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Patria - Fernando Aramburu

Publicado el 17 enero 2017 por Entremislibrosyo
Patria - Fernando Aramburu

Diga lo que diga y lo haga como lo haga, no podré hacer justicia con la que ha sido no solo mi mejor lectura del año pasado, sino sobre todo una novela redonda, inolvidable, que me ha emocionado, conmocionado, removido... He hecho lo que he podido y aunque todo lo que os quiero contar se resume en ¡leedla! hoy voy a intentar hablaros de Patria.

Sinopsis


El día en que ETA anuncia el abandono de las armas, Bittori se dirige al cementerio para contarle a la tumba de su marido el Txato, asesinado por los terroristas, que ha decidido volver a la casa donde vivieron. ¿Podrá convivir con quienes la acosaron antes y después del atentado que trastocó su vida y la de su familia? ¿Podrá saber quién fue el encapuchado que un día lluvioso mató a su marido, cuando volvía de su empresa de transportes? Por más que llegue a escondidas, la presencia de Bittori alterará la falsa tranquilidad del pueblo, sobre todo de su vecina Miren, amiga íntima en otro tiempo, y madre de Joxe Mari, un terrorista encarcelado y sospechoso de los peores temores de Bittori. ¿Qué pasó entre esas dos mujeres? ¿Qué ha envenenado la vida de sus hijos y sus maridos tan unidos en el pasado? Con sus desgarros disimulados y sus convicciones inquebrantables, con sus heridas y sus valentías, la historia incandescente de sus vidas antes y después del cráter que fue la muerte del Txato, nos habla de la imposibilidad de olvidar y de la necesidad de perdón en una comunidad rota por el fanatismo político.

Mi opinión


Bittori y Miren son amigas desde niñas, desde que empezaron a dar sus primeros pasos en el pequeño pueblo cercano a San Sebastián en el que viven. Y su amistad continuó cuando se casaron con dos amigos, el Txato y Joxian y tuvieron hijos, que también fueron amigos… Dos familias que parecían inseparables rompieron su amistad el día en que ETA señaló al Txato. Pero aquello pasó hace años y Bittori continúa en su incansable búsqueda de respuestas y es por ello que el día que la banda armada anuncia el abandono de las armas ella decide volver a su pueblo en busca de esas respuestas y en busca de un perdón. Este es el punto de partida de una novela que a lo largo de sus más de 600 páginas saltará continuamente del presente al pasado para dar voz a unos personajes que tienen mucho que contarnos sobre la convivencia entre víctimas y victimarios.

Os decía al principio que me ha emocionado y conmocionado la lectura de Patria y lo ha hecho porque es una novela que rebosa humanidad y que transmite realismo en cada palabra. Una novela que me ha hecho vivir esa violencia cotidiana vestida de miedos, de silencios y de mirar hacia otro lado en la que tuvieron que vivir durante muchos años en el País Vasco. Sufrimiento, dolor, muerte, resentimiento, culpa, perdón… se dan cita en una novela que me ha obligado en más de una ocasión a parar la lectura con un nudo en la garganta y para ello Fernando Aramburu se ha valido de eso que identifica a la buena literatura, esa que ante un tema como el que plantea Patria no toma partido por unos o por otros, salvo quizá una pequeña intervención de un escritor en una conferencia, ni se limita al mensaje fácil de los buenos y los malos, sino que te toma de la mano y te hace vivir lo que han vivido muchos ciudadanos vascos, te traslada a ese entorno asfixiante y controlador en el que si no estás con ellos estás contra ellos, consigue que te preguntes, por ejemplo, qué habrías hecho tú si hubieras sido Miren y tu hijo perteneciera a ETA.
Fernando Aramburu, con una narración que en las primeras páginas puede resultar un tanto costosa por sus frases inacabadas, sus cambios de narrador, la alternancia del estilo indirecto y el directo y los continuos saltos temporales, nos muestra todos los puntos de vista a través de un elenco de personajes rotos y vidas deshechas. Los nueve componentes de las dos familias protagonistas muestran, cada uno en su papel, la profunda grieta que el terror y la violencia abrieron en la sociedad vasca. Y entre ellos brillan con luz propia las mujeres, especialmente Bittori y Miren, representantes de una sociedad matriarcal de mujeres fuertes que aún heridas siguen luchando y siguen adelante y con ellas, con sus heridas y con sus hijos, vamos avanzando hasta un desenlace que de nuevo sin estridencia alguna deja al lector pegado a las páginas de un libro que se cierra con la sensación de haber leído una gran novela, una novela redonda e inolvidable en la que junto a los grandes protagonistas encontraremos unos secundarios necesarios para entender cómo vivió durante décadas una sociedad y así no faltan el cura nacionalista o el dueño del bar que señala objetivos.  
Patria no intenta decirnos esto fue así por esto y estos hicieron esto por esto, no. Patria no toma partido y lo cuenta todo para dejar al lector que tome decisiones o al menos lo intente y lo hace permitiéndole que vea cómo un joven poco a poco se introduce en ETA. Patria permite al lector vivir la presión del grupo en un pueblo donde el control y la exposición de los jóvenes a la propaganda son continuos. Patria pone ante los ojos del lector la complicidad de los que callaban y miraban hacia otro lado; la incredulidad del Txato, un euskaldun que no entiende que ETA haya puesto la vista en él y que su pueblo se esté llenando de pintadas en su contra por muy empresario que sea si él es uno más del pueblo; el desconcierto y el orgullo de Bittori a la que ya no venden ni en la carnicería, ni en la panadería… y tiene que hacer la compra en otro lugar. Patria pone ante los ojos del lector el dolor y el desgarro de una viuda que en el cementerio susurra a su hijo que más que enterrar a su padre, parece que lo están escondiendo, porque ni en el cementerio de su pueblo le han querido. Porque es así, con frases y escenas que desarman al lector más curtido, con vivencias que desgarran por la verdad que parece poner ante nuestros ojos, como la novela se va introduciendo en uno y el lector vive ese momento mágico que solo nos ofrece la buena literatura.
Y así es Patria, no solo una gran novela, sino una novela valiente y necesaria. Una lectura demoledora de lluvia pertinaz, de autobuses ardiendo, de poteo, de manifestaciones, de huerta, de domingos en bicicleta, de miedo y de muerte.

Ficha del libro


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