"Traed a vuestros hijos a ver gente desnuda"-
Del mensaje de esta curiosa publicidad, lanzada desde un consorcio de Museos y que en estos días puede verse en los pasillos del metro de París, se deduce que el arte siempre fue, en cierto modo y entre otras muchas cosas, una forma de tolerada y domesticada de pornografía.
Tras la relajación de censuras y costumbres que trajo el progreso cabe pensar que el arte perdiese, cuando menos en parte, ese cometido: dejando paso a todo tipo de revistas, películas, o cuanto de la triple equis puede descargarse en la Red.
Ahora la gente gusta de toquetear las estatuas y fotografiarse en el intento: es algo que llamó mi atención durante mis últimas visitas turísticas... Hace poco de ésto que publicábamos un post al respecto (ver)... Por esas mismas fechas y tras sufrir una masificada visita al Museo de Louvre, poco antes de su cierre por las crecidas del Sena, escribía esto:
"El turismo de la globalización, ese que tanto se acerca al rugido de la Marabunta, trajo consigo una estética a la que, hasta hace poco, no estábamos acostumbrados: las largas colas, el trenecito Leren tras el banderín del guía, las tormentas de flashes, capaces de subirle la autoestima al protagonista más pintado de cualquier cuadro, y otras tantas acciones...
Pero es que hoy y además, visitando el ala de escultura clásica del museo del Louvre, tuve ocasión de conocer una moda más: la querencia de muchas mujeres por fotografiarse tocándole el trasero a la estatua del febo de turno, o señalando las zonas más pudendas de todo dios, sea éste griego o romano...
Aunque vi a varias lanzadas, no siendo tarea fácil sólo pude captar a una con las manos en la masa...
Sirva la instantánea para dar testimonio de esta curiosa tendencia..."
... Y el post de hoy, como una justificación para retomar el tema.