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Paloma O'Shea: "La musicalidad es impúdica." Entrevista

Publicado el 30 junio 2012 por Lilik
Paloma O'Shea:
Benjamín G. ROSADO | Publicado el 29/06/2012
Péter Csaba dirige el 6 de julio el concierto inaugural del XII Encuentro de Música y Academia de Santander que organiza la Fundación Albéniz como anticipo al XVII Concurso Internacional de Piano. Para la artífice de todo esto, Paloma O'Shea, de la música dependen las constantes vitales de España.
Pregunta: La Escuela comenzó como una colonia de chalecitos en Pozuelo. ¿Imaginaba que llegaría tan lejos?
Respuesta: Es que no nos hemos ido tan lejos. Ahora tenemos más pianos, más alumnos y más profesores y no estamos en Pozuelo pero, a fin de cuentas, seguimos en el mismo sitio, dando la misma batalla.
P: Terminó la carrera de piano a los 15 años. ¿Llegó a plantearse una carrera musical?
R: Cuando eres adolescente y te pasas muchas horas al piano no puedes evitar proyectarte. Yo lo dejé para formar una familia.
P: ¿Qué sabe de su tatarabuelo irlandés, aquel que atracó en Valencia a principios del XIX?
R: Que vino con Wellington para hacer la guerra a Napoleón y se enamoró de este país. Gracias a eso soy española y no irlandesa.
P: Preside la Fundación Albéniz, dirige la Escuela Reina Sofía y es académica de Bellas Artes. ¿No se siente un poco mujer-orquesta?
R: Para nada. Dedico el 100% de mi tiempo y mi energía a trabajar. ¡Y el otro 100% a mi familia! Como decía el piloto de Fórmula 1 Alain Prost, me ha tocado vivir al 200%.
P: ¿Cuál diría que ha sido el gran hallazgo de estos doce años de Encuentros?
R: La generosidad de los grandes maestros con los jóvenes.
P: ¿Se sienten el Tanglewood europeo?
R: No tenemos nada que envidiar a Tanglewood. Somos muy diferentes aunque perseguimos lo mismo.
P: Habrá un homenaje a Montsalvatge, exponente de la “generación perdida”. ¿Como los jóvenes de hoy?
R: Montsalvatge fue independiente, que no perdido. En cuanto a los españoles de ahora, no los vamos a perder, se lo aseguro. Saldremos adelante como siempre: con esfuerzo y con inteligencia.
P: Pisos, aeropuertos, orquestas... ¿Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades?
R: En Occidente nadie está libre de pecado. Y, en lo que se refiere a la música, hemos logrado cubrir una asignatura que teníamos pendiente desde hacía siglos.
P: ¿Vivimos mejor que en tiempos de Albéniz?
R: El hombre tiende hacia la perfección, lenta pero inexorablemente. Yo no cambiaría mi época por ninguna otra. Hay cosas que mejorar, pero la dignidad con la que vive el hombre ha mejorado exponencialmente.
P: Albéniz llegó a inventarse una amistad con Liszt para retrasar su regreso de Hungría. ¿Con qué compositor le gustaría navegar por el Danubio?
R: Con Brahms, sin duda. Le pediría que me hablara del Concierto en re menor.
P: Después del Encuentro vendrá el Concurso de Piano. Entre los 20 participantes, una española. ¿Motivo de celebración o de preocupación?
R: De celebración, siempre. Es muy difícil estar entre los 20 que vienen a Santander, y eso denota un gran nivel.
P: Tengo entendido que odia el término “niño prodigio”.
R: Nunca he dicho que lo odie, sino que me parece inapropiado. No veo por qué debemos hablar de prodigio o milagro cuando en un joven se da un talento especial.
P: ¿Y cómo educar al público?
R: El público se educa a sí mismo, y además de manera individual. Lo único que tenemos que hacer es dar a la gente acceso a la música. El resto lo hará la propia música.
P: ¿Existe un sentimiento patriótico más allá del fútbol?
R: Patriota es la persona que trabaja duramente a diario para hacer progresar a su familia, su ciudad y su país. Luego, cuando su selección marca gol, a esa misma persona se le exacerba el patriotismo.
P: ¿Merecemos los españoles un himno mejor?
R: Podría mejorarse, pero dejemos el himno como está: es el nuestro y ha tocado ya la fibra de muchas generaciones. A estas alturas de nuestra historia no estamos para hacer himnos.
P: El 99% de los estudiantes de la Escuela están becados. ¿Quiere decir que se lo juegan todo a una única audición?
R: La experiencia me dice que nuestros profesores perciben el talento musical con nitidez. La musicalidad es impúdica, no se esconde, ni siquiera detrás de los nervios.

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