La columna de opinión de Pablo Sirvén en La Nazión de hoy es sumamente ambigua, contradictoria, bajo titulo "La censura tantea el terreno". En realidad, lo que se tendría que tantear es la realidad...
Arranca relatando la feroz censura instalada durante la dictadura militar iniciada en el 76. Uno, suponiendo la chicana de estos pseudoperiodistas, ya adelanta su indignación teniendo en cuenta que nos acercamos a otra conmemoración del ultimo golpe civico-militar. Sin embargo, y por suerte, no es así, culmina esta primera parte diciendo:
se hace necesario repetir una obviedad: la más imperfecta de las democracias es mejor que la más blanda de las dictaduras. Tampoco hace falta aclarar que la censura más desembozada ya no existe afortunadamente desde hace muchos años en la Argentina.
Entonces hace repaso desde la recuperación de la democracia, y ahí empiezan las contradicciones
- Se refiere a los noventa como la epoca dorada del periodismo de investigacion, bien, es así, pero ¿por qué era la época dorada? Por los escandalos casos de corrupción que se iniciaron a partir de la subasta del Estado, hechos comprobables, impunes, como está sucediendo en la actualidad en el gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Pero Sirvén no hace mención que, como producto de ese periodismo de investigación, de periodismo serio, ocurrieron linchamientos concretos, no ficticios, existieron silenciamientos, presiones, muertes (el caso Cabezas es el más tristemente recordado)
- También menciona que en los noventa emergieron "poderosos multimedios" sin embargo no desarrolla al respecto se queda en la anecdota como así hizo con lo de la "época dorada del periodismo de investigación". DIgalo SIrvén, digalo, sino no entendemos a donde querés apuntar...
- cuando llega el momento de analizar el kirchnerismo empieza la verdadera contradicción, chocan en Sirvén la realidad efectiva con los deseos de un periodismo fabulador, porque no le queda más remedio que reconocerle a este proceso: "El kirchnerismo, desde 2003 hasta el presente, contribuyó a la ampliación de esa libertad al fomentar el intenso debate público de los temas de derechos humanos, minorías sexuales y pueblos originarios, que no estaban incorporados a la agenda habitual. La no represión de la protesta social implicó al mismo tiempo elevar la tolerancia política y gremial en las expresiones callejeras, pero a un precio altísimo: perder para siempre la normalidad en la circulación del tránsito. No menos valiosa resultó la derogación como delitos de las figuras de calumnias e injurias y, según se mire, algunos aspectos puntuales de la ley de medios, la aparición de nuevas señales públicas y la TV digital terrestre".Pero no puede quedar asi para Sirvén, (a esta altura el gorila intelectual asiduo lector de La Nazión está desencajado) tiene que argumentar su oposición y explicar cómo (luego de la descripción que demuestra la libertad de expresión) se vislumbra la censura: y ahí recurre a la chicana barata en torno a la distribución de la pauta oficial (linda relación con los poderosos multimedios, porque de alguna manera la distribución como dijo alguna vez Cristina sirve para mantener las voces de otros medios, que tienen menos publicidad, menos tirada, que necesitan expresar su posicionamiento ante la realidad, y no necesariamente son panfletos apologéticos del kirchnerismo), habla de 678 (pufff aburridooo!) y todo lo que califica de "linchamiento virtual"(?) (tomá Sirvén! te gusta como te pego con el látigo, gato?) donde nosotros (bloggeros k)estamos atacando la libertad de expresión (faaaaa)
- En resumen de cuentas, la argumentación de Sirvén es inexistente, no es veraz, y poco oportuno de tirar esta diatriba de incongruencias a un día del 24 de marzo, conmemoración de la más sangrientas de las dictaduras y donde también recordamos la denuncia de censura entre otros aspectos de un verdadero periodista comprometido y que fue silenciado a través de la muerte: Rodolfo Walsh. Eso fue censura, Sirvén, no la pavada escenica de Mongobardi
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