Revista Comunicación

Parece que fue ayer

Publicado el 09 abril 2017 por Jose Salgado @exelisis

Tengo quince años, o incluso menos. Y no, no es que me haya puesto una crema rejuvenecedora o haya viajado en el tiempo sino que es como me siento ahora. Estoy tumbado en la cama escribiendo y me ha venido de golpe el recuerdo de cuando siendo un adolescente tenía el hábito de escribir siempre antes de irme a dormir. Si la memoria no me engaña, era una libreta con hojas en blanco para pedir autógrafos que me compré en mi primer salón del cómic de Barcelona. Era mi época friqui sección cómics y tenía un fancine dónde escribía de super héroes y todas estas películas que ahora hacen en el cine, pero hace casi treinta años era un reducto muy pequeño. Lo que si recuerdo es que tengo un ejemplar de Dios Mío firmado por J.L Martín.

Anda que no ha llovido desde entonces y anda que no he escrito tonterías propias de una persona de esas edad. De hecho creo recordar que incluso escribí una entrada explicando a todo lujo de detalles una visita que hice al dentista que todavía me duele el recordar.

En fin, casi treinta años después aquí estoy con un papel y un bolígrafo. Es obvio que ahora escribo más rápido que con el teclado pero he pagado el precio de que me cuesta horrores entender mi propia letra y suele ocurrir que cuando lo paso a máquina tiendo a reescribir la historia y normalmente acabo explicando algo totalmente distinto a lo que originalmente existía en el papel.

Fantástico, ahora vienen cuatro párrafos que no tengo ni la más remota idea de que ponen. Creo que hablo de las experiencias acumuladas, de como de pequeño vivía más en forma vicaria intentando comprehender el mundo en vez de vivirlo, rasgo que todavía arrastro: sigo siendo más feliz escuchando que ejerciendo de ser vivo. La ventaja es que tengo más información pero por otra parte, me pierdo seguramente la sustancia con la que dicen que está tejido el sentimiento de estar vivo.

Creo que esto de escribir en la cama no es buena idea, y menos todavía transcribirlo al cabo de cuatro días. Tengo una letra de susto mortal y mi memoria ya no es lo que era y me cuesta coger el hilo de lo que quería decir. En resumen, está bien escribir a mano pero hay que recordar que o hago buena letra o lo paso a máquina el mismo día.

Por suerte, mis hijos, suelen escribir en ordenador las historias que tienen, de hecho he publicado alguna y si un día les da por esto de las letras, ya sea por afición o trabajo, será más natural para ellos el tener como interface una pantalla que un bolígrafo. Que por cierto, me los quiero mucho pero su letra apunta maneras familiares y a la que se descuiden va a ser igualmente indescifrable.

Claro, que si siguen con esta letra y les da por hacer criptografía, la combinación va a ser la bomba.


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