Revista Cultura y Ocio

París bien vale una misa

Por Detectivesdelahistoria

El 13 de abril de 1598 se firma en Nantes (Francia) el Edicto del mismo nombre, con el que se pone fin a las guerras de religión que se sucedían en este país, garantizando a los hugonotes la libertad de conciencia, fecha ésta, en la que el rey de Francia, Enrique IV pronuncia la famosa frase que ha llegado a nuestros días.

El origen de esta frase,  el ascenso al trono y reinado de Enrique IV está rodeado de intrigas, convirtiéndolo en uno de los capítulos más interesantes de la historia del S.XVI.

Enrique IV de Francia y III de Navarra, llamado El Grande, nació en el castillo de Pau el 14 de diciembre de 1553.
Era hijo de Antonio de Borbón, Duque de Vendome y de Juana de Albret, reina de Navarra.
Su padre descendía de Roberto Clermont, sexto hijo de Luis IX, rama de los borbones que tenía derechos sobre la corona de Francia.
Juana, su madre, era hija del Rey de Navarra y de Margarita de Angulema, hermana de Francisco I (rey de Francia), por lo que por parte materna también tendría derechos sobre el trono francés.

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Fue bautizado como católico pero educado por su madre bajo las doctrinas calvinistas, ya que su madre había sido criada en Francia con su tío el rey Francisco I.

En 1562 muere su padre y hereda el título de Duque de Vendome. Es el primer Borbón español.

Las Guerras de religión en Francia

Durante esta época comienzan las Guerras de religión en Francia entre católicos y protestantes calvinistas (llamados hugonotes); fueron 8 las guerras que se conocen, si bien el principal conflicto era la religión, se mezclaron problemas políticos, culturales y sociales.

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La herencia de la Corona de Francia en el año 1559, cuando muere Enrique II en un accidente, es el principal detonante, pues sus herederos eran demasiado jóvenes para reinar.
Estas Guerras comienzan en 1562, y terminan en 1568, y en ellas se enfrentan tres de los linajes más importantes de la época, los Guisa, los Borbón y los Montmorency.

Juana de Albret y su hijo se unieron al bando de los hugonotes, sobre todo en la tercera de las guerras, siendo Enrique nombrado en 1569 jefe de la causa protestante, sin embargo contaba tan solo 16 años por lo que no podría asumir el mando.
Las guerras terminaron con la Paz de Sant Germain en 1570. Se buscaba la reconciliación de los dos bandos, católicos y protestantes.

Es entonces cuando se pacta el matrimonio de Enrique con Margarita de Valois (la muy conocida reina Margot), hermana de Carlos IX, rey de Francia.

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Ninguno de los dos estaba de acuerdo (y contaban con muchos detractores de la iglesia católica) a pesar de ello, el casamiento se celebra en 1572, fecha en la que muere su madre, ascendiendo ese mismo año al trono de Navarra con el nombre de Enrique III.

Boda de Enrique Y Margarita de Valois

Boda de Enrique Y Margarita de Valois

En Francia continúan los problemas religiosos y las revueltas.
Entre el 23 y 24 de agosto de 1572, pocos días después de su boda, se produce una sangrienta batalla en la que bajo el mando de Carlos IX y la reina madre Catalina de Medicis, son asesinados 10000 protestantes, en la conocida como Matanza de San Bartolomé. A la cabeza de esta matanza estaba el Duque de Guisa que en 1576 forma la llamada Liga Católica.

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Tras la muerte de Carlos IX ocupa el trono su hermano, Enrique III, católico también.
Al no tener herederos, la corona pasaría después a su hermano Francisco, sin embargo al morir éste, no haber más herederos varones y existir en Francia la ley sálica, como pariente más cercano sólo quedaba Enrique de Navarra, por lo que es nombrado su sucesor.
Es entonces cuando se produce la guerra llamada de “los tres Enriques”.
Enrique de Guisa, al frente de la Liga Católica no permitiría que un hugonote gobernase Francia. El entonces rey Enrique III lo manda asesinar ya que temía su poder. Pero más tarde es asesinado también, en venganza por la muerte de Guisa.

A la muerte del rey de Francia, la Corona recae en Enrique de Navarra, pero no acaban aquí los problemas, pues solo es reconocido como rey por los hugonotes, al ser el protestantismos la religión que profesaba.
La Liga Católica, apoyada esta vez por España, obliga al heredero a exiliarse en el Sur, por lo que éste empieza a hurdir un plan para hacerse con su Corona por la fuerza, empezaron las batallas, pero tomar París se hacía cada vez mas difícil debido a las numerosas tropas enviadas por Felipe II.

Después de muchos intentos y viendo que realmente no podía acceder al trono, Enrique, poniendo por encima la política y renunciando a sus creencias, el 25 de julio de 1593, se convierte al catolicismo, pronunciando la famosa frase que nos ocupa “París bien vale una misa”. Accedía al trono como Enrique IV de Francia.

Así mismo el 13 de abril de 1598 firma el Edicto de Nantes, por el que se da la libertad de culto a los hugonotes, tratando así de acabar con las guerras de religión que asolaban a su país, ya que se prohibía perseguir a nadie por motivos religiosos.

Original de el Edicto de Nantes

Original de el Edicto de Nantes

Enrique IV fue uno de los reyes más queridos de Francia, fue llamado El Grande, se casó en dos ocasiones, primero con Margarita de Valois, de la que se separó sin descendencia, y más tarde con María de Medicis, con la que tendría seis hijos, entre ellos el heredero, el delfín Luís XIII.
Trajo prosperidad y paz a su reino y fue muy querido, aunque tuvo muchos detractores debido a su política religiosa. Muchos fueron los que intentaron asesinarle.
El 14 de mayo de 1610, un fanático católico que lo esperaba en un callejón, se acerca a su carroza y le asesta dos puñaladas que pondrían fin a su vida. Fue momificado y enterrado en la Basílica de Saint Denis como sus antecesores.

Asesinato de Enrique IV

Asesinato de Enrique IV

Como curiosidad decir, que durante la Revolución francesa, el cuerpo de Enrique IV fue profanado y decapitado, perdiéndose su cabeza.
En 2008 un jubilado asegura tener en su casa esa cabeza, comprada muchos años atrás a un anticuario; ciertamente los rasgos que conservaba y los rastros de algunas heridas coincidían con los del monarca.
Tras exhaustivos estudios por un equipo de científicos, se autentificó; el cráneo pertenecía a Enrique IV, lográndose además una reconstrucción facial con las técnicas más avanzadas.

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Como heredero directo, el cráneo fue entregado a Luis Alfonso de Borbón Martinez – Bordiu, que lo conserva ahora en su casa a la espera de poder volver a enterrarlo en la Basílica de donde un día fue arrancado.
Este hallazgo sin embargo cuenta con muchos detractores que afirman que no puede asegurarse con tal fiabilidad, pues los restos de ADN con los que se les ha comparado son demasiado antiguos como para dar datos precisos.


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