Revista Filosofía

PARADOJAS SOBRE EL HOMBRE LIBRE…, el MASON LIBRE…y el TRABAJO MASONICO

Por Vguerra
PARADOJAS SOBRE EL HOMBRE LIBRE…, el MASON LIBRE…y  el TRABAJO MASONICO
La masonería como todo en la vida tiene sus paradojas, y cuando uno vive esta peculiar parcela desde la cultura del libre examen, lo cual supone toda una escuela de formación y reflexión, se le revelan ciertas paradojas que en parte vienen impuestas por las propias dinámicas, las cuales dejan ver la complejidad del quehacer masónico cotidiano, tanto del nacido de la reflexión y el propio desarrollo, como aquel otro que acontece a partir de las reglamentaciones que se van articulando en todo el entramado estructural creando el concepto de la masonería como Orden y Obediencias.
Aunque toda la filosofía masónica se cimenta sobre el “amor al otro” a modo de admonición ética, luego las propias dinámicas del trabajo grupal, y a veces muy cerrados, se construyen muy a menudo sobre paradojas de contradicción , ya que por encima del respeto y de la libertad individual, parece que hay todo un desarrollo paralelo en función del reglamento, de la estructura… del silencio, del secreto, del magisterio, emergiendo lo sagrado, lo iniciático y sublime…. etc.
Resulta curioso, y hasta paradójico. Porque cuando uno solicita entrar en masonería, se le pide y exige ser un hombre libre, aunque alguna circunspecta mente masónica muy cicateramente lo ha asociado a las cuestiones pecuniarias, o sea “ser libre para pagar las cuotas o capitaciones”, en parte eso ha valido para marginar al resto de la humanidad aduciendo que las mujeres no podían ser masonas, porque no eran libres para pagar las capitaciones logiales.
Es un reduccionismo interesante e importante para la estructura, o sea para la Obediencia, ya que se constituyen en miembros, en “Hermanos” a modo y manera de “hombres de Orden” en miembros cotizantes que bien distinguen y definen los Reglamentos.
Cuando en realidad esa entrada debería ser para algo más que formar parte de “fraternales de convivencia”, ya que esa exigencia primigenia de Hombres Libres debiera llevarnos de forma directa a las logias, pero como centros libertinos, muy al a modo de expectantes hijos del libre examen, inclinados a una mayor fraternidad y mejora moral de la humanidad más justa y esclarecida, como dice el ritual.  No lo debemos olvidar, fue en el seno del protestantismo donde nació la masonería, y donde se desarrolla esa concepción del Hombre Libre. Un hombre libre que entra también en masonería desde la concepción del libre examen, o sea que no se necesita un magisterio infalible para llevar a cabo el trabajo masónico (O sea el libertario “ni Dios, ni el Maestro” ). Tal vez desde estas perspectivas podamos entender algo más los rituales, de las exigencias de admisión, y del desarrollo del propio trabajo masónico.
Porque es muy posible que desde una perspectiva católico-romana, eso sea algo difícil de comprender todo ello, y aunque todo se ha reelaborado toda la filosofía para facilitar los trabajos en los ámbitos católicos, es muy posible que hayan quedado posos en el seno íntimo de cada uno, y se vaya incrementando la contradicción entre el “ser y estar”, entre el símbolo y el magisterio, entre esa libertad que aporta el libre examen, y ese querer acotar al hombre libre, en definitiva poner al masón, bajo las cuotas del poder de las Ejecutivas y del Reglamento, y del dogma.
Poder que no proviene de los “Usos y Costumbres”, fruto del tiempo y del roce, de la quemazón del día a día en el tajo canteril, de los encontronazos logiales e individuales, del interés propio y del común, de la libertad individual y la colectiva, cuestiones que van construyendo, la logia, a partir del sentido común se van resolviendo toda una panoplia de conflictos en un “espacio de encuentro y consenso” , y no el campo del poder y la batalla que articulan herramientas como los reglamentos, y los reglamentaristas que nacen del querer acotar, del deseo de circunscribir al detalle el quehacer masónico del masón libre, de doblegarlo a los intereses más altos, todo ello referido no tanto a lograr las altas cualidades a las que debiera estar enfocado reglamento para lograr ese espacio de consenso, sino a blindarse como estructura y jerarquía. Les invito a leer los Reglamentos desde esa perspectiva que les expongo y verán lo ajustado y preciso es cuanto a la protección de esos órganos.
Son paradojas, ideas extrañas, opuestas al interés común, pero que se dan en el Masón, en el “hombre libre” que se ha da cuenta de que la construcción del mundo masónico con ambición de proyectarse, no puede quedar circunscrito al uso del mallete y al cincel, o al compás o la escuadra, porque con esas herramientas el Hombre Libre, una vez ha aprendido las dinámicas primeras del tajo, de la relación, del consenso, del pensar libre, (por eso no hay textos dogmáticos, o reguladores, o filosofías, o profesores dentro de la masonería, ni Maestros había, eran Compañeros Aceptados, caminantes y nómadas que se auto- construían y se auto-realizaban en conjunto).
Es en ese momento es cuando uno empieza a dejar de ser miembro de una logia cerrada, de una logia de corral, circunscrita a ser un número más en la estructura obediencial, y es el momento preciso donde se construye el núcleo de la reflexión crítica, íntima y personal, a la luz de razón propia, y que paradójicamente en vez de ser una reflexión hacia lo externo, hacia fuera, lo hace hacia dentro, desde esta perspectiva de auto –conformación y auto-confrontación y encuentra en la sencillez ritual la fina sensibilidad del hilo de Ariadna, que le va conduciendo a la plenitud del conocimiento, íntimo, personal e intransferible, que no se logra como se dice en la escenográfica iniciación sino en el continuo trabajo de introspección.
Ese Masón Libre, que inicia su Tour del Compañero de forma nómada, solo puede lograr ese camino de libertad cuando ha comprendido que el Arte Real, que dicen los puristas, el cual no se logra en base a definir columnas, o el arte de los geómetras, o el saber dominar el triviun o el cuadrivun, sino mucho antes, justo cuando se da cuenta que esas leves herramientas ya descritas, del mallete y del cincel, poco ya dan de sí tras los primero contactos con la labor de desbroce.
Por eso, ese Masón Libre, busca entre la simbólica de la logia y el adorno lo esencial, porque ahí está la inteligencia del libre examen, descubrir que aquello que nos permite construir, edificar el templo de conocimiento, que tantas veces se hace con dolor, y con resultados no siempre óptimos. Cuánto ha habido de dolor y exasperación en la Torre de Babel, en los Templos de David y Salomón, en el Puente de Zorobabel…hasta llegar a compresión del trabajo masónico como punto de la reflexión abierta, y que el quehacer individual construye al conjunto, de la forma y esencia y le conduce y le guía, pero eso sí siempre en base a escuchar al otro.
Es ese preciso momento cuando el Hombre Libre, construido como Masón Libre, puede buscar en el seno de una Logia Libre, no circunscrita al Orden, ni a la Orden, que está libre de todos los istmos habidos y por haber, porque ello es casi imposible de conseguir, pero que ha de ser sabedora de que logia libre es la que permite buscar en libertad, para poder adentrarse en los recónditos lugares de la logia, donde algunos masones no desean llegar imbuidos en la placidez búdica de la simbolatría, espacio este además donde cada cual busca su proyección o su realización, pero en general ignorantes a la razón de unas herramientas que están ahí, y que dan sentido al “ser y el estar” en logia.
Esa labor de búsqueda en libertad, ha de ir concordancia para poder definir lo esencial de lo accesorio, y tal vez por eso en el seno del trabajo masónico se hallen masones de mallete y cincel, de llana y paleta, de compas y escuadra, de regla y palanqueta, masones como decía el viejo socialista, de afición y de afección, de aflicción y de defección, porque la logia en el fondo es eso, la vida condensada en un lugar en un tiempo, y en un espacio cerrado a la vista de todos, pero que construye el propio quehacer logial que luego se proyecta, y que dice lo que somos y lo que queremos, a veces más de lo que deseamos.El libre examen, la mirada libre en ese espacio nómada de la introspección, del preguntarse a cada momento, donde cada uno hace el íntimo tour compañónico de sumirse en el “ser y la esencia”, no tanto sobre la piedra bruta, que ya poco más puede desbastarte sin hacerla añicos… sino sobre el sentido general y particular, es ese tour el que nos da la primicia de ver que las herramientas son otras, y que la vara que nos ilusiona cual serpiente rodante por el espacio logial, unida al omnipresente adorno de una extraña cuerda de nudos, son en realidad los instrumentos del agrimensor, y con ellos se levanta se construye.
No es un camino de cuatro lecciones y tres grados, y de corifeos alrededor de calelabros modernos o antiguos, o de luces o colunetas, es un camino arduo de ver como lo accesorio se hace patente, como con esas sencillas herramientas de puro adorno pasan a ser esenciales en el arte de pasar, de lo micro a lo macro, de la puerta baja que no existe a la tangibilidad del espacio. Es ese preciso instante, cuando uno se hace MASON y se da cuenta de la fina finta que está cruzando, puesto que ya no hay amarras., Es cuando la logia explota en mil pedazos ya que ese espacio se hace universal , y te conviertes en el Maestro que empieza su periplo compañonico, sabiendo que sus herramientas están con él, que se reconoce y le reconocen, por encima de escuelas, de dogmas y de GADUS, y puede dejar la grey logial, ni de la tibu  a la logia ni de esta a la logia, sino  a un duro peldaño que le permite  trabajo en  una inmensa soledad, solamente soslayada por la plenitud de ir descubriendo, el rito como fino y sibilino hilo conductor, no como resultado de un quehacer anterior, sino como fruto de saber que es un espacio transitado por otros, que reconocen su profundidad su vértigo y que abre insodable e imenso.
Es muy posible que en como resultado de esa intensa búsqueda , ya no se precisen ni grados, ni guantes, ni mandiles, porque es ese momento, es cuando uno se da cuenta de la grandiosidad de ser un Hombre Libre, de conformar parte de una Cofradía donde los Hombres Libres, donde el martillo y el cincel, ya no necesarios sino la libertad de pensamiento, camino por el cual han transitado otros antes, sabiendo de la fineza del trabajo masónico que precisa más que nada de Libertad, para que se complete la cuadratura del círculo, en la quimera de un Masón Libre en una Logia Libre, lo que luego ya de sí es otro cantar.He dicho
Víctor Guerra. MM.:. Rito Moderno.
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