio público se atreve a tergiversar un principio básico del Estado de Derecho más puro, como es la ausencia de castigo penal por las ideas, corre el riesgo real de que un sujeto de esa calaña la gobierne, con merecimiento además, una vez que se ha perdido el honor y el respeto a la verdad. El presunto debate político, dialéctica política o simple postureo no debería amparar afirmaciones como las del camarada Pablo Iglesias. Con él tenía la duda de si se hizo chavista o fue él quien creó al chavismo. Ya da igual, además no es el único. Ahí estaba con Cayo Lara, Joan Tardá, Ángel Cappa y compañía en el auditorio Marcelino Camacho de CCOO en Madrid, el 6 de abril de 2013, en el homenaje al difunto comandante Chaves.

Si Otegi ha salido de prisión es porque ha cumplido su pena. Nada más. No tiene ninguna relevancia política o no debería tenerla, pero se antepone el interés político, egoísta, a la realidad, porque bien sabe Pablo, aunque no lo haya estudiado sino por haberlo escuchado por los pasillos de la facultad, que España es un estado de derecho en el que no se pisa la trena por ideología. Al menos de momento, esperemos a la mayoría absoluta morada.

Es de necio hacer política con la salida de Otegi y escribir semejante blasfemia contra el mejor sistema del que se puede dotar una sociedad: el Estado de Derecho. A pesar de ello, ni por un minuto habrá dejado de ser el nítido objeto del deseo de Pedro, al cual necesita para alzarse como presidente del gobierno. Si en otros países se dimite por ir bebido al volante o engañar con el currículum, un grupo humano honesto y riguroso impediría de manera activa y pasiva que el autor de esa afirmación tuviera relevancia alguna en actividades que pudieran influir en la vida de los demás por una sencilla razón, quien desde una posición con relevancia pública y dotada de amplio conocimiento para saber que lo que dice es a todas luces mentira en relación a un sujeto que sale de la cárcel por su relación con un grupo terrorista que causó la muerte de más de novecientas personas, no tiene líneas rojas para pervertir las relaciones sociales y los derechos individuales. Ya no le quedan pieles de cordero.


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