Revista Historia

Pedro el Católico y la farra nocturna que le hizo perder un reino

Por Ireneu @ireneuc

Pedro el Católico y la farra nocturna que le hizo perder un reino

Pedro el Católico y la farra nocturna que le hizo perder un reino

Pedro el Católico

La Historia de todos los países está llena de cagadas y meteduras de pata capaces de sacar los colores al más pintado, ahora que las vemos con cierta perspectiva. Épicas -por la vergüenza ajena que despiertan, no por otra cosa- son, por ejemplo, la Batalla de Caransebes (ver Caransebes, la batalla más idiota de la historia) o la Batalla de Algeciras (ver  La idiota batalla naval de Algeciras), simplemente por citar un par. La Corona de Aragón, como entidad militar de rancio abolengo, también ha padecido este tipo de episodios dignos de echarse las manos a la cabeza. Tal fue el caso de Pedro el Católico (Pere I para los catalanes y Pero II para los aragoneses) el cual no dio la talla en la Batalla de Muret en 1213 por "haber dado la talla" demasiado la noche anterior.

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La Corona de Aragón y Occitania

A principios del s.XIII, la Corona de Aragón era una próspera confederación de reinos-estados que hacía de cojín entre la Europa cristiana y la Al-Andalus musulmana, la frontera de la cual se mantenía más o menos estable al sur del Ebro. La existencia de este territorio musulmán hacia el sur, hacía que las relaciones de parentesco y, por tanto, de tiras-aflojas de herencias de territorios entre los nobles cristianos estuviesen encarados más bien hacia el norte. El territorio limítrofe por el norte con Catalunya y Aragón era Occitania  y hacia aquí se fueron los ojos de los soberanos catalano-aragoneses.
No obstante, el territorio occitano también era ansiado por la Corona francesa, la cual veía en los ricos territorios meridionales una campiña perfecta en la cual expandirse hacia el sur. El único inconveniente era que Occitania estaba dividido en condados independientes pero aliados, de los cuales, el mas importante era la Provenza, la cual tenía como conde a Alfonso II, hermano de Pedro el Católico, y por tanto, los aragoneses tenían la mano en cuanto al movimiento de fichas en esta particular partida de Risk. Pero no eran estos todos los jugadores.

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El Papa Inocencio III

Efectivamente, en Occitania estaban proliferado los cátaros, una secta cristiana que abogaba por el pacifismo a ultranza y por el voto de pobreza más absoluto, los cuales no tenían la simpatía del Papa de Roma. En realidad, el Papa no tenía nada que temer de ellos, porque iban siempre con el lirio en la mano y no se peleaban ni por equivocación, pero hacían algo mucho peor y mucho más subversivo: predicaban con el ejemplo... y eso, para una Iglesia forrada de oro hasta los dientes a la cual dejaban en evidencia continuamente, era el peor de los pecados capitales. Y como, encima de ser pecadores, se extendían como una mancha de aceite, los declaró herejes.

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Reconstrucción de Muret

A Pedro el Católico, por su parte, los pobres cátaros -vistiendo sus harapos, comiendo sus verduritas (renegaban de matar nada vivo) y rezando todo el día- le traían al pairo porque no eran ninguna amenaza. Pero cuando el barón francés Simón de Montfort y el Papa Inocencio III se aliaron en contra de los cátaros, y utilizaron a estos como excusa para capturar diversos condados occitanos provenzales, Pedro el Católico , que veía peligrar sus expansión hacia el norte, dijo hasta aquí hemos llegado. Muret (cerca de Toulouse), sería el punto de la batalla.

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Simón de Montfort

En septiembre de 1213 (las crónicas no se ponen de acuerdo si el día 12 o el 13), las armadas francesas y papales por un lado y la coalición de condados occitanos (Tolosa, Aquitania, Provenza, Carcasona, Foix...) con la corona catalano-aragonesa al frente, se tendrían que ver las caras y dirimir quién era el que podía más.
No obstante, Pedro el Católico tenía un pequeño defecto: se "cepillaba" todo aquello que tuviera faldas... y que no fuera su mujer -a la cual preñó de Jaime I porque lo engañaron los de la corte. La noche anterior a la batalla, en vez de reservarse y prepararse para la lucha, se corrió una juerga del quince con una prostituta. Tal fue la farra nocturna que tuvo el rey que, a la mañana siguiente, durante la misa, las piernas le temblaban más que un flan y no era capaz ni de mantenerse de pie. Vamos... que al hombre lo habían dejado más seco que un "flax" de a duro.

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Batalla de Muret

A pesar de estar en un estado físico penoso dada la jarana que se había metido la noche anterior, Pedro el Católico, con un par de bemoles, se lanzó a la batalla... y, por si alguien dudaba, en primera línea. La cosa no hubiera estado mal si hubiera estado entero, pero es que, para más cachondeo, atacó a Simón de Montfort -famoso por ser un auténtico carnicero- sin tener todas las tropas preparadas. La merienda de negros que se preveía era de las de órdago. Como así fue.
Como fácil podrá entender, lo que mal empieza, mal acaba, y a Pedro el Católico se lo cargaron a las primeras de cambio. Los condes occitanos -que todo sea el decirlo se les debía haber pegado algo del lirio de los cátaros- plantaron poca batalla (por no decir ninguna), desbandándose en cuanto vieron caer a Pedro el Católico. ¿Resultado? 15000-20000 muertos occitanos-aragoneses, Simón de Montfort se hizo conde de más de la mitad de los condados occitanos, el Papa que se salió con la suya contra los cátaros, Occitania que desde entonces no volvió a levantar cabeza y la Corona de Aragón que vio cercenadas sus posibilidades de expandirse hacia el norte para siempre. ¡Ole tú!

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Expulsion de cátaros de Carcasona

En conclusión, la juerga flamenca que se zumbó el rey catalano-aragonés la noche anterior a la batalla tuvo como consecuencia, además de su propia muerte, un cambio brutal de la geoestrategia de los condados y reinos cristianos de la Europa occidental. Jaime I, su hijo de 5 años, que estaba retenido por el propio Simón de Montfort, años después intentó desfacer el entuerto expandiendo la Corona de Aragón hacia el sur de la península. En parte lo consiguió, pero la mala cabeza del padre determinó una política posterior que trascendería hasta hoy día, en uno más de tantos curiosos "efectos mariposa" de la Historia.

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Tumba de Pedro el Católico en Sta. Maria de Sixena


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