Revista Ciencia

Perspectiva de género en discapacidad

Por Davidsaparicio @Psyciencia

El 4 de octubre de 2006 se sancionó en Argentina la ley de Educación Sexual Integral (ESI) la cual dispone que todos tienen derecho a recibir educación sexual integral en establecimientos educativos del territorio argentino. Esta ley entiende a la ESI como “la que articula aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos” por lo que no va a centrarse solo en lo sexual y reproductivo sino que abarca mucho más. 

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Si se preguntan por qué la escuela tiene que ocupar este rol y no el seno familiar, pueden encontrar algunas respuestas en el artículo El lugar de la educación sexual es la escuela ¡Sí o sí!. Buscando en la red es muy fácil acceder a material sobre ESI, manuales para docentes, actividades para el aula, etc; pero hay un grupo de personas que, en la práctica, queda fuera de estas intervenciones. Me refiero a las personas con discapacidad, principalmente con discapacidades intelectuales. El que no estemos preparados para abordar la sexualidad en personas con discapacidad tiene que ver con mitos, prejuicios y sobre todo desconocimiento. 

¿Qué entendemos por discapacidad?

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2016), se puede definir de la siguiente forma: 

“Discapacidad es un término general que abarca las deficiencias, las limitaciones de la actividad y las restricciones de la participación. Las deficiencias son problemas que afectan a una estructura o función corporal; las limitaciones de la actividad son dificultades para ejecutar acciones o tareas, y las restricciones de la participación son problemas para participar en situaciones vitales. Por consiguiente, la discapacidad es un fenómeno complejo que refleja una interacción entre las características del organismo humano y las características de la sociedad en la que vive.”

Si seguimos esta definición, podríamos entonces afirmar que una persona con discapacidad no puede hacer una participación plena si el ambiente en el que vive no se lo permite. Esto nos lleva a pensar que si la participación y el vínculo depende del ambiente, entonces lo que presenta discapacidad es el ambiente invalidante, no la persona. Por ejemplo, imaginemos a una persona que se traslada cotidianamente con su silla de ruedas, ya aprendió a usarla a la perfección y no presenta dificultades al respecto en su hogar, que está perfectamente preparado para darle autonomía e independencia. Esta persona sale a la calle y en la primera avenida que debe cruzar se encuentra con que la rampa de la esquina está obstruida. Tenemos ahí dos opciones, por un lado seguir sosteniendo que es una persona con discapacidad motora y que por esto se ve afectada su participación plena; o podríamos pensar que el ambiente es el que no está preparado para brindarle plena participación, por lo cual es el mismo ambiente el que presenta discapacidad. 

Al contrario de lo que en general se supone, este grupo de personas se encuentra atravesado por la sexualidad de la misma manera que el resto de la población. Sienten deseo sexual y tienen necesidad de expresarlo. No dar lugar a la escucha de estos deseos, es limitar a la persona, privandola de sus propios derechos. Debemos destacar uno de los errores que en general se comete en el vínculo: infantilizar a todos los sujetos y, por esto mismo, suponer que no sienten deseo. Adicionalmente, tener alguna condición o discapacidad es un factor de vulnerabilidad para ser expuesto a situaciones de violencia y abuso, es por esto que es crucial la información. 

Estadísticas de abuso en población con discapacidad

Dentro de la información recabada de organizaciones de renombre como la OMS (Mitchell, s.f.) y las Naciones Unidas  podemos concluir las siguientes afirmaciones:

  • Los niños y niñas con discapacidad son víctimas de alguna forma de violencia con una frecuencia 3,7 veces mayor que las personas sin discapacidad. Particularmente de abuso sexual (2,9 veces mayor). 
  • Las personas con discapacidad tienen más probabilidades de ser víctimas de la violencia o abuso y menos probabilidades de obtener la intervención de la policía, protección jurídica o cuidados preventivos.

Romper la hegemonía como modelo

Perspectiva de género en discapacidad

Un punto importante para hablar de relaciones sexuales en la diversidad es cuestionar el modelo de las mismas. Se califican como normales determinadas relaciones sexuales y se espera que todes les sujetos las reproduzcan homogeneamente. Contrariamente a lo que se espera, cada relación sexual es única y diferente, por lo que lo necesario es brindar modelos e información para que cada sujeto pueda experimentar sus deseos y gustos de forma placentera sin importar su condición y la vinculación de la misma con el ambiente. 

Más allá de los estándares de belleza hegemónicos impuestos por la sociedad, debemos destacar que cada persona siente, desea y le interesa vincularse de una forma única. Es nuestra tarea deconstruir estos estándares para romper con el mito de la perfección que se necesita para ser atractive. Podemos hacerlo desde los modelos que brindamos en cuentos, títeres, películas, etc., que muestren los vínculos sexo-afectivos también en personas con discapacidad. 

Por último, y siguiendo la línea de los modelos hegemónicos preestablecidos, debemos hacer mención al concepto de pareja entendida como dos personas atraídas sexualmente, bajo lineamiento del amor romántico y el mandato de crear familia y ser monógamos. 

Debemos tener en cuenta que existen diversas formas de parejas, que se modifican constantemente dado que la construcción es cultural y que cada quien puede elegir la forma en la que quiere relacionarse. Por ejemplo, podría pensarse en una pareja integrada por dos amigxs, que tienen relaciones sexuales en los momentos en los que surgen esas ganas, o en parejas sexuales esporádicas y casuales; o por el contrario, en vínculos amororos donde no median encuentros sexuales.

También debemos recordar que el placer no es territorio único y exclusivo de una relación sexual entendida como una relación en la que prime la penetración, sino que cada persona puede experimentar placer de diferentes maneras. La penetración no es una condición necesaria para que se llegue a ese momento, para que se pueda encontrar el disfrute. Las caricias, los abrazos, las palabras, las miradas y el compartir también son espacios de placer, de disfrute y que hacen al vínculo con le otre.

Negar el acceso a la ESI a las personas con discapacidad es coartar sus derechos

Otro error en el que se suele caer es en la presunción de la heterosexualidad de las personas con discapacidad. Damos por supuesto, debido a los modelos tan arraigados socialmente, que las personas de este colectivo no sienten atracción por otras o, si la sienten, es de manera heterosexual y bajo modelos heteronormados. Esto también está relacionado con lo que se nombró anteriormente acerca de la infantilización de estas personas.

Negar el acceso a la ESI a las personas con discapacidad es coartar sus derechos, es negar una parte fundamental que atraviesa de manera transversal sus vidas, es limitar la capacidad de disfrute y goce y, por sobre todo, es negar información valiosa que podría permitirles no solo aumentar su calidad de vida, sino brindarle las herramientas para que puedan dilucidar qué situaciones son seguras y correctas, cuáles implican algún peligro, qué cuestiones están permitidas y cómo acceder a prácticas seguras. Como ejemplos concretos podemos mencionar: que la persona tenga las herramientas para entender de qué se trata el consentimiento, cuándo una situación es de abuso, métodos de anticoncepción, etc. 

Si brindamos esta información de una forma que además contemple las necesidades de cada persona y brindando las ayudas adecuadas, podremos garantizar lo necesario para detectar y transmitir las situaciones y las cuestiones necesarias.

Entendiendo también a su vez que brindar esta información no aumenta el deseo sexual de las personas, sino que visibiliza y dejan de catalogarse como tabú temas que por más que no se hablen, están presentes en todes. 

Acompañada de esta falta de información y situaciones en que no se habla de sexualidad en niños, niñas y adolescentes con discapacidad, aparece la idea de que la sexualidad en algunas condiciones es incontrolable, promiscua, compulsiva y llena de prejuicios. Es un miedo de parte de padres y madres, incluso es el discurso de algunes profesionales. La realidad es que el peligro y la promiscuidad vienen de la mano de la desinformación y de ambientes que no promueven espacios seguros. 

Pensando en el espectro genital de la sexualidad solamente, los deseos y la exploración a determinada edad aparecen y es saludable que esto suceda; es parte de nuestro desarrollo como humanidad. Parte de nuestra tarea como terapeutas es acompañar este proceso  para que fluya naturalmente fuera de peligros. La energía sexual, el deseo y la necesidad biológica de aliviar el mismo debe drenar por algún lado, y si no se posibilita el mismo en contextos seguros, lógicamente va a desarrollarse en lugares inseguros.

En las personas con discapacidad, la sexualidad vista de forma integral es igual de importante que en cualquier otra persona. Es válido para las mismas tener relaciones sexo – afectivas solo por placer sexual o para elegir un vinculo amoroso, bajo las condiciones que ambas partes decidan. En este punto, si pensamos la sexualidad con un fin meramente reproductivo, debemos de entender que no todas las discapacidades tienen carga genética y esto debe ser informado para la planificación familiar. Pero nuestra mirada debe ser más abierta entendiendo la relación sexual satisfactoria en sí misma sin un deseo de procrear. La elección del objeto sexual es individual y de ninguna forma debería ser cuestionado. Por último, es importante saber que la ESI en discapacidad puede promover vinculos sexo – afectivos  saludables, cuidados, informados y prevenir asi situaciones de abuso tan frecuentes en esta población. 

¿Qué podemos hacer en la práctica?  

Nos centraremos en los textos Es parte de la vida de Meresman, S. (2011) y Dibujando la sexualidad de las personas con discapacidad intelectual y/o del desarrollo de Valenciana, F. C. (2015) para pensar algunas intervenciones que podemos realizar desde nuestra práctica profesional.

  • Mostrarnos abierta/os: mantener una actitud sin juicio ni prejuicio que permita un diálogo fluido, generando confianza y dando espacio a dudas, consultas y preguntas que a veces son difíciles de realizar. 
  • Proporcionar información clara y adaptada: para cada condición la forma de recibir información y entenderla puede ser distinta; pensar cuál es la forma adecuada para nuestros pacientes (pictogramas, historias sociales, video modelado, braille, etc). La información debe ser científica y adaptada a la edad y nivel cognitivo de las personas con quienes trabajamos. 
  • Informar sobre las prácticas sexuales que se pueden realizar en privado: no negar, ni castigar conductas auto exploratorias y placenteras; sino brindar información y herramientas para que las mismas se desarrollen en relaciones seguras (por ejemplo, en el ámbito privado, con buena higiene y cuidados). Reforzar cuando estas conductas se dan en contextos saludables. 
  • Enseñar la diferencia entre contacto adecuado e inadecuado: es necesario enseñar sobre buenas prácticas, identificando situaciones seguras, incorporando el consentimiento en cada vínculo que se genere y conociendo sobre planificación familiar, ETS, etc. Todo esto deberá brindarse de manera acorde a la edad de nuestros pacientes, a su nivel cognitivo y con las adaptaciones necesarias.
  • Enseñar a decir que no: Resulta muy importante poder brindar las herramientas necesarias para que las personas con las que trabajamos comprendan que existen situaciones en las que podrán no querer / no sentir ganas / estar presionados a determinadas situaciones. En estos casos es imprescindible el trabajo de role play y modelado específico, de forma clara y explícita.  
  • Motivar a expresar preferencias y gustos: más alla de las personas con discapacidad es algo a trabajar en las relaciones sexo afectivas; incorporar los deseos de ambas personas que participan y poder conversarlo con confianza y sin prejuicios. 
  • Coherencia en los mensajes: aunar criterios con los contextos intervinientes en la educación y acompañamiento de los infantes y adolescentes; en cuanto a brindar información científica y clara. Acompañar a las familias en la búsqueda de información para que la misma esté libre de creencias subjetivas, muchas veces erróneas, que perpetúan mitos y cortan libertades. Este punto es importante, dado que es la información del boca en boca la que genera versiones diferentes e incluso contrapuestas a los que es saludable. 
  • Enseñar habilidades sociales que sirvan en situaciones sexo afectivas: en infantes con las habilidades sociales disminuidas es necesario brindar información y realizar actividades que incrementen las mismas y le den la posibilidad de tener experiencias agradables en este aspecto. 
  • Trabajar las posibilidades reales: no generar falsas expectativas, brindar información y herramientas para vivir una sexualidad libre, pero entender que el contexto cultural en el que vivimos puede representar una limitación. 
  • Respetar la privacidad: les terapeutas somos modelos de cómo es nuestro vínculo con el infante y el adolescente para el resto de los adultos que nos ven interviniendo; con lo cual es necesario dar el ejemplo de sostener la privacidad desde el secreto profesional de lo que sucede en el consultorio o espacio terapéutico, hasta situaciones de pedir permiso para abrazar, ayudar en el baño o en cuestiones de vestimenta. 
  • Dar espacio de consulta a profesionales especializados en sexualidad: hay cuestiones que pueden excedernos y/ o que los propios pacientes no se animan a preguntar a personas más cercanas y puede ser necesaria una figura de especialista que brinde un tiempo de consulta sobre estos temas. 

Para concluir, les invito a reflexionar sobre nuestras prácticas, nuestros propios prejuicios y la desinformación que tenemos. Mostrarnos vulnerables, darnos cuenta de que tenemos un montón de cosas que aprender y trabajar para acompañar a las personas a vivir su sexualidad de la forma más libre, segura y respetada posible. 

Autoras:

  • Antonella Havela, Lic. en psicología, especialista en terapia cognitiva conductual en niños y adolescentes con perspectiva de género. Cofundadora de CETEIN.
  • Geraldine Panelli, Lic. en Psicología, Especialista en Terapia Cognitiva Conductual en niños y adolescentes. Cofundadora de CETEIN.

Referencias bibliográficas:

  • OMS | Discapacidades. (2016). https://www.who.int/topics/disabilities/es/
  • Mitchell, C. (n.d.). OPS/OMS. Retrieved March 11, 2021, from https://www.paho.org/hq/index.php?option=com_content&view=article&id=6998:2012-children-disabilities-more-likely-experience-violence&Itemid=135&lang=es
  • Meresman, S. (2011). Es parte de la vida. Material de apoyo sobre educación sexual y discapacidad para compartir en familia.
  • Parra, N., Canarias, M. O. F., de la Cruz, P. D. C., & Rubio, N. (2015). Sexualidades diversas. Manual para la atención de la diversidad sexual en las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo. Canarias: FEAPS.
  • Valenciana, F. C. (2015). Dibujando la sexualidad de las personas con discapacidad intelectual y/o del desarrollo: una cuestión de derechos. Recuperado de http://www. codajic. org/node/3539.
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