Revista Cultura y Ocio

Perrito bueno, aquí tienes tu hueso (II)

Publicado el 16 enero 2017 por Carmoran @ensayistica
Perrito bueno, aquí tienes tu hueso (II)
          Hace unas semanas publicaba la siguiente entrada en el blog, Top Girls: insolidaridad femenina (I), sobre la obra de teatro de Caryl Churchill y lo importante que era contar con la solidaridad del grupo. Uno de los comentarios que me dejó Marisa Doménech, del blog amigo Nuevo viaje a Ítaca, me inspiró en parte para hacer este artículo sobre la indefensión aprendida. En ese comentario Marisa decía que las mujeres estaban doblemente oprimidas en el mundo, por ser mujeres y porque todos estamos controlados en mayor o menor medida por los poderes del Estado, además de que el pensamiento dominante casi siempre suele ser difundido por hombres (y unas pocas mujeres también) que miran sobre todo por sus intereses. Esa última parte me hizo pensar si eso que llamamos opresión patriarcal no estaría ejerciendo una opresión apenas perceptible sobre los hombres, que se supone que tienen que ser en todo caso los principales beneficiados. ¿Y esto qué tiene que ver con la indefensión aprendida? Tiene que ver con la normalización de una situación que sabes que es estresante y angustiosa para ti, pero la aceptas porque se supone que es algo que no se puede evitar porque no tiene remedio. En lo que concierne al universo masculino, esa situación angustiosa y normalizada es la violencia. Poniéndolo en un contexto más amplio aún: la guerra.
Perrito bueno, aquí tienes tu hueso (II)
          El tuit de arriba es la normalización a la que me refiero, sobre todo porque todos sabemos que los que van a morir a la guerra no son los hijos de los banqueros, ya nos entendemos. Se armó mucha polémica a causa de este mensaje, y la pregunta que me hago es ¿entonces por qué no se arma la misma polémica con cada película sobre la guerra que se estrena? ¿Acaso las películas más taquilleras no alaban también lo glorioso que es morir y matar por una patria que a cambio te da... medallas? ¿Una patria que te ofrece un hermoso reconocimiento póstumo que, por supuesto, no vas a disfrutar? Pensemos algo con objetividad. Las películas sobre la guerra no son objetivas. La mayoría de películas de guerra lo que harán será enseñarte una historia de valor, de coraje, de camaradería, de gloria eterna. Es una pena que se olviden de incluir cosas como estas (aviso que algunas imágenes pueden herir la sensibilidad):



          Esto que acabáis de ver se llama fatiga de guerra (shell shock), un trastorno psicológico que alteraba el cuerpo y la mente de los combatientes hasta dejarlos en los estados que habéis visto. Los que tenían suerte se recuperaban; los que no, seguían padeciendo trastornos toda la vida. Seguramente muchos pensaréis que ahora ya no es lo mismo, que ahora la mili no es obligatoria y el que se une al Ejército lo hace de manera voluntaria. Recordad lo que os he dicho antes; no hace falta obligar a nadie a ir a una guerra, solo hace falta que le enseñes lo mucho que te va a honrar tanto a ti como a tu país si estás dispuesto a entrar en un combate del que no sabes si vas a salir vivo o no. Y además, los conflictos de guerra son inevitables, pensar lo contrario es creer que estamos viviendo en un mundo idílico, ¿no es cierto? Bien, pues este es otro ejemplo de la guerra del hombre contra el hombre, de cómo unos pocos hombres hacen creer a una colectividad de hombres (y mujeres) que son unos privilegiados, y que en realidad no tienen nada de lo que quejarse porque en este mundo no se puede aspirar a una paz eterna. Ahí es donde encontramos la indefensión aprendida; o un pensamiento muy iluso por mi parte, que de eso también tengo para regalar. Sea como sea, el truco de tener esclavos felices diciéndoles que son ellos los que tienen el poder es más viejo que la tos.          Para terminar con este ensayo, voy a dejaros un fragmento muy famoso de la película de Stanley Kubrick La chaqueta metálica, sobre la guerra de Vietnam. Kubrick habla precisamente de la institucionalización de la violencia, y en esta escena vemos el efecto que el servicio militar tuvo en muchos jóvenes, algo que se suponía que te iba a enseñar a ser un hombre, pero que lo que hacía era convertirte en algo parecido a una máquina a la que matar le era tan sencillo como mover un objeto de un sitio a otro.

          Todos los comentarios son bienvenidos.
Fuente de las imágenes:
http://www.unidiversidad.com.ar/historias-no-contadas-de-la-guerra-de-malvinas
http://m.ideal.es/almeria/deportes/juegos-olimpicos/201608/16/polemica-tuit-fascista-ejercito-20160816135804.html

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