La papiroflexia, conocida por muchos como Origami, es el arte de hacer figuras de papel con diferentes formas. Resulta muy útil para mejorar el desarollo cognitivo de los más pequeños. Además a muchos de ellos les resulta interesante esta práctica y ponen mucho ímpetu en ella.
Es un arte de origen japonés y no se pueden emplear en ella ni tijeras, ni pegamento, ni grapas, ni nada por el estilo… ¡Sólo el papel y las manos!
Se pueden crear desde cosas bastante sencillas como aviones hasta otras más complicadas a través del denominado “origami modular”, que consiste en utilizar varias piezas idénticas juntas para formar una figura más compleja, como bolas decorativas (denominadas kusudama).
Una opción que gusta mucho entre los más pequeños es la de crear animales, y muchos de ellos no resultan muy complicados para empezar. Además, es muy popular hacer pajaritas o sombreros de diferentes tipos, cuestión que también atrae a nuestros niños porque pueden jugar con ellos vistiéndoselos como si fuesen de verdad.
Hay que destacar que a través de la papiroflexia los niños aprenden a acercarse a los libros para poder mejorar en la actividad a través de manuales específicos, por lo que resulta muy interesante por ese lado también, no sólo por la mejora en el desarrollo cognitivo que experimentan a medida que van avanzando en complejidad.
De lo que no hay que olvidarse es que, como siempre, cualquier actividad se lleva a cabo mejor si los padres la realizan conjuntamente con los pequeños. Y en este caso, una manualidad, todavía esta cuestión resulta más importante, porque sin la ayuda de adultos los niños pueden sentirse un poco perdidos y directamente perder el interés por ella.
¿A qué esperáis para probarla? ¡Seguro que será un éxito!
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