Revista Cultura y Ocio

Patxi López

Por Alejandropumarino

Patxi López

Patxi López, con sus luces y sus sombras, como cualquier político, ha resultado un hombre prudente y ponderado que realizó significativos avances en Euskadi, con atrevimiento y con el carácter propio de la idiosincrasia vasca. Gobierna en coalición con los populares, algo impensable en socialistas de otra localización geográfica; habla claro sobre la violencia y eligió a un competente consejero de interior. Ahora nos enteramos de que la banda intentó asesinarlo, es lo único que pretende saber hacer, un año atrás, en el aniversario de Puelles. Otra prueba más de que la izquierda abertzale, en evidente demostración de que los extremos se tocan, no deja de ser otra suerte de dictadura, capaz de imponer sus ideas con la violencia o arrebatando la vida a quienes piensen de distinto modo, no de manera diferente a como lo hicieron otros regímenes totalitarios, incluso en nuestro propio país. Después, la hipocresía de los nacionalistas vascos, asentados en el poder por derecho propio antes que por la voluntad de las urnas, desató un escándalo cuando fueron justamente desalojados de Ajuria Enea, tras dos décadas de una política confusa capaz de confundir a víctimas con verdugos, de la que fue exponente la gráfica frase de Arzallus cuando afirmó que unos mueven el árbol y otros recogen las nueces. Los únicos frutos que un representante público puede aspirar a recoger, son los votos del pueblo que lo elige, siendo necesario para presentarse, cumplir los requisitos que marca la ley y que no son tan complicados: Es necesario no querer matar al rival político para participar en unas elecciones democráticas, y eso, no es tanto.


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