Revista Cultura y Ocio

Perdona pero quiero casarme contigo, de Federico Moccia

Publicado el 15 abril 2011 por Goizeder Lamariano Martín
Perdona pero quiero casarme contigo, de  Federico MocciaTítulo: Perdona pero quiero casarme contigoAutor: Federico MocciaEditorial: Planeta Año de publicación: 2010Páginas: 700ISBN: 9788408089407
Por fin he podido leer Perdona pero quiero casarme contigo. Mi chico me regaló para mi cumpleaños de hace ya tres años Perdona si te llamo amor y la historia de Alex y Niki me encantó. Tanto, que después leí A tres metros sobre el cielo y su continuación, Tengo ganas de ti. Y también quiero leer Carolina se enamora y El paseo.  
Tenía tantas ganas de leer la segunda parte de la historia de Niki y Alex que en cuanto vi que la habían traído a la biblioteca de mi barrio la reservé y ahora por fin ha llegado a mis manos. La empecé con muchísimas ganas y con unas expectativas muy altas que, sin embargo, poco a poco se fueron deshinchando.
Pero sé que esta vez no ha sido culpa de la novela, sino sólo mía. Con sus 700 páginas y mis circunstancias personales y laborales, este libro me ha durado muchísimo más de lo que suele ser lo normal. Vamos, que justo después de cogerlo de la biblioteca se me vinieron encima unos días en los que casi no paré en casa y en los que no tuve tiempo para leer. Por eso me costó mucho más de lo que me hubiera gustado meterme en la historia y, por supuesto, disfrutar de ella.
Por suerte, esa racha loca de mucho trabajo y todavía más juerga pasó y mi vida volvió a la tranquilidad y a la rutina y entonces sí, pude leer y disfrutar de la historia. Eso coincidió más o menos con la mitad de la novela, así que ahora no tengo muy claro si la primera parte no me gustó porque no podía leer ni concentrarme o porque, realmente, es más floja que la segunda.
Porque la segunda sí que ha conseguido atraparme, seducirme, engancharme y hacerme sentir todas las cosas que me provocó Perdona si te llamo amor. Aunque, por otra parte, también tengo que reconocer que, leyendo esta novela, me he dado cuenta, una vez más, de que mis gustos literarios han cambiado. Aun así, no he podido evitar, como ya me pasó con Perdona si te llamo amor, comparar continuamente la historia de Niki y Alex con la mía propia. Y he comprendido que, al igual que les pasa a los protagonistas, mi chico y yo también hemos cambiado con el paso de los años.
Creo que la novela refleja de maravilla que, al igual que ocurre en la vida, en una historia de amor hay distintas etapas que no son peores o mejores que las demás, sólo diferentes. Es inevitable que nuestros deseos, sueños, anhelos, nuestros planes, nuestros proyectos, nuestras ilusiones cambien conforme nosotros también cambiamos al hacernos mayores.
Porque de eso precisamente habla este libro, de hacerse mayor, de crecer, de madurar, de hacerse adulto, de asumir responsabilidades y compromisos. Pero también de perder libertad, de renunciar a muchas cosas para poder ganar otras.
Por eso Niki tiene tantas dudas, tantos miedos y tantos ataques de pánico y de ansiedad. Y, al igual que ella, también sus amigas, las Olas, las alocadas Olly, Diletta y Erica. Cada una tiene sus propios miedos, sus propios proyectos y sus decisiones que tomar. Unas están relacionadas con el trabajo, otras con el futuro pero todas tienen mucho que ver con el amor y, cómo no, con la amistad.
Y lo mismo les ocurre a los amigos de Alex y a él mismo. Nadie se libra del vértigo que producen los cambios, las novedades, mirar al futuro sin miedo y, sobre todo, sin perder de vista el pasado. Avanzar, cambiar, crecer, madurar, mejorar sin perder nada por el camino. Sin perder a nuestra pareja, a nuestros amigos, a nuestra familia o, simplemente, sin perdernos a nosotros mismos.
Otra cosa que me ha gustado mucho de esta novela, al margen del romanticismo que Moccia imprime a todas sus historias que, por supuesto, me encanta, es el agobio, la angustia que puede provocar dejarse llevar por los demás, hacer lo que ellos nos piden, lo que ellos esperan de nosotros en lugar de pararnos a pensar y hacer lo que realmente queremos nosotros, pensar en nosotros y en nadie más. Porque de vez en cuando no está mal ser un poco egoístas. Es la única forma de hacer frente a la presión.
La presión de los familiares, como los padres de Niki o las hermanas de Alex, de los amigos de ambos y, sobre todo, la presión de las tentaciones. Como Guido, el compañero de facultad de Niki, o Raffaella, la compañera de trabajo de Alex.
Al final, por unas cosas o por otras, me he sentido muy identificada con la historia y he conseguido meterme en ella y disfrutarla muchísimo. Tanto, que más de una noche me han dado las tantas de la mañana leyéndola. Es lo malo de los capítulos cortos y de ser una romántica empedernida sin remedio.
Me ha encantado acompañar a Niki, Olly, Diletta, Erica y sus respectivas parejas, pretendientes, conquistas, amores, amantes, en la facultad, en las fiestas, en casa, en los restaurantes, en la playa. Y también he disfrutado mucho acompañando a Alex, Enrico, Flavio, Pietro y sus mujeres, sus ex mujeres, sus compañeras, sus amantes, sus presas por toda la ciudad. Por si fuera poco, también me ha entusiasmado conocer las historias de las mujeres de los amigos de Alex: Cristina, Susanna y Anna.
Y, sobre todo, me ha gustado viajar con ellos a Roma, a Nueva York o a Fuerteventura. Me ha gustado compartir sus miedos, sus inseguridades, sus sueños, sus deseos y aprender de su mano que no importa lo mucho que cambiemos nosotros y nuestro mundo, no importa el tiempo que pase, no importa lo que los demás quieran de nosotros mientras tengamos claro lo que queremos nosotros y, sobre todo, mientras tengamos a nuestro lado a un compañero de aventura a quien poder agarrar bien fuerte y lanzarnos a la piscina. Esté llena o vacía. Eso no importa mientras tengamos alguien a quien decirle: Perdona... pero quiero casarme contigo.

Volver a la Portada de Logo Paperblog