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Perspectiva GTD: Propósito y Principios

Publicado el 30 septiembre 2015 por Jmbolivar @jmbolivar

Perspectiva GTD: Propósito y PrincipiosY así, después de haber ido «desgranando» a lo largo de las últimas semanas los cinco niveles anteriores, es decir, las siguientes acciones,  los proyectos, las áreas de enfoque y responsabilidad, las metas y objetivos y la visión, llegamos finalmente al sexto y último de los «horizontes de enfoque» que define David Allen en su modelo de 6 niveles de perspectiva: el propósito y los principios. Según la analogía que Allen ha venido utilizando para expresar metafóricamente estos niveles, la visión correspondería a los 15.000 metros de altura en el vuelo de un avión. Por otra parte, las preguntas que caracterizan este nivel son «¿por qué soy?» y «¿Cómo soy?».

Según Allen, el propósito proporciona la intencionalidad última de la existencia y de la dirección, mientras que los principios representan los valores esenciales que se deben conservar durante el camino.

«Propósito» es una palabra que encierra connotaciones diversas en español. Una de las acepciones es «objeto, mira, cosa que se pretende conseguir», es decir, tiene que ver con algo que conlleva una «finalidad». Otra de estas acepciones es «animo o intención de hacer o de no hacer algo», es decir, tiene que ver con algo asociado a una «intencionalidad». En inglés, también tiene la acepción de «sentido» (purposeful = con sentido).

Cuando Allen habla del propósito, se refiere a la primera de estas tres acepciones, es decir, a la que significa «finalidad». En concreto, plantea el uso de la pregunta «¿por qué?» para ayudarnos a definir el propósito y dice que el propósito se puede referir a la meta final de un proyecto, una acción o un esfuerzo y, cuando es así, ofrece la peculiaridad de que es un propósito que puede ser alcanzado o completado. La utilidad que Allen ve a definir este tipo de propósitos «alcanzables» es principalmente motivacional.

Por otra parte, Allen explica que el propósito puede referirse también a la esencia o razón de ser de algo. En este caso, más que referirnos a una tarea que se debe completar, nos referimos a una especie de referencia, a algo que nos ayuda a alinear nuestra actividad con nuestra esencia.

El propósito es el criterio definitivo para decidir qué es lo más importante que se debe hacer y también para definir el éxito. Contar con una definición de propósito ayuda por tanto a tomar mejores decisiones y a identificar las metas y objetivos, alineándolas con él.

Al adentrarse en el apartado de formatos típicos, Allen recurre al conocido ejemplo de la misión, visión, valores y metas empresariales, proponiendo establecer una equivalencia con estos elementos a nivel individual. Sin embargo, y como es habitual en gran parte de su obra, Allen no concreta «cómo» llevar a cabo esta propuesta, por lo que resulta extremadamente difícil de aplicar en la práctica, a no ser que se cuente con la ayuda de un coach o con conocimientos de coaching.

En lo que respecta a los principios, a lo que Allen se refiere fundamentalmente es a los valores, es decir, a qué valora cada persona. Los principios o valores vienen a ser un complemento del propósito a la hora de tomar decisiones o establecer objetivos y sirven, en definitiva, para guiar nuestra conducta de forma coherente. Si algo va contra tus principios, probablemente evitarás hacerlo e intentarás buscar otras alternativas.

De todos los niveles que plantea Allen en su modelo, este último es, probablemente, el que menos claro y aplicable de todos me pareció al leerlo. Me resultaba casi imposible entender a qué se refería exactamente y, sobre todo, qué había que hacer, en concreto, para que me resultara útil. No fue hasta muchos años después, al formarme como coach profesional, cuando comprendí qué era exactamente el propósito y para qué servía.

Y fue precisamente al comprender el verdadero significado del propósito cuando me di cuenta de lo limitado que es el planteamiento que hace Allen de este nivel en sus libros. Por diversas razones. La primera de ellas es que un buen coach muy rara vez pregunta «¿por qué?», por dos buenos motivos. Por una parte, porque la pregunta «¿por qué?» despierta inmediatamente en la persona una necesidad de autojustificarse, de dar explicaciones. Por otra parte, porque dirige el enfoque hacia el pasado, hacia las causas, en lugar de dirigir el enfoque hacia el futuro, hacia las consecuencias. La pregunta que un buen coach te haría en su lugar es «¿para qué?».

Hacer con sentido es la esencia de la efectividad. Cuándo te preguntas para qué haces algo, te centras tanto en el resultado como en la «intencionalidad» de ese resultado. La relevancia del resultado («qué») viene definida por su contribución a un propósito («para qué»). Cuando sabes «para qué» haces algo, lo que haces «tiene sentido». Por el contrario, cuando te centras en las causas, los motivos y la «finalidad» de lo que haces, sin tener claro para qué lo haces, te estás centrando en lo accesorio en lugar de centrarte en lo relevante. Esto significa que estás convirtiendo el medio en el fin y suele conducir, a menudo, a «hacer por hacer», es decir, a hacer cosas carentes de sentido.

Por otra parte, la inclusión de los principios en este nivel me parece redundante. Un buen ejercicio de definición de propósito haría que dichos principios estuvieran ya contenidos, de forma explícita o implícita, en la propia definición de propósito. Creo que añadirlos de forma separada, para cubrir la carencia de un propósito poco definido, solo aporta complejidad.

Tener un propósito claro y bien definido, además de ser muy útil, nos permite a su vez definir bien la visión y, a partir de ella, las metas y objetivos. Por eso, contar con una definición de propósito bien construida supone disponer de una potentísima herramienta para mejorar tu efectividad y, gracias a ello, mejorar como persona y como profesional. Considero una verdadera lástima que en GTD toda esta parte de perspectiva se haya aprovechado tan poco.

En resumen, el nivel «15.000 metros»:

  • Contiene los principios y valores clave que te describen como persona, así como una definición de aquello que te ayuda a identificar qué es más importante para ti.
  • Sirve para tomar decisiones de alcance de una forma coherente y alineada con tu forma de entender la vida.
  • Se revisa para definir tu visión, metas y objetivos, tomar decisiones clave, motivarte y ganar confianza en que estás haciendo lo que te acerca a quién eres y a quién quieres ser.
  • La perspectiva que nos ofrece es una perspectiva global sobre nosotros mismos y lo que conecta con nosotros y nos mueve.

Para finalizar, comentarte que, en mi opinión, el modelo de 6 niveles de perspectiva sigue siendo, a pesar de todos sus fallos, carencias, incoherencias y falta de claridad, una herramienta muy potente y aprovechable para ganar perspectiva, además de ser un complemento imprescindible de la parte de control. La presión del día a día a menudo nos «atrapa» en el corto plazo, llevándonos a olvidar en ocasiones las cosas que realmente son importantes y tienen sentido para nosotros. La forma de contrarrestar esta tendencia es mantener la perspectiva.

El futuro es muy importante, porque es allí donde vas a pasar el resto de tu vida. Incorporar hábitos destinados a ganar perspectiva, recuperar el equilibrio y dar sentido a lo que hacemos nos ayuda a estar mejor preparados para ese futuro y se convierte, por tanto, en una prioridad fundamental para mejorar nuestra efectividad.

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