Revista Deportes

Paradojas y milhojas

Publicado el 01 julio 2012 por Carlos Romero @CarlosRomeroSFC

Recibí este comentario de un lector que me llamó la atención. Tanto que de hecho ha sido invitado al Área de Historia del Sevilla FC y ha sido todo un honor conocerle. Tal y como suponía el intercambio de información ha sido de lo más edificante. Ahí va, espero que surja el debate ante cosas que a veces parecen incomprensibles.

sep

Antes de nada, me gustaría felicitarte por la gran labor que estás realizando. Tu trabajo me recuerda mucho las conversaciones que teníamos algunos amigos sevillistas de izquierda en la Facultad de Historia cuando estudiábamos antropología allá por los 80, que estábamos hasta los mismísimos de tanta pamplina bética, y queríamos hacer una asociación o algo para "desfacer entuertos", como decía Don Quijote.

Yo he contado hasta la saciedad la historia de mi abuelo Fernando, natural de Huévar, pero que vivió casi toda su vida como honrado barbero en Carrión, mi pueblo. Mi abuelo era comunista, y se libró por los pelos de que lo fusilaran gracias a los contactos de mi abuela, que era "de buena familia". Luego pasó largos años de penuria y de humillación, ya que, por ser rojo, casi nadie iba a la barbería, pero nunca renunció a sus ideas… ni a su sevillismo acérrimo!

En Carrión la gente sabía si el Sevilla había ganado o no por mi abuelo, ya que, si ganaba (cosa habitual en los 40 y 50, por suerte), se arreglaba con el traje y la mascota y se iba a la taberna, no saliendo siquiera a la calle si el Sevilla perdía, de coraje que le daba. Tanto era esto así que, cuando la gente lo veía bajar a la taberna la tarde de los domingos, decían: “Ea, el Sevilla ha ganado hoy, porque ahí viene el maestro Fernando” (se llamaba maestro a los barberos y a los representantes de otros oficios).

Tal era su sevillismo, que mi abuelo lloraba tanto si ganaba como si perdía el Sevilla (en los empates creo que se limitaba a un puchero!). Una cosa exagerada, vamos. Así que, para empezar, mi propia experiencia familiar no casaba con el mito sobre el Betis y el Sevilla, que era particularmente potente en los 70 y 80 del siglo pasado.

Esto me llevó, junto a mis estudios de antropología, a plantearme el análisis, ya de una manera digamos científica, de los orígenes y de la función social de la rivalidad entre los dos equipos, puesto que la rivalidad entre Sevilla y Betis me recordaba mucho la existente en pueblos como el mío divididos entre dos hermandades, fenómeno que había estudiado en profundidad, empezando por Carrión precisamente, nuestro profesor Isidoro Moreno, sevillista también, por cierto, y quien se tomó mucho interés en mi proyecto de investigación hasta el punto de convertirse en el director de lo que, por circunstancias de la vida, nunca llegó a ser mi tesis doctoral. Mi tesis de partida era que la afición al fútbol es interclasista, y que su función básica, sobre todo cuando hay rivalidades locales, es la dividir en el imaginario colectivo a la gente según sus colores deportivos y, por tanto, ocultar la división en clases sociales. Esto no es que me lo haya inventado yo, claro, es algo bastante estudiado en la sociología del deporte.

Pero, de ser ciertas mis tesis, eso significaría también que, del Betis como “equipo del pueblo”, nada de nada: es decir, ambos clubes tendrían una adscripción parecida (no necesariamente idéntica) en todas las clases sociales… al menos en la ciudad y área metropolitana de Sevilla. Porque lo cierto es que, cuanto más nos alejamos de Sevilla, más desproporción hay entre los “aficionados” (eso es otro cantar, qué entendemos por “aficionado” del Betis o del Sevilla) de ambos equipos a favor del Betis, y particularmente en las zonas agrarias de latifundio, donde, por las razones que fueran, prendió profundamente el mito del Betis como equipo popular frente al Sevilla como equipo de los señoritos.

quino-07

Creo que una encuesta demostraría sin lugar a dudas este mucha mayor simpatía por el Betis entre quienes proceden del proletariado agrario y por el Sevilla entre la burguesía agraria. Tras leer tus magníficas publicaciones en el blog, todavía me extraño más de que este mito se extendiera de esa forma, dada la clara vinculación del Betis con el estamento militar más conservador. A este respecto, recuerdo muy bien la entrevista que hice (para la tesis) en Triana a un viejísimo comandante retirado muy bético y muy fascista, que tenía un retrato de Franco enorme en su casa, y quien me dijo que era granadino y que, cuando lo destinaron a Sevilla, se hizo del Betis (seguramente por influencia de otros camaradas de armas), “aunque entonces decían que era el equipo de los comunistas”. Si esto se decía ya en la inmediata posguerra, la cristalización de este mito debió producirse muy pronto (años 30), lo que no concuerda en absoluto con el gran peso que los militares tuvieron siempre en el Betis, como demuestran a las claras tus investigaciones.

Te escribo esta larga parrafada (por la que te pido disculpas) porque es este un asunto que me intriga mucho y que, desde luego, está por investigarse. No sé si a ti, que has consultado tan extensamente tantas fuentes, se te ocurre una pista, porque a mí no me cuadra que un equipito como era el Betis, plagado de militares golpistas y hasta con algún criminal de marca mayor como Cuesta Monereo, lograra, sin embargo, hacerse con las claras simpatías de los jornaleros del campo: mi exsuegro (de Pilas) siempre se metía conmigo llamándome “señorito sevillista” y me contaba que, en los años 40, cuando los obreros decían “Viva el Betis!” estaban queriendo decir “Viva el comunismo!”, y esta opinión está muy extendida en el agro sevillano.

En fin, siento haberte soltado todo este rollo, pero se trata de un asunto que me apasiona como (abortado) investigador y también como sevillista que no casa en absoluto con el tópico.

¡Un saludo y muchas gracias por todo!

Felipe (pondré su apellido si me autoriza a hacerlo).

 

SI TE GUSTA EL ARTÍCULO TUITÉALO.


Volver a la Portada de Logo Paperblog