Revista Coaching

Pensar, un trabajo a veces necesariamente introvertido

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

Pensar, un trabajo a veces necesariamente introvertidopor Julen

Ayer Iván compartía una reflexión al terminar una jornada de trabajo en Fagor Arrasate con todo el colectivo de su negocio de Transferencia. Ya habíamos recogido todo después de escuchar los resultados de nueve grupos de trabajo en los que se organizó a todo su personal con la idea de proponer ideas de futuro en torno a diversos temas. Esta actividad se enmarcaba dentro del proceso de reflexión estratégica en curso. Lo que Iván nos recordaba es lo que Susan Cain expone en el video de TED: El poder de los introvertidos.

A mí el comentario de Iván me recordó una diapositiva que uso a partir de lo que explica Rafael Echeverría en su libro La empresa emergente. En ella explico la importancia de la coordinación y del trabajo reflexivo sobre el propio trabajo. Este autor explica que hoy en día la eficiencia no viaja tanto a lomos de la productividad personal sino que está en función de lo bien que nos coordinemos y de la manera en que analicemos lo que estamos haciendo. Lo primero es acción -claro que después de pensarlo bien- y lo segundo es reflexión, siempre que pasemos luego a la acción.

Ayer en la jornada de Fagor Arrasate buena parte del efecto que queríamos conseguir lo hacíamos viajar a través de la comunicación hablada. Pedimos una reflexión en pequeños grupos y luego la compartimos. Buscamos consenso a partir de la aportación individual y grupal. Un consenso sin el que parece difícil avanzar. Pero también un consenso donde cada vez es más lógico que surjan diferencias. Manejamos más información y no estamos ante una ciencia exacta. No estamos en clase de matemáticas y no hay solución correcta e incorrecta. Todo son matices.

Iván decía que, de acuerdo con Susan Cain, mediante una actitud introvertida puede viajar la creatividad y la originalidad. Las ideas surgen de diferentes maneras en diferentes personas. El modelo imperante quizá ha sobrevalorado el equipo, la puesta en común, la reflexión colectiva. ¿El pensamiento grupal? Pero, ¿qué hay del proceso interior estrictamente personal?, ¿qué hay de la introspección y de la lectura sosegada de un libro, como propone Cain? Una actividad individual que puede no encajar en el estilo imperante.

Es difícil impulsar este tipo de comportamientos en las empresas. Una puerta cerrada de un despacho o un espacio de aislamiento para pensar no es lo que se espera de una persona con responsabilidad directiva. El modelo en boga lo lanza a prácticas de puertas abiertas, de comunicación constante, de habilidades interpersonales. Es el estándar, está claro. Pero en la campana de Gauss de la introversión hay de todo como no podía ser de otra manera. ¿Cómo aprovechamos el potencial del pensamiento introspectivo? Más aún, ¿tiene hueco este tipo de pensamiento en nuestras empresas hiperactivas?

Me pareció una buena reflexión y por eso la comparto aquí. En un mundo que ha elevado a un pedestal ese concepto lacaniano de extimidad, la gente introvertida no es bienvenida. A lo mejor, simplemente, ahí también estamos desperdiciando potencial humano. Pedimos acción y más acción. Pensar quizá sea algo que tengas que hacer en casa cuando encuentres algún momento de soledad… si lo encuentras.

Cada persona tiene su propio estilo de aprendizaje, como hace ya mucho tiempo nos propuso David A. Kolb. Meredith Belbin también reconoce un conjunto de roles más enfocados hacia la reflexión y no tanto hacia lo social o hacia la acción. No son sino líneas de pensamiento lógico para reconocer que somos personas diferentes y que de la complementariedad de características humanas surgen los equipos de alto rendimiento. Deberíamos dar espacio en nuestras empresas para que todos los perfiles fueran necesarios, ¿no? Porque detrás de todo esto se esconde el derecho a no participar… o a hacerlo de otra manera.

Autor Julen


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