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Papá, de mayor quiero ser político (1).

Por Pabloadan

Papá, de mayor quiero ser político (1).No se qué le diría a mi hijo si mañana me hiciese esta afirmación, y por eso yo me pregunto… el político, ese ser antaño vocacional, con espíritu de servicio público ¿existe todavía?

No pretendo caer en la retórica fácil, Dios me perdone si lo hago, pero yo creo y afirmo que sí existe, aunque por el momento evitaré caer en la tentación de dar nombres, pero juro que algunos conozco (Haberlos hay los, que yo vio los, como dirían en tierras galaicas).

Desde luego la cosa pública ha atraído por igual, desde tiempos inmemoriales, a déspotas, nepóticos, tiranos, traidores y ladrones, pero también a personas en cuyo afán se albergan sentimientos incontrastables de servicio al progreso social, de libertades y bienestares para ese pueblo hoy tan lejano y cansado de ellos. Y la historia está llena de ellos.

Hoy la política está en una bajísima estima pública, sin embargo, y visto desde otra perspectiva, sigue siendo un sector social con menos crisis que otros y con ciertos privilegios, hoy más subjetivos, en cuanto a prestigio social y si acaso de reputación.

Esto implica que en el corto y medio plazo existirá dentro de los partidos cierta presión interna por exceso de voluntades (oferta) y cada vez menos puestos y cargos dependiente del estado, en cualquiera de sus dimensiones (demanda); europea, nacional, autonómica, provincial o local (creo que no me he dejado ninguna).

Esto en mi opinión obliga a los partidos, los quasi únicos gestores de cargos públicos, a elegir con sumo cuidado los nombres y personas en las que van a depositar para los próximos años la honrosa tarea de devolver al pueblo la confianza en los políticos, los partidos y las propias instituciones. Además hacerlas funcionar de forma efectiva y rentable.

¿Y esto qué tiene de interesante?

En los partidos la competencia será mayor, la exigencia será mayor, la vigilancia y también la condena será mayor, por lo que las carreras de los candidatos en los partidos deberán cimentarse sobre valores y trabajo, competitividad, ejemplo y dedicación, y esto es bueno.

El papel de la marca personal en la política, asignatura pendiente en el mundo moderno y democrático, tomará cuerpo y promoverá a personas más que a políticos. Con una misión y una visión clara, y sobre todo un compromiso más transparente. ¿Te imaginas?

Esto se pone interesante.


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