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Palabras extraviadas - por Daniel Galatro

Publicado el 04 diciembre 2016 por Olga44
Palabras extraviadas - por Daniel Galatro
Muchas veces los que escribimos con frecuencia dejamos por allí algunos de nuestros apuntes pues creemos que ya los recuperaremos para completarlos o mejorarlos. ¿Te ha ocurrido eso? Y después resulta que son absorbidos por la vorágine de papeles que nos rodean y pasa mucho tiempo hasta que ese reencuentro ocurre, una situación que hace impredecible qué será de cada uno de ellos si es que algún destino decidiéramos darle.
En mi caso particular, son pocos los "hijos reconocidos" frente a la multitud de "hijos extraviados", como debe ocurrir con tu producción inicialmente volcada en papeles y quizá actualmente descansando sus sueños en los intrincados senderos magnéticos de un disco rígido muy próximo o muy lejano.
Como tocado por una varita mágica, un antiguo cuento que escribiera en mi juventud universitaria reabrió sus ojos en "El espacio del arte" que con ribetes einstenianos imprevistos abrió Joan Beltrán en el éter a través de la frecuencia modulada de una emisora esquelense. Emitido que fuera en ese momento y lugar, anda hoy recorriendo pequeñas porciones de un universo quizá para siempre, como nos aseguró alguien que dijo que "nada se pierde, todo se transforma".
¿De qué se trataba ese cuento, en parte escrito en una Olivetti y quizá en otra parte grabado en una memoria magnética? Tenía un título: "Telaraña", y narraba la historia de un par de conocidos, que no eran amigos, inicialmente discutiendo en un bar cuestiones de ficción y realidad, algo que un tal Borges manejó sabiamente en su obra literaria y que sus admiradores recogimos, interpretamos y procuramos reinventar, reconociendo que nuestras limitaciones nunca nos permitirían hacer sonar notas tan excelsas por carecer nuestro instrumento de cuerdas reservadas a unos muy pocos grandes.
El par de escritores que sostenía ese combate filosófico era lo suficiente disímil como para que se diera entre ellos una oposición que parecía irreconciliable. El tema: ¿podría alguien crear una mentira elaborándola tan cuidadosamente que nunca pudiese ser reconocida como tal sino que a partir de su nacimiento tomaría el valor de una verdad indiscutible?
El más joven aseguraba que sí, que si una falsedad era recubierta por elementos perfectamente elegidos y coherentemente ensamblados, podría hacérsela absolutamente creíble lográndola transformar en lo que consideramos una verdad.
El escritor maduro no pensaba así. Según su experiencia, una mentira "disfrazada de verdad" iría perdiendo con el tiempo sus envolturas protectoras y, más tarde o más temprano, revelaría su verdadera esencia haciéndole mostrarse como la falsedad que siempre había sido.
Apostaron algo, no importa qué, a que el joven crearía una situación imaginaria y la presentaría como un hecho cierto, engaño que solamente conocerían ambos. Luego el joven armaría una serie de sucesos que darían sostén a la historia inventada y lograría hacer creer al mundo la veracidad de ella, un mundo integrado por las personas más cercanas a su vida las que resultarían más difíciles porque conocían los detalles de la que llamamos "realidad" del inventor.
Esos sucesos elaborados para proteger la mentira son la trama del cuento y lo llevan a casi lograr el objetivo de la apuesta, seguidos por algunos imprevistos posteriores que ponen la mentira al borde de su fracaso como tal. Y el precio que decide pagar el joven para intentar salvar su idea resulta absurdamente alto bajo todo punto de vista.
De esto trata mi "Telaraña"perdido en el tiempo y el espacio pero recuperado al menos parcialmente esa tarde de sábado en la que la bella Esquel era bañada por un sol más cálido que de costumbre y compartía yo el honor de completar una mesa circular con un brillante y experimentado profesor de teatro y con un muy joven docente de letras, bajo la atenta dirección de Joan que procuraba y conseguía que un nuevo milagro se produjera y fuera recogido por tres micrófonos.
¡Señor Operador! ¿Vamos a un corte?
Daniel Aníbal Galatro

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