Revista Ciclismo

¿Pereza de salir a pedalear? Seis consejos para cicloturistas vagos

Por Rafael @merkabici

Salir a pedalear kilómetros como un animal, ¡qué pereza! Frío, cansancio, enfermedad, sueño, falta de forma, anemia, sobrepeso, resaca… las razones desbordan los dedos de las dos manos. Y sin embargo, combatir la pereza debe ser parte de nuestro entrenamiento diario. Aquí van unos consejos anti pereza para ciclistas vagos (seguro que luego nos lo agradeceréis):

  1. Elabora un calendario con entrenamientos y objetivos. La resolución es fácil: si la desidia y la pereza te impiden completar los entrenamientos, nunca alcanzarás los objetivos marcados en la competición. No seamos obsesivos: saltarse un entrenamiento por algo puntual es muy normal, y además estos siempre se pueden recuperar. El problema es cuando preferimos quedarnos viendo la tele o chateando en el ordenador.

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  1. Acude a la báscula. Mírate al espejo. Observa los progresos que has hecho contra las calorías y las grasas para esquivar la pereza. Ten en cuenta que, aunque toque sufrir al principio, habrás aprovechado mucho más el día entrenando que vagueando. Aviso: los genéticamente delgados quedan excluidos de este consejo.
  1. Recurre a los clásicos. Youtube es una mina: admira a Nairo Quintana atacando desde la base de Pailhères, un puertaco pirenaico que supera los 2.000 metros, en el Tour de 2013; asómbrate con el esprín en cuesta de Valverde que le dio la Flecha-Valona del año pasado; evoca la etapa de Fuente Dé en la que Contador atacó a lo loco y se llevó la Vuelta 2014; quédate boquiabierto con el Mundial de Florencia que el pícaro Rui Costa birló a los españoles Purito y Valverde. ¿Crees que podrás marcarte tus propios pinitos en competición si hoy eres presa de la pereza y mañana compites?

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  1. Queda con amigos. Hace frío, llueve, el viento que se ha levantado es insoportable, la pereza me pide que no me quite el pijama. ¿Y si me tomo una cerveza? Ni se te ocurra: intenta, siempre, buscar un grupo, una, dos, tres, cuatro, quince personas, las que sean. Comparte tus dolores, tus pájaras, tus ataques con ellos en la medida que pueda. La bicicleta no es correr: puedes conversar en terrenos favorables. Y chupar rueda, y dejar que te sigan. Todo será más ameno.
  1. Revisa tus tiempos. Chequea a tus rivales directos, ese tío con el maillot naranja que siempre te saca de punto los últimos kilómetros. Este otro que se recuperó de una pájara y te metió tiempo los últimos minutos. Pícate: la competitividad deportiva es la competitividad más sana. Un millón de veces más que la económica, por mucho que le digan lo contrario sus colegas más liberales.

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  1. Ameniza los entrenos. Descubre rutas nuevas, bucea por Internet, husmea otras webs, repasa las altimetrías de los puertos. Y si te da por ahí y tu tiempo y tu economía te lo permiten, lárgate varios días a entrenar a una zona montañosa absolutamente desconocida para ti. Todo será mucho más fácil.

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