Revista Viajes

Perdidos en el paraíso: nuestro viaje a Fuerteventura, Reserva de la Biosfera

Por Mundoturistico

Remoloneo en la playa pensando si muchos de mis compatriotas conocerán el encanto de los arenales de Fuerteventura. ¡Qué maravilla de aguas claras y arena blanca; qué parecido con algunas playas de la lejana Asia! Pronto decido dejar de pensar y relajarme de nuevo. Es fácil hacerlo en una isla y aún más cuando apenas hay edificios o cuando al hacer una incursión en su interior, las únicas sombras sobre el terreno las forman las escasas nubes que hay en cielo. Fácil cuando hay también playas abiertas con poca gente -y bastante viento- donde al pasear, uno parece perder la noción del tiempo. Cuatro días bastaron para poder evadirnos en Fuerteventura y tomar el pulso al nuevo curso, tras un duro verano sin vacaciones. Fue una escapada necesaria a otra de las encantadoras islas del ‘Paraíso’ español; mi ya Canarias querida tras cinco viajes allí.

Día 1: Llegada, relax y visita al Cotillo

El primer día teníamos bastante tiempo para aprovechar, pero entre un pequeño percance con la maleta y el coche de alquiler, arrancamos un pelín tarde. Tampoco fue un problema pues pudimos aprovechar la piscina de los apartamentos Bristol Sunset Beach donde nos alojamos los primeros días. Fue un momentazo del viaje y muy esperado, pues los últimos meses han sido bastante intensos y necesitaba descansar. Tumbarme y ser consciente por fin que el esfuerzo también tiene su recompensa. Lo agradecí.

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A la tarde, arrancamos para El Cotillo, un pueblo de esencia marinera y cada vez más turístico situado al noroeste de la isla. Al estar ubicados en Corralejo no tardábamos mucho, así que pronto estábamos allí para disfrutar de la playa.

No nos bañamos, pues al correr viento hacía un poco de fresco, pero al rato de estar allí, comenzamos a notar como el estrés desaparecía a gran velocidad. Hay pocas sensaciones tan placenteras como esa. Notar cómo tu cuerpo comienza a estar en calma y cómo a cada paso que avanzas, la energía se renueva. Caminamos disfrutando de ello para luego hacernos un montón de fotos y sencillamente notar también como los índices de felicidad comenzaban a dispararse.

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Acabamos el día comiendo en el pueblo, dejando que el sol cayese ante nuestros ojos y celebrándolo después cenando pescado del día frente al mar. El Cotillo fue seguramente la población con más embrujo de las que conocimos en Fuerteventura. Lamentablemente, Corralejo es demasiado turística, si bien muchos locales no son prototipo del peor turismo y había zonas que me gustaban. Pero hubo algo que no acabó de engatusarme (quizás las avenidas llenas de tiendas típicas de lugares abarrotados de turismo). Algo que sí tenía El Cotillo.

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Quizás la tranquilidad de un pueblo de pescadores que a pesar de que comienza también a notar los efectos del turismo, conserva el encanto de las cosas sencillas. De lo cercano. Y una caída abrupta al mar, que parecía estar presente todo el rato en la población. Algo a veces difícil de explicar que sirve para que quieras volver todo el rato. Algo que tiene también sabor a libertad.

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Volvimos a Corralejo, ya con algo de frío y música callejera recordándonos que estábamos, al fin, de vacaciones.

Día 2: Sur de la isla de Fuerteventura

El segundo día fue el más intenso, pues lo reservamos para recorrer la isla de norte a sur, parando a observar el paisaje cada cierto tiempo y recorrer las varias playas que nos habían recomendado. Pasamos de lejos pero llegamos a otear la montaña de Tindaya, pues era un lugar sagrado para los aborígenes de la isla, los majos, que esculpieron sobre ella 300 grabados con forma de pie.

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La aridez del paisaje es más encantadora de lo que pensé en un inicio y pronto, las carreteras comienzan a serpentear y elevarse. Culminamos la ascensión en el mirador de Morro Velosa, que además tiene un bar y una zona interior gratuita donde hay una exposición que nos cuenta un poco más sobre el territorio.

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Las curvas, que me dejaron algo mareada, siguen el curso antes de llegar a las escasas poblaciones del camino y aunque hay más miradores que seguro que merecen la pena, seguimos porque el tiempo se nos echa encima y nos queda bastante por ver.

Nuestra primera parada por algo más de tiempo es en La Pared, una zona muy poco urbanizada donde hay que dejar el coche para poder asomar el morro y ver el ancho océano. El nombre viene de un gran muro de piedra que separaba en dos partes la isla: al norte, el reino de Maxorata y al sur, Jandía. Hoy bien podría hacer referencia al cortante muro de piedra que cae sobre el mar, formando un paisaje espectacular. Hay que bajar una pendiente para llegar a la playa del Viejo Rey, donde tomé mi primer baño de 2018 sin apenas notarlo. ¡Qué preciosidad de playa!

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Seguimos el rumbo a Jandía, pues estábamos deseosos de admirar el agua clara de las playas de la zona. El primer intento fue fallido pues en Sotavento -archiconocida playa de la isla- estaban grabando Wonder Woman. Nos fuimos entonces un poco más allá, a los designios de la playa de La Barca, también paradisíaca, donde pudimos disfrutar de un largo paseo y otro baño, de nuevo liberador.

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Por último, no quisimos descartar Cofete, un arenal que todo el mundo menciona porque tiene embrujo. Para llegar, hay que tomar un camino en condiciones un tanto malas, pero despacio, se llega. Aislado de todo, digno de ser lugar de escarceos y susurros al oído, el lugar atrae. Pero quizás no fue nuestro momento. Llegamos tarde, cansados y nos dimos cuenta rápido de que hubiera merecido más tiempo. No era el día. Mi consejo es que le reservéis una jornada o al menos, media. Lo merece.

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Día 3: Parque Natural de Dunas de Corralejo y El Cotillo

Wonder Woman fue también la culpable de que no pudiéramos visitar las Dunas de Corralejo, aunque nosotros creíamos que lo habíamos conocido…así que tampoco nos resultó tan duro. Nos quedamos en las dunas de justo detrás de Las Grandes Playas, que también son vistosas y creímos que era allí. Estuvimos una mañana paseando, felices ya con ese precioso paisaje, culminando el momento con un baño en el arenal. Pero lo dicho: las dunas son mucho más grandes y reconocibles y están pasada esta zona; si bien ahora están cerradas por el rodaje.

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Como nos quedábamos por la zona, volvimos varias veces para disfrutar de ese placentero y relajado ejercicio de entrar y salir muchas veces de la playa. ¡Y qué bien! No había demasiada gente -algo más que en otras-, el agua era digna de otras partes del mundo como Filipinas e Indonesia y las vistas de la isla de Lobos eran preciosas.

Ese día era un día tranquilo, por lo que tan solo nos acercamos al caer el día a El Cotillo, para recorrer otra zona de playas, esta vez rocosas pero con mucho encanto pues en ocasiones se formaban pozas de poca profundidad, cercanas al faro del tostón. Como sucedió en Cofete me dio pena haber ido ya tarde, pues el fresco que comenzaba a airear me impidió disfrutar de un baño en tal paraje. Volvimos a ver el atardecer, aunque fue bastante normal por la calima, que nos acompañó todos los días en este viaje.

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Día 4: De nuevos, Grandes Playas de Corralejo e Isla de Lobos

Para el último día completo, queríamos conocer la Isla de Lobos. Teníamos contempladas varias opciones y tras descartar dos porque no teníamos ya hueco -en Bristol Sunset Beach, los apartamentos donde nos alojamos los primeros días, ofrecen la excursión y es comodísimo ya que no te tienes que desplazar y además incluye en el precio barbacoa en la terraza para conocer a mas gente –podéis cotillear su web de actividades www.endorfina.club ya que hubiera sido la mejor opción,- y porque estaba el mar revuelto -yendo en kayak con kayakfuerteventura.com-, decidimos contratar una excursión, pues nos resultaba más cómodo. La otra opción -más barata y quizás mejor, viéndolo con distancia- era quizás haber ido en un servicio de transporte que te deja en el muelle y con el que después tu recorres la isla. Pero queríamos algo más cómodo y contratamos los servicios de Lobos In, a quienes nosotros accedimos a través de un centro de turismo.

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No es una mala opción porque te dejan equipo de esnórkel, kayak y tablas para hacer pádel surf, pero por ejemplo, no llegamos a ninguna de las playas de la isla y además, el servicio tenía partes un poco prescindibles, como darnos la merienda a bordo. No obstante, los chicos que lo llevan son muy majos y si te apetece comodidad, no es mala opción. Y quizás, a la playa siempre les puedes decir que te acerquen…pero yo en el momento ni caí. También es cierto que pronto me dejé llevar hablando con los chicos del grupo en el que estábamos, una cerveza y las grandes vistas que teníamos, y se me olvidó todo.

Conocer la Isla de Lobos merece la pena. Las aguas cristalinas que bañan este precioso paisaje aislado de todo son toda una gozada y si no has hecho esnórkel antes, te parecerá genial verte rodeados de peces. Mi consejo es que te muevas bien, cuanto más cerca de las rocas mejor, y así comenzarás a ver peces de colores no tan comunes en nuestro país. ¡Fue una buena tarde!

Día 5: Vuelta a casa

El quinto día tocaba volver. Disfrutamos de los últimos momentos nuestra preciosa villa con vistas a las Dunas de Corralejo y a escasos metros del mar, recogimos y partimos, con las pilas cargadísimas. Echo la vista atrás y me cuesta creer que hasta 2015 no visitara la primera isla canaria. Tres años después son cinco las que he conocido, repetición incluida. Y es que sus paisajes, su aire de libertad, su comida, sus playas y su clima son una joya turística de gran valor. Y quizás lo mejor es que me he quedado con ganas de más…

Datos prácticos: alojamiento y cómo moverse

Cómo moverte: lo mejor es alquilar un coche para moverte con libertad por la isla. Cicar suele ser la compañía más segura y más barata, así que os la recomiendo. Buscando por Internet puedes encontrar otras opciones, quizás más baratas.

Alojamiento: En este viaje, la parte del alojamiento fue importante porque buscábamos relax y queríamos disfrutar de los momentos relajados que ofrece tu “propia casa” cuando estás lejos. El primero de los que estuvimos es un complejo de apartamentos con servicios de primer nivel donde nos dio realmente pena irnos: Bristol Sunset Beach.

Es un apartamento turístico situado en Corralejo de estilo ‘boutique’ y con los valores de confort, libertad y bienestar como bandera. Además de una piscina encantadora, tienen un bar con mucha clase y unas instalaciones maravillosas. En su lista de servicios está hacer yoga con vistas a la naturaleza, ejercicio físico, alquiler de bicicletas para hacer rutas, actividades deportivas acuáticas como surf, kite o sup y una excursión a la isla de Lobos. ¿Quién da más?

Perdidos en el paraíso: nuestro viaje a Fuerteventura, Reserva de la Biosfera
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La habitación además es tan moderna y está tan bien aprovechada que nos pareció un verdadero lujo estar allí. Para habernos quedado una temporada, desde luego.

La segunda de las opciones que probamos y de la que os podemos hablar es de una villa de lujo en Corralejo: Villa Paraíso, de Home Holidays Fuerteventura, donde el peligro, también, es no querer irte. Situada cerca de las Grandes Playas, este alojamiento tiene también cada espacio cuidado al detalle y era aún más encantadora si cabe. Si tienes tiempo, puedes hacer una barbacoa, pues está perfectamente equipada; tomar el vermú en la entrada y subir una foto a Instagram porque la decoración es preciosa; echar una cerveza en la terraza, con vistas al mar, y dejar que el viento haga olvidarte de todo; remolonear a la mañana en su irresistible cama con dosel…en definitiva, todo aquello que se te ocurra para sentirte muy cómodo.

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Dónde comer. La verdad es que comimos genial en Fuerteventura. Quizás no increíble, pero sí muy bien. En Corralejo os recomendamos un restaurante, la Domenoteca, donde la carta es pequeña pero el producto es muy bueno. Ideal para pedir pescado del día, pues no tienen otro…y es pescado por ellos mismos. Además, comimos muy bien en el restaurante Calú, también en Corralejo, de comida italiana.

Pasta riquísima y pocas pegas al local. Por último, nosotros en El Cotillo, nos decantamos por el Restaurante La Marisma, por no buscar demasiado, pero comimos genial. No obstante, me recomendaron especialmente el Olivo Corso y me da la sensación de que se debe comer genial a pesar de que nosotros no tuvimos tiempo de ir. Imprescindible probar el queso majorero.

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