Revista Opinión

Para Doja (crítica)

Publicado el 02 junio 2013 por Miguelmerino

Para Doja

Probablemente, se trate de la obra cumbre de Cristhian Poule (Tunte 1993, Zonhoven 2013). Si alguna vez este cuadro (Qué Dios no lo permita) llega a alguna de las casas de subasta, dejará en zapatillas cualquier precio pagado anteriormente por una obra de arte. Y esta es una profecía que espero que nunca se llegue a demostrar.

Pero pasemos a analizar la obra. Se trata de un folio apaisado en el que se dibuja con trazo grueso un cuadrilátero en negro que guarda en su interior una línea con el mismo trazo grueso en rojo. Hasta aquí una descripción sucinta (y simplista) de la obra. Pero como toda obra de arte, encierra más de lo que aparentemente muestra. Para descubrirlo, no queda más remedio que conocer al autor en toda su amplia dimensión.

Los que nos hemos ocupado de seguir la trayectoria de este autor, sabemos de su dualidad. Su primera época la firmaba con el seudónimo Paula Christel, que podría indicar ambigüedad, pero que por el contrario, en su caso es pura afirmación. Afirmación de su doble condición: la femenina y la masculina. Afirmación de su doble ubicación: España y Bélgica. Y por último, pero no menos importante, afirmación de su doble herencia cultural; la clásica y la contemporánea. Y todo esto se encuentra en la obra que estamos analizando. Todo en su obra es dual. Dual y paradójico. Y esto nos lleva al título: Para Doja. Se trata de una dedicatoria y de una declaración de intenciones.

Doja, además de su gran amor, también es un anagrama. Sí, su gran amor fue su perro. El Gran Danés al que bautizó con el nombre de Doja. Pero como digo, Doja también es anagrama de Joda, que en Uruguay, de donde son sus abuelos maternos, significa: broma, diversión. Y de Doja, añadiendo la preposición, también se puede extraer: Dejado, que es como se sintió cuando murió (luego veremos cómo, que también es importante para entender la obra) su Gran Danés. Y el título completo: Para Doja, si se unen las dos palabras, se convierte en paradoja: Figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones o frases que encierran una aparente contradicción. Evidente contradicción entre la muerte de su gran amor y la joda, la broma, la diversión. La paradoja de sentirse dejado por la muerte de su perro, cuando en realidad, esta muerte, se produjo por su intención de dejar (abandonar) él a su gran amor, de quien seguía perdidamente enamorado, pero a quien pensaba abandonar en una gasolinera, por ese sempiterno (gracias Dess) afán suyo de querer experimentar nuevas sensaciones. Doja llegó a conocer (nunca se supo como) inexorablemente (gracias Marga) las intenciones de Cristhian y se hizo el harakiri. Y eso es precisamente lo que representa el cuadro: A Doja caído con la barriga surcada por esa gran herida.

Y de nuevo aparece la sempiterna (gracias Dess) dualidad del autor. Dentro de un cuadro, que inexorablemente (gracias Marga) representa a la muerte, se hace el más sublime canto a la vida.  Me explico: Como ya hemos (plural mayestático) dicho, el cuadro representa la muerte de Doja, el Gran Danés del autor. Pero si se observa con detenimiento y mirada crítica, como es nuestra (nuevo plural mayestático) obligación, se puede observar que la línea roja representa exactamente, en escala 1:100, el travesaño horizontal del Santo Madero, aquel que fue el instrumento de muerte de Nuestro Señor, pero a la vez e inexorablemente (gracias Marga), fue el instrumento de su resurrección, pues sin aquella (su muerte), no podría haber existido ésta (su resurrección). Pero es que existen otros simbolismo paradójicos. Por ejemplo: el color rojo.

Es obvio que se trata de un color rojo sangre. Además, ya hemos dicho que simboliza la herida que mató a Doja. Pero igualmente simboliza la resurrección  y por tanto la vida, pues al pintar el Santo Madero con ese tono de rojo, no hace otra cosa que simbolizar la Eucaristía. La substanciación del vino en la sangre de Cristo, para dar nueva vida a sus creyentes. Y aun otro simbolismo paradójico:

El cuadro está sin firmar, lo cual parece indicar deseo de anonimato, pero si nos fijamos (mayestático de nuevo) atentamente, como es nuestro (sí, sí, mayestático de nuevo) deber, es imposible afirmar que el cuadro es anónimo, pues todo el cuadro en sí, es una firma. Por su forma, color, simbolismo, etc. y no sólo una firma, sino una doble firma, la de Cristhian y la de Paula. Pues a cualquiera de las dos personalidades (etapas) del autor, podría corresponder. Y aun quedan más símbolos paradójicos que detallar, como los vértices del cuadrilátero, dos cerrados, uno cuasi cerrado y el cuarto abiertamente abierto (otro día hablaremos de las redundancias en su obra). Pero estos argumentos los he desarrollado en mi discurso de entrada a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que tuvo lugar el pasado día 30 de mayo. Será editado y publicado en las próximas fechas por la propia academia. Y aquí podrán comprar su ejemplar, que irá debidamente dedicado.

No tengan miedo y acérquense a la obra de este autor. No quedarán defraudados.


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