Revista Cultura y Ocio

Patria

Publicado el 02 marzo 2017 por Aleon @Aleonpizarro
de Fernando Aramburu.
PATRIA
Título: PatriaAutor: Fernando AramburuEditorial: Tusquets, 2016.Páginas: 629.
Sinopsis.
El día en que ETA anuncia el abandono de las armas, Bittori se dirige al cementerio para contarle a la tumba de su marido el Txato, asesinado por los terroristas, que ha decidido volver a la casa donde vivieron. 
¿Podrá convivir con quienes la acosaron antes y después del atentado que trastocó su vida y la de su familia? ¿Podrá saber quién fue el encapuchado que un día lluvioso mató a su marido, cuando volvía de su empresa de transportes? 
Por más que llegue a escondidas, la presencia de Bittori alterará la falsa tranquilidad del pueblo, sobre todo de su vecina Miren, amiga íntima en otro tiempo, y madre de Joxe Mari, un terrorista encarcelado y sospechoso de los peores temores de Bittori. ¿Qué pasó entre esas dos mujeres? ¿Qué ha envenenado la vida de sus hijos y sus maridos tan unidos en el pasado? 
Con sus desgarros disimulados y sus convicciones inquebrantables, con sus heridas y sus valentías, la historia incandescente de sus vidas antes y después del cráter que fue la muerte del Txato, nos habla de la imposibilidad de olvidar y de la necesidad de perdón en una comunidad rota por el fanatismo político.
Impresión personal.
En un lugar del País Vasco de cuyo nombre no quiero acordarme ... 
De este modo, podría empezar este novelón de Fernando Aramburu porque lo cierto es que el autor evita en todo momento acordarse/recordarnos el nombre del pueblo en el que se desarrollan gran parte de los hechos. En realidad, ¿qué más le/nos da?. Lo que acontece en Patria ha ocurrido multiplicado y replicado en cada uno de los pueblos del País Vasco, esos pueblos donde todos y todas se conocen, coinciden en la iglesia y en la misma carnicería y donde el boca-oreja es el mejor medio de comunicación para expandir noticias y cotilleos, odios y rencores, avisos y advertencias. Seguramente, en un entorno urbano las cosas habrán funcionado de otra manera debido al anonimato que siempre imprimen las ciudades a sus habitantes, las vidas paralelas que nunca coinciden y donde nadie sabe ni quiere saber de sus vecinos más allá de cruzarse en el ascensor o en el portal al entrar o salir.
Patria es un libro sencillo y lo digo, no por la temática que afronta, que es lo que lo convierte en singular y llamativo, sino porque las historias de vida que refleja pueden muy bien llevarse y extrapolarse a cualquiera otro de los aspectos de la vida de un pueblo. De hecho, en el mismo libro, mezclado con la temática principal del terrorismo de ETA se entrecruzan otras temáticas como la homosexualidad de algún protagonista, la independencia de la mujer, la marginación de los discapacitados, que afectan a sus protagonistas tanto como el ambiente crispado y angustiante en el ámbito de la política basada en el miedo y el silencio de la mayoría de la población. Protagonistas que escapan a la ciudad para intentar vivir en ese anonimato urbano, protagonistas que se quedan, unos en silencio cómplice y otros en situación de dominio convencido de su fuerza y los que vuelven, cuando ya no tienen nada que perder, y plantan cara al ambiente opresivo de miradas y comentarios cobardes dados a la espalda en los lugares adecuados para expandirse.
PATRIADos familias íntimas desde la juventud más tierna que se separan ante el asesinato atroz por parte de ETA de uno de sus miembros, el Txato, un empresario como tantos otros, que no paga en un momento dado el impuesto revolucionario que la banda terrorista obliga a pagar a los empresarios para financiar sus actividades. Un asesinato, como todos, cobarde y cometido en la oscuridad sobre un trabajador que mantiene a una familia, la que forma con Bittori, su mujer, y que siembra la duda sobre la familia "amiga" de Miren y Joxian, cuyo hijo mayor, Joxe Mari entra a formar parte de la banda en su juventud, como tantos otros. Y un pueblo entero que se posiciona a favor de los asesinos, bien mediante su silencio y su querer no saber nada del tema, su mirar hacia otro lado para intentar vivir con unas falsas vidas, bien porque de forma decidida se postula como cómplice de la banda y aplauden sus acciones de forma visible y ostentosa mediante manifestaciones, amenazas, pintadas y delitos contra la propiedad para conseguir amedrentar a todos los que no están en la misma línea. Una dictadura mortal en toda regla donde todo el mundo tiene miedo de ser señalado y convertirse en objetivo.
Y en el centro de las dos familias dos mujeres potentes, verdaderas matronas, que en cierto modo, creen manejar el sentir de sus propios hijos. La primera, Bittori, una mujer que ya no tiene nada que perder porque ya lo perdió todo cuando mataron a su marido y cuya vida ya no tiene más valor que el conseguir una palabra, perdón, de la boca del asesino y de la de su familia. Una mujer que regresa a su pueblo, a su casa, que planta cara a todo un pueblo entrando en sus bares, en su iglesia, paseando por sus calles sin miedo y con la mirada tan alta como la da la razón, solicitando el "pago" de una deuda histórica hacia ella y todos los muertos. Una exigencia de, al menos, una reposición moral del daño cometido a la vida de toda una familia, una familia cuyos hijos sufren cada uno a su modo las secuelas del asesinato del padre, cada uno a su modo pero secuelas al fin y al cabo. La segunda, Miren, la madre del etarra preso, que un día decidió no sólo no censurar el comportamiento de su hijo como asesino de personas inocentes, sino que se convirtió en férrea defensora y justificadora de las acciones de la banda terrorista, incluso en contra de la opinión y el sentir del resto de su familia, su marido y sus dos hijos, a los que de alguna forma obliga o margina cuando no comulgan con sus nuevas inclinaciones políticas. En cierto modo, el papel de Miren me ha resultado un poco forzado. Puedo estar de acuerdo en que las madres defendemos y protegemos, en situaciones límites, a nuestros vástagos, pero no me ha cuadrado mucho, que una persona sin ninguna inclinación política, es más, sin ningún interés en la política, de repente se reconvierta en casi comentarista política y extreme sus posiciones tanto como lo hace Miren por defender al asesino en que se ha convertido su hijo mayor, sacrificando su papel de madre respecto de sus otros dos hijos, Arantxa y Gorka, que no comulgan en absoluto con las acciones del hermano preso.
PATRIAQuitando este pequeño "pero" y entendiendo la necesidad que tiene el autor de extremar las posiciones de las dos mujeres para que visualicemos al máximo la situación que ha provocado este encuentro de trenes opuestos en el País Vasco en muchos lugares, la verdad es que la novela es muy dura, muy dura sobre todo para los que hemos estado lejos de ese clima, inventando una realidad que no conocíamos, analizando desde fuera cuestiones cuya raíz se situaba en otros lugares y engañándonos todo el rato sobre una realidad que nos mostraban los medios, la mayoría de las veces, muy tergiversada.
Al margen de todo, de la temática, de los personajes, de la política, tengo que aplaudir la forma en que Aramburu afronta una novela tan profunda como ésta. Una tema tan escabroso como éste, tan difícil, está tratado de una forma tan sencilla que casi diría que Aramburu nos va engañando para que vayamos adentrándonos en la novela sin darnos cuenta. Unos personajes tan potentes todos ellos que acabas queriendo saber más de cada uno de ellos y sin darte cuenta estás interiorizando a través de ellos una temática que hasta ahora había sido tabú en este país a pesar de que desde muchos púlpitos, muchas tabernas, muchas escuelas, el sentir de los terroristas se extendía hacia gran parte de la sociedad vasca. El sentir y, sobre todo, el miedo.
¿Qué más os voy a decir? Creo que este libro bien podría ponerse como obligatorio en la enseñanza secundaria de este país. Que las nuevas generaciones estén creciendo sin saber y conocer lo que ha pasado en esta etapa de nuestra historia, me resulta un verdadero crimen. Y un riesgo.

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