Revista Cine

Perfectos extraños

Publicado el 15 septiembre 2014 por Jesuscortes
PERFECTOS EXTRAÑOS En ese territorio común que comparten el cine negro y el western - que es realmente un espacio físico: las carreteras polvorientas que conducen a alguna oportunidad o que traen de regreso al pasado que se quiso dejar atrás -, brilla con inesperado fulgor la mejor obra dramática filmada por Norman Panama.      "The trap", como "The jayhawkers!" de su sempiterno colega y amigo desde la infancia Melvin Frank, las dos fechadas hacia 1958, constituyen un doble y desatendido "descanso" de sus obligaciones, un interludio perdido entre las películas que dirigieron para Bob Hope, Danny Kaye, Julie Newmar, Bing Crosby, Lucille Ball y otros comediantes que ya sólo recuerdan los nostálgicos de esos años en que la televisión parecía el heredero natural del cine. Toda la amabilidad y la fantasía naive que se asocia a sus producciones como dúo - salvo el precedente que marca su drama bélico conjunto, "Above and beyond" en 1952 - contrasta radicalmente con las sensaciones que transmite esa dinámica y amarga "The jayhawkers!" de Frank y más aún con lo que comunica esta seca y violenta "The trap" de Panama, no por ello menos "pasadas de moda" que sus éxitos en colaboración: aquellos locos encantadores y estos desesperados, con la honradez y la valentía tan recónditas como las circunstancias les hayan obligado, parecen igual de anacrónicos.
Con la barrera de las verdades, altísima, puesta frente a hombres y mujeres decepcionados con lo que han llegado a convertirse, ese muro común para tantos dramas y melodramas, huye por el desierto "The trap", a la zaga de "Bad day at Black Rock" pero no muy lejos de "The river's edge", recorriendo ese trayecto que hicieron en paralelo Elmore Leonard y Borden Chase, con los que parece inevitable relacionar el film.
PERFECTOS EXTRAÑOSEn un solo plano, el de la ventanilla del coche cerrándose antes de que pueda terminar su frase, se da la posición de este Ralph Anderson (un adecuado Richard Widmark), abogado caído en las redes de una mafia que sólo entiende de acciones, no de palabras.
Expeditiva carta de presentación, pero no hay que llevarse a engaño.
Lo moderno (los medios de transporte más rápidos, la extorsión masiva, el dinero sucio, etc.) poco impresiona a lo antiguo, que fue más libre y más salvaje.
Así, este capo cansado y ansioso por largarse de una vez por todas, Massonetti (Lee J Cobb), es mucho menos duro y resulta la mitad de peligroso que otro villano al que dio vida este actor ese mismo año, el viejo ladrón de "Man of the west", que nada sabía del capitalismo y de cómo subvertirlo, el gran avance - o la gran falla - entre los dos géneros americanos por excelencia.  
Massonetti ha medrado para amasar su montaña de billetes y gregarios pero poco sabe hacer por sí mismo; compra todo, hasta las palabras.
Ya no hay un Liberty Valance para imponer el terror - como mucho llegaría a ser un primer esbirro -, pero tampoco un idealista que crea que se conseguirá cambiar algo con libros.
Como ni siquiera la derrota es verdadera, Panama, inteligentemente, no resalta si al final Massonetti vive o muere. Anderson puede emprender una nueva vida y es lo fundamental, ya que Massonetti nunca se sabe si podrá comprar al juez de turno y salir indemne.
PERFECTOS EXTRAÑOS Esta vistosa pugna es asombrosamente secundaria, porque el film camina al paso que marca la historia que dejó Anderson irresuelta al marcharse hace muchos años. 
De cuanto sucedió y sucede ahora con su padre, su hermano y su cuñada, emerge otra película incluso más interesante y más compleja - casi inimaginable en el cine de Norman Panama -, de una emotividad abrupta, excéntrica a los ojos de quienes no la viven.
Ninguna frase, ningún golpe ni disparo será tan elocuente como las miradas que se profesan los personajes. 
Está tan bien construido - en ochenta y tres minutos - ese andamiaje, que una vez más cunde la sensación habitual que distingue a esta gran época del cine americano: en cualquier recodo, siguiendo cualquiera de los caminos abiertos por el film, sabemos que estaremos a gusto, nos interesará lo que va suceder, no nos importaría que continuase aún perdiendo de vista otros asuntos importantes.

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