No es una pareja en el sentido esperado de la palabra. No tienen una relación amorosa, pero son la pareja protagonista de El sexto sentido. Y como ahora estoy adorando a Shyamalan más que nunca, pues me hace recordar la primera película que vi de él. Y como ya de pequeña, me fascinó.
Una de las cosas que más me han gustado siempre de esta película, entre muchas otras, es la relación de Malcolm (Bruce Willis) y Cole (un impresionante Haley Joel Osment...¿qué ha sido de él? Prometía mucho...). A pesar de la diferencia de edad entre ambos, él un hombre adulto casado y él un crío de nueve años, se parecen más de lo que aparentan a simple vista. Los dos tienen un secreto. No creo que a estas alturas haya alguien que no conozca el final de la peli, así que paso de avisar de spoilers.
El secreto de Cole es que ve muertos. El de Malcolm, que está muerto. Los dos secretos solo los conoce Cole. Los dos tienen un problema: Malcolm está muerto y no lo sabe, y no puede comunicarse con su mujer; Cole vive asustado sin saber qué hacer, no tiene amigos en el colegio, echa de menos a su padre y su madre está preocupada por él. Básicamente, los dos necesitan ayuda. Necesitan encontrar alguien que les comprenda. Y se encuentran el uno al otro.
Claro, no es inmediata la conexión. La evolución de la relación que tienen ambos me encanta. Malcolm cree que Cole es un niño más con problemas al que ayudar por trabajo. Cole no confía en él. Pero Malcolm continúa yendo a visitarle. Aunque Cole continúa rechazándole, poco a poco, empieza a creer que tal vez Malcolm pueda ayudarle. Es cuando decide contarle su secreto. Secreto que Malcolm no cree en un principio. Pero Cole necesita que Malcolm crea en él:
¿Cómo va a ayudarme...si todavía no cree en mí? Alguna magia es verdad
Mi frase favorita de la película. Nunca la olvido. Cole se la dice a Malcolm, sabiendo que este no se ha creído que vea muertos. Y esa es la clave. Malcolm debe de creer en él para ayudarle, si no, nunca podrá hacerlo. Y Malcolm acaba creyendo.
Es aquí cuando su relación se vuelve más profunda. Malcolm cree en Cole, y juntos intentan encontrar una solución al problema. Pero no solo eso: la confianza que tienen el uno en el otro se hace muy fuerte. Malcolm empieza a contarle sus propios problemas a Cole. Cole sabe que no puede decirle que está muerto. Es algo que Malcolm debe descubrir por sí solo, con pistas que Cole le va dando. Además, debe ayudarle para que logre hablar con su mujer.
Juntos, logran sus objetivos. Cole no puede hacer que los espíritus dejen de visitarlo, y ha descubierto que puede seguir ayudando a mucha más gente. Y que debe confiar en su madre. Malcolm descubre la verdad y puede despedirse de su mujer; después de despedirse de Cole. El trabajo ya estaba hecho, ya había ayudado a Cole. Aunque fue mucho más que un trabajo. Pero, debían decirse adiós. Aunque Cole decidió elegir no tener que despedirse, y fingir que al día siguiente volverían a verse.
Simplemente, se trata de dos desconocidos que se encuentran. Y, de forma inesperada, resultan ser lo que necesitaban en ese momento. Necesitaban a una persona en quien confiar, una persona de la que obtener ayuda. Y la ayuda mutua, la confianza...solo puede conseguirse si de verdad crees en la otra persona. No ayudas a otro negando su problema o intentando eliminar ciertas cosas que quizá borrarían al problema (me recuerda a Soy un cyborg esto...ella cree que es un cyborg, y los médicos y su madre creen que para ayudarla, deben convencerla de que no lo es. El chico protagonista es el único que ve que la única manera de ayudarla es comprenderla: si ella cree que es un cyborg, es un cyborg, y ya está). Le ayudas si crees en él, si confías, si le comprendes. Es entonces, cuando de verdad puedes ayudarle.
En fin, siempre me encantó la amistad efímera de estos dos personajes. Uno de los muchos motivos para ver El sexto sentido. Grande Shyamalan.